Los crímenes de Bariloche que quedaron en el olvido y la impunidad

En Bariloche persiste una larga lista de asesinatos ocurridos en los últimos años que la Justicia no logró resolver. Los responsables de esas muertes están libres y las familias de las víctimas, destrozadas. La mayoría de las causas, cerradas.

Hay crímenes que conmueven de manera diferente las fibras de una sociedad. Algunos quedan grabados en la memoria colectiva, otros con el paso del tiempo se olvidan. Y el olvido es el mejor aliado de la impunidad. Norma Penna, Gregorio Vargas, Honoria Reyes, Cipriano Alsina y Walter Mauro Pizarro vivían en esta ciudad, tenían amigos, familiares, caminaban por calles de Bariloche. Tenían sueños, proyectos. Pero el destino les jugó una emboscada macabra. Son las víctimas de crímenes impunes que hoy pocos recuerdan.

Norma Penna (66 años) era una mujer solitaria. No tenía familiares directos en esta ciudad y frecuentaba apenas a un puñado de personas. La muerte de sus padres había causado un vacío profundo en su corazón y la soledad se hizo más grande cuando se jubiló. “No tengo a nadie en el mundo”, decía Norma, que vivió toda la vida en la casa de sus padres, en Vicealmirante O´Connor al 700. Allí fue asesinada con alevosía en noviembre de 2012. Nunca nadie alzó la voz para reclamar por el esclarecimiento del crimen.

La autopsia estableció que murió asfixiada por ahorcamiento y traumatismo de cráneo encefálico. El cadáver estaba en avanzado estado de descomposición porque el o los homicidas dejaron las hornallas de la cocina encendidas. Por eso, el calor era agobiante cuando los policías entraron a la vivienda.

Tenía las manos atadas a la espalda, estaba tirada en piso. Se sospechó que había sufrido un abuso sexual. El televisor estaba encendido y la puerta no había sido forzada. La investigación judicial no avanzó nunca y el fiscal Guillermo Lista tiró la toalla porque no encontró pruebas para identificar al homicida. La causa se archivó el 21 de julio de 2015, indicaron fuentes judiciales. Del caso nunca más se volvió a hablar. Ni siquiera hubo ofrecimiento de recompensa por parte del Estado provincial para obtener datos relevantes para la investigación. Quedó impune. Sólo unos primos se presentaron para reclamar la herencia.

Último reencuentro

Gregorio Vargas (42 años) tenía un humor muy especial, Siempre andaba sonriendo. Ricardo lo cruzó en agosto de 2015, pocos días antes de que lo mataran. Habían trabajado juntos durante más de diez años pero luego cada uno había tomado un rumbo diferente.

Por el crimen de Gregorio no hubo ninguna protesta. Nadie salió a marcha para pedir justicia. Sólo quedó en recuerdo de aquellos que lo conocieron.

Lo asesinaron de un balazo la madrugada del 22 de agosto de 2015. Había organizado un asado en la casa de su esposa porque habían resuelto volver a empezar tras una separación.

Uno de sus hijos quiso bajar con unos amigos a comprar alcohol en una vivienda del barrio 10 de diciembre, que vendía clandestinamente. Él quiso acompañarlo. Cuando llegaron a la casa de Anasagasti, entre John O’Connor y Frey, hubo un problema con unos jóvenes que estaban en el lugar.

Parecía que se trataba de un incidente menor, porque el otro grupo se retiró, pero se escucharon detonaciones de arma de fuego. Los jóvenes huyeron en distintas direcciones, pero Vargas quedó en el Escort. Cuando regresaron al auto, Vargas estaba muerto.

Hubo un sospechoso detenido por el homicidio, pero no surgieron pruebas para confirmar las sospechas y fue sobreseído. La investigación estuvo a cargo del entonces agente fiscal Eduardo Fernández.

El caso estuvo pocos días en la prensa y después se diluyó. La causa fue archivada en diciembre de 2015 por disposición del exjuez de Instrucción Bernardo Campana, informaron fuentes judiciales.

Jubilada tranquila

Honoria Peña vivía tranquila en su casa de 25 de Mayo al 135. Era habitual verla en su patio, preocupada por alguna de sus plantas. Uno de sus hijos la visitaba frecuentemente.

Honoria vivía sola. Era jubilada y murió de una manera cruel: atada a su cama, indefensa, a mediados de septiembre de 2014. La sospecha es que murió durante un robo.

El crimen aún no se esclareció. Nadie mencionó nunca su nombre en las marchas por los casos impunes. La investigación estuvo a cargo de Fernández, pero no hubo avance.

Sin embargo, la investigación aún no pasó al olvido. Hay una pista que los investigadores descubrieron después de varios años de inactividad. Aunque las fuentes no revelaron más información. La investigación la reactivó la fiscal Betiana Cendón.

Un caso enigmático

La causa por el homicidio de Cipriano Alsina se archivó el 28 de octubre de 2015. Así lo resolvió el exjuez de Instrucción Ricardo Calcagno después de que pasaran meses sin que surgieran pruebas. La fiscalía siempre apuntó como única sospechosa a la exesposa de Alsina. Pero la mujer lo negó hasta el último momento, porque resolvió quitarse la vida. La investigación se archivó por orfandad probatoria.

La mujer lo había encontrado muerto la madrugada del 13 de diciembre de 2014, en su habitación. La puerta del departamento no estaba forzada y no había desorden. Murió como consecuencia de los golpes cono contundente en la cabeza. Le habían robado 2.000 pesos, un celular y una libreta. Fernández sólo investigó la hipótesis de la mujer y sin ninguna otra pesquisa, la causa se congeló. Nadie se quejó ni cuestionó el archivo.

Muerte solitaria

La mañana del 13 de marzo de 2016, vecinos del barrio Elflein otra vez se despertaron con la noticia del hallazgo de un hombre asesinado en un descampado.

La víctima fue identificada como Walter Mauro Pizarro (35 años). Tenía dos puñaladas en la espalda.

Fernández estuvo a cargo de la investigación, pero la Policía no encontró pistas para identificar al asesino. La investigación quedó estancada y el crimen se sumó a la lista de los homicidios impunes.

Otros casos que la

Justicia no logró resolver

Guillermo Neumann: fue asesinado la noche del 26 de marzo del 2010, cuando llegaba a su domicilio en El Bolsón. El crimen aún está impune y la investigación, sin imputados. Era médico policial. La causa se tramitó en Bariloche.

Jorge Nahuelquín: lo asesinaron la madrugada del 21 de abril del 2011, en el barrio 150 Vivienda. Murió por un profundo corte en el cuello. Su expareja fue acusada por el homicidio, pero fue absuelta por el beneficio de la duda. La mujer murió tiempo después y la investigación nunca avanzó hacia otra hipótesis.

Cristian Nicolás Varela: el joven murió el 27 de agosto del 2012 tras una brutal golpiza, en el barrio Nahuel Hue. Los tres sujetos que habían sido imputados por el crimen fueron absueltos por falta de pruebas. Nunca se supo quiénes lo mataron.

Miguel Ángel Arriagada: fue asesinado de un puntazo al corazón la madrugada del 8 de diciembre del 2013, en la calle Arrayanes al 835 de esta ciudad. Los dos imputados fueron absueltos por falta de pruebas. Se desconoce si la investigación siguió adelante.

Giselle Monje: el cuerpo de la joven apareció el 11 de diciembre del 2013, en un descampado. Los dos únicos imputados que hubo en la causa fueron sobreseídos. La investigación no tuvo avances. Es uno de los pocos casos que aún se recuerda en algunas marchas contra la impunidad.

Juan Carlos Cheuqueman: murió el 10 de febrero del 2014 tras recibir un disparo de arma de fuego. Lo hallaron tirado en el cruce de la calle Luelmo y avenida 12 de Octubre. Nunca se supo quién lo mató.

Matías Mario Díaz: murió el 28 de septiembre del 2014 tras recibir un tiro durante un enfrentamiento entre dos grupos. Hubo imputados en la causa, pero la investigación no tuvo avances importantes.

Mauro Zeltzer: el crimen del joven ocurrió la mañana del 3 de junio del 2015. Su expareja estuvo imputada, pero por falta de pruebas se le dio la falta de mérito. La investigación sigue abierta, pero sin avances


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