Lecturas recomendadas: “Baño de damas”, de Natalia Rozemblum

En esta oportunidad, la licenciada Cecilia Boggio nos acerca una novela que parte de la premisa de una intromisión familiar y la ruptura de una rutina habitual, y a partir de allí juega con la construcción social de la vejez y la resignifica.

Esta es una novela corta que podría parecer simple, pero al contrario, nos desafía a entrar en un tema poco explorado.


Su autora, Natalia Rozemblum, nacida en Buenos Aires en 1984, estudió Filosofía en la UBA y dirige desde hace más de 10 años talleres de escritura. Además de ello, Natalia tiene una librería en su propia casa, llamada “La Vecina”; y al mismo tiempo continúa con sus escrituras.

“Baño de damas” (Tusquets 2020) tiene como epígrafe una cita de Simone de Beauvoir: “El cuerpo no es una cosa, es una situación: es nuestra comprensión del mundo y es el esbozo de nuestro proyecto”.

Y he aquí el tema de nuestra novela: Ana Inés es una mujer de 75 años, jubilada, viuda y con una única hija cincuentona que se ha instalado de un día para otro en su departamento.

Nuestra protagonista tiene su rutina, que se ve alterada por esta intromisión. Su vida ronda en las lecturas de los libros que le presta una vecina, en jugar al truco por internet y en disfrutar con alguna culpa de las comidas; pero sobre todo su existencia gira alrededor de la asistencia diaria, iniciada desde la juventud, al Club 25 de Mayo. Allí hace gimnasia y natación, y forma junto con otras cuatro amigas de su edad un grupo inseparable que es su sostén diario.


Ana Inés, socia destacada, (fue secretaria de la Comisión Directiva y siempre participó en las actividades sociales), ahora ayuda en la preparación de los festejos de los 90 años del club, y secretamente aspira a presentarse como candidata a presidente en las próximas elecciones. El actual presidente ha sido su único amor luego de la viudez.

Historia simple y podría pensarse monótona, si no fuera por el narrador que relata los hechos en presente desde el punto de vista de la protagonista. Es en el baño de damas, ese espacio donde se visten, se duchan, se cambian las mujeres que van a la pileta, donde Ana Inés encuentra su lugar íntimo, explora su grueso cuerpo, constata los efectos del progreso del tiempo en las arrugas, en los rollos en la incontinencia, se masturba, vigila su intimidad y puede reflexionar.

Sin necesidad de acotaciones propias, el narrador presenta a través de la conducta de la protagonista una visión distinta de la que el imaginario social tiene de la vejez. Lo hace con humor, a veces hasta con situaciones grotescas.

Hay un proyecto de vida, hay amor aún a costa del ridículo, hay rebeldía, alegría y satisfacciones, todo contado, como señalan los críticos, en un tono ágil, liviano y audaz. El final abierto les deja al lector la tarea de imaginarlo según su interpretación personal. Me gustó.


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