Limay, un lugar olvidado de Neuquén
Miedo, problemas de seguridad y calles sin asfalto son algunas de las quejas.
NEUQUEN (AN).- El barrio Limay es uno de los más antiguos de esta capital y también uno de los más olvidados. Los vecinos se sienten abandonados a su suerte y tienen razones para pensar así. Si no fuese por sus dos cuadras de asfalto y que los cables del tendido eléctrico cruzan el cielo, este sitio podría pasar perfectamente como una postal del Neuquén de hace 30 años.
En las noches, el miedo aterroriza a los pobladores. Dicen que no pueden salir a la calle sin temor a ser asaltados. Cuando oscurece, la iluminación eléctrica no alcanza a filtrarse entre las copas de los árboles.
La municipalidad estima que en este barrio viven unas 4.400 personas y hay 1.600 en condiciones de elegir la comisión vecinal el próximo 10 de octubre.
Más de 30 años
El Limay nació hace más de tres décadas, a partir del loteo de la chacra de la familia Dehais, que aún reside en el barrio. Los Dehais tienen su casa en una esquina de la calle Chaneton, una arteria que hace dos semanas fue reparada por el municipio luego de repetidos reclamos de los vecinos por las desastrozas condiciones en la que se encuentra.
Tras una semana de humedad y lluvias intermitentes la recorrida por el barrio se torna difícil. Las calles poceadas se convierten en obstáculos casi imposibles de sortear. El clima impide que las máquinas y las cuadrillas municipales realicen el mantenimiento y que se terminen las obras empezadas, como el zanjeo para el desagote hacia el arroyo Durán.
Los vecinos no se sienten escuchados. «Vinieron las máquinas porque llamamos a los medios, tenemos que protestar por la radio o salir en el diario para que sepan que existimos», lamentó una vecina.
Fabián Pelliza, subsecretario de Gobierno, reconoció que pese a ser uno de los primeros barrios de Neuquén, el Limay no cuenta más que con dos calles asfaltadas, Fava y Gatica, y las de tierra están en pésimas condiciones por la falta de desagües pluvialuvionales.
El funcionario aseguró que «la comuna se fijó como prioridad acercar soluciones a los barrios más antiguos». «Los puntos críticos habituales eran las calles Chaneton, O»Higgins, Leguizamón en la intersección con Pasteur y con Lincoln pero ya no tienen problemas porque limpiamos las bocas de tormentas», aseguró Pelliza y agregó que «en cinco meses le dimos solución a las bocas de tormenta, desmalezamos la orilla del arroyo Durán y aportamos materiales al centro recreativo de la asociación Eucalipto Blanco».
Pelliza dijo que «en la recorrida que hago habitualmente no pude encontrar a la gente de la comisión vecinal pero comprobé la gran mejoría del aspecto del barrio gracias a los arreglos efectuados». Los vecinos no opinan lo mismo. «Cada vez que llueve la calle Nordestrom entre Alfonsina Storni y Leguizamón y la Chaneton a la altura de Alfonsina Storni se llenan de agua que queda estancada por días», aseguró Elida, una vecina que no quiso dar su apellido.
«Hace dos meses el intendente se comprometió a pagar a los vecinos que mantienen las plazas y aseguró que pondría una puerta al tobogán que ahuecaron y que sirve de escondite a delincuentes que asaltan a quienes atraviesan la plaza, ubicada en Arroyo Durán y Aconcagua», acotó Elida.
La seguridad es otro grave problema. Los vecinos opinan que el peligro podría morigerarse si la municipalidad poda los altos olmos que cubren el alumbrado público.
En varias oportunidades convocaron a la dirección de Espacios Verdes para solicitar ese servicio pero como la tarea está tarifada le contestaron «primero paguen 80 pesos por árbol». Según Pelliza, los vecinos deben pedir a CALF que corte las ramas que interfieren con los cables del alumbrado público.
La crisis golpea todas las puertas
NEUQUEN (AN).- El Limay no es una excepción y como muchos otros barrios acusa con intensidad la crisis económica y los efectos de la desocupación.
Un relevamiento realizado el año pasado desnuda la existencia de 250 desocupados, ningún beneficiario de los planes Trabajar y sólo cuatro incluidos en la ley 2128 del fondo de emergencia ocupacional. Los vecinalistas gestionaron puestos de trabajo y beneficios para los moradores del barrio pero no recibieron respuestas ni de la provincia ni de la comuna.
Mientras crece el ajuste, son más los chicos, ancianos y desocupados que tienen que recurrir a los comedores comunitarios a cargo de Acción Social. Ni el comedor que funciona en la iglesia Bautista ni el del barrio Don Bosco III alcanzan a cubrir las necesidades.
Más de 100 niños acuden a diario a comer al precario salón contiguo al centro de salud Don Bosco y casi 200, entre chicos y grandes, se acercan al que funciona en la calle Fava a buscar una ración de alimento. Con la lluvia de la semana pasada son muchas las madres que retiran la vianda, por lo general para más de un pequeño, porque los chiquitos se hunden en el barro. Esa ración suele ser la única comida que consumen en el día.
Los vecinos sufren 45 robos por mes
NEUQUEN (AN).- La falta de seguridad es moneda corriente para los vecinos del Limay: sufren 45 robos cada 30 días, según el registro que maneja la comisión vecinal.
Se exponen a ser asaltados por cruzar la plaza del barrio, salir a la puerta de la caso o al hacer una compra en el almacén que está a la vuelta de la esquina.
La metodología preferida por los delincuentes es vigilar las viviendas para controlar cuáles quedan solas y entonces perpetrar el atraco.
Cuentan que protegidos por la oscuridad que producen los olmos al tapar el alumbrado público, los ladrones irrumpen en las casas y las desvalijan «con tranquilidad», a sabiendas de que en este sector es insuficiente la capacidad operativa con que cuenta la policía provincial.
Los vecinos no cargan toda la culpa a la fuerza de seguridad. «Ni el destacamento Don Bosco ni las comisarías 17 y 2 pueden controlar con tres móviles y 10 efectivos los tres barrios» que tienen a su cargo.
Un mes atrás, desesperados por el aumento creciente de actos delictivos, convocaron al jefe de la policía provincial y a los comisarios de la jurisdicción a una asamblea en la que se discutió la necesidad de incrementar el personal para patrullar la zona.
Como resultado de la reunión la comisaría 17 desafectó un móvil para dárselo al destacamento Don Bosco, pero dicen que todavía falta personal.
El destacamento responsable de la prevención en el barrio cuenta con tres efectivos: el oficial de guardia, el chofer y el responsable administrativo.
Los móviles y oficiales de la comisaría segunda y de la 17 tienen que controlar la seguridad no sólo en el barrio Limay, sino que también deben hacer patrullajes en Don Bosco II y III, Villa María, Villa Florencia y el área centro sur.
Ante esta situación, los pobladores pusieron en marcha el clásico sistema de control vecinal. Cuando uno va a dejar su casa sola durante más de una hora avisa a otro vecino para que llame al destacamento, por si ve o escucha movimientos extraños.
Y si sale de viaje por varios días, deja a algún conocido el cuidado de la propiedad.
NEUQUEN (AN).- El barrio Limay es uno de los más antiguos de esta capital y también uno de los más olvidados. Los vecinos se sienten abandonados a su suerte y tienen razones para pensar así. Si no fuese por sus dos cuadras de asfalto y que los cables del tendido eléctrico cruzan el cielo, este sitio podría pasar perfectamente como una postal del Neuquén de hace 30 años.
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