Lorena Muñoz, la mujer detrás de la exitosa película sobre Gilda
En diálogo con “Río Negro”, contó detalles de la producción y cómo fue el profundo trabajo de investigación sobre la vida de la cantante.
En una minigira que comenzará mañana en Roca, seguirá el sábado en Cinco Saltos y terminará el domingo en Neuquén, la directora, guionista, documentalista, montajista, investigadora y productora Lorena Muñoz estará presente en tres salas de la región donde se proyectará “Gilda, no me arrepiento de este amor”, su más reciente y muy exitosa película. Estrenada el 15 de septiembre pasado, en las dos primeras semanas de exhibición alcanzó el medio millón de espectadores y ya supera los 867.000 en todo el país.
Nacida en Buenos Aires, Lorena proviene del ámbito del documental. Tanto en los trabajos documentales de Muñoz como en los cortos o en éste, su primer largometraje, se recorta nítidamente su respeto en el tratamiento de las identidades que los protagonizan, por caso en “Yo no sé que me han hecho tus ojos”, acerca de Ada Falcón, o “Los próximos pasados”, sobre el mural de José de Jesús Alfaro Siqueiros en Argentina.
“El de Ada Falcón lo hice en 2003, coguión y codirección junto a Sergio Wolf , y tres años después hice el del mural que Siqueiros pintó en la quinta de Natalio Botana y se recuperó y está en el Museo del Bicentenario en Buenos Aires”, comienza diciendo. Y amplía: “Esos son mis dos trabajos anteriores, y ‘Gilda…’ que parece una película liviana, un musical sobre una cantante de cumbia, pero en realidad contiene cierta denuncia. En este momento junto a un director amigo estamos por rodar un documental sobre Don Cornelio y la Zona (el grupo de Palo Pandolfo), y estoy armando otro para Canal 7 sobre el disco de Vinicius de Moraes en (el café concert) La Fusa” (N de la R: que grabó junto a Toquinho y María Creuza en 1970).
P- Indagaste minuciosamente en la historia de Gilda, mientras escribías el guión con la barilochense Tamara Viñes.
R- Tamara es una íntima amiga. La quiero muchísimo, nos llevamos muy bien. Estudiamos cine juntas. Hace casi veinte años que trabajamos, desde que nos conocimos. Nos potenciamos, tenemos una mirada bastante similar del mundo, fundamental a la hora de encontrar un alma gemela para escribir y para lo creativo. Fue feliz toda esa etapa en “Gilda…”. Yo me fui de gira con una banda de cumbia, La Liga, y Tamara no pudo acompañarme porque tiene una bebita.
Me entusiasma que la investigación sea en profundidad e incluso poniendo el cuerpo, porque eso habla del respeto hacia lo que se va a narrar, hay que tener conocimiento y rigor histórico. En “Gilda…” con Tamara entrevistamos a toda, toda la gente posible y que quiso ser entrevistada. Sus músicos, fans, admiradores, la familia, las mejores amigas, hijo, primas, el asistente de sonido, la gente de seguridad, el fotógrafo que hizo esa toma tan iconográfica, con una guirnalda de flores en la cabeza. Para mí es una instancia muy rica que disfruto y de allí parte, un poco, la escritura del guión y las líneas narrativas para la película.
Cuando se trata de retratar la vida de alguien que existió, que tiene familiares y descendencia, me resulta muy delicado cómo tratar ese tema, no ofender al hijo (Fabrizio Magnín, 28), que él estuviera tranquilo con la historia que íbamos a contar. Para nosotros es Gilda, pero para él, es su mamá, era lo que más me preocupaba cuando desarrollamos el guión o cuando estrenamos. Yo estaba muy atenta a su mirada y a lo que él considerara porque se tocan hilos emocionales muy sensibles. Son experiencias que transforman la vida de las personas, también, a partir del cine. Ocurre mucho con el documental, así que estoy acostumbrada, y como esta película es tan masiva, tan popular, con tanta llegada, es mucho más intenso todo, en lo bueno y lo malo, en la devolución de la gente. Pero, haciéndole frente… (ríe Lorena).
P- “Gilda…” sigue en salas de todo el país, se proyectó en la cárcel de mujeres de Ezeiza y además para las presas trans, y el viernes 4 por la noche. En días más se va a dar en tres Espacios I de nuestra región.
R- Yo propuse que también había que mostrarla así porque me gusta mucho estar en contacto con el público, disfruto del acto social del cine, que vuelva a ser un lugar de encuentro, de volver a vernos, a mirar, a disfrutar. Socialmente es valioso y se está perdiendo, lamentablemente.
P- Cómo realizadora, ¿qué te están dejando estas experiencias?
R- Es espectacular lo que pasa. No solo entre la gente y la película, sino además por conocer historias de vida que me modifican. Algo totalmente novedoso es que hay quienes me dicen haberla visto cinco o seis veces. Soy de meterme en salas ni bien se apaga la luz, me escabullo en una butaquita al fondo y me gusta ver cómo late la sala, cómo el público vive la peli… Están los que hacen palmas o bailan durante la proyección, muchos me dicen que salen emocionados, llorando pero bailando también.
Me gustó que planteara un conflicto común a muchísimas mujeres, que el punto de vista –lo compartimos con Tamara- fuera el de una joven totalmente común para quien era mucho más cómodo seguir siendo Myriam Alejandra Bianchi, que convertirse en Gilda. Y se corre de ese lugar confortable, poniendo en riesgo un montón de cosas, entre ellas, alejarse de sus hijos. Con la desaprobación de su familia, de su marido a quien no juzgamos; pusimos sobre él una mirada compasiva. Todos los personajes son víctimas, salvo los casos de mafiosos de la noche. Entre los que rodean a Gilda emocionalmente, no hay buenos o malos, no los estereotipamos. Entendimos que se casó con una maestra jardinera, que solo quería formar una familia y tener sus hijos, hasta que la muerte los separe. En algún momento, ella dio un timonazo, cambió ese destino y él no pudo acompañarla. Todo esto sin juzgar a los personajes. Hay que entender que la vida es complicada, es difícil ser feliz y cada uno hace lo que puede. Esa mirada tuvimos.
P- Por las reacciones que comentaste, parece que la película fuera un vivo…
R- ¡Totalmente! Me acabo de dar cuenta ahora que lo estás diciendo. Eh, sí, sí, así parece, impresionante! A mí me cuesta hablar de ella en tiempo pasado, sabés? Lo hago en presente, quizá porque necesité retratar la vida y no su muerte. Es una decisión que tomamos…
Quería agregar sobre qué me deja esta película… Aparte de una transformación enorme porque me siento físicamente atravesada por ella, por la historia y lo que implicó, estoy muy emocionada por sus logros posteriores, por los encuentros y los lazos que ayudó a generar. Fabrizio, el hijo de Gilda, desde el día del accidente, no había vuelto a ver a los músicos, a los asistentes, a ninguna de las amigas de su madre, y a partir de la película pudo hacerlo. Lo sé por él y su adorable mujer, Brenda, quien abrió la puerta las tres veces que fui para que por favor compartiera los derechos sobre un pedazo de su vida.
Una cadena femenina hizo posible “Gilda…”, un núcleo de mujeres que se juntan, generan una fuerza muy intensa y consiguen logros como éste. Un poco lo que ella hubiese querido, creo yo. Me emociona saber que se puede hacer, que cuando se desea mucho, la unión hace a la fuerza. Cuando hay un grupo de seres que se suman, tienen un objetivo y un ideal, todo se logra. Lo consiguió Gilda con su proyecto, con su banda, y también nosotras con Natalia (Oreiro), con Brenda, Tamara y la misma Gilda.
“Me entusiasma que la investigación sea en profundidad e incluso poniendo el cuerpo, porque eso habla del respeto hacia lo que se va a narrar”,
remarca Lorena Muñoz sobre su método de trabajo.
Dónde y cuándo Minigira de Lorena Muñoz
Mañana: en el Espacio Incaa de Casa de la Cultura, en Roca, a las 23; y el miércoles 16, a las 21.
El sábado: en la sala de Roca y Don Bosco, de Cinco Saltos, a las 20.
El domingo: en el Cine Teatro Español, de Neuquén, el domingo a las 19:30 y 22 horas.
La entrada general costará
$ 30, y para estudiantes y jubilados $ 15.
Datos
- “Me entusiasma que la investigación sea en profundidad e incluso poniendo el cuerpo, porque eso habla del respeto hacia lo que se va a narrar”,
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