«Los Miserables», como en Nueva York y Londres

Se presentó la versión musical del clásico en el Teatro Opera.

Buenos Aires (Télam).- El musical «Los Miserables», uno de los mayores éxitos del género a nivel mundial, llegó a Buenos Aires con una puesta impecable que no guarda diferencias con las de Nueva York o Londres, y un elenco local sorprendente que ratifica el talento de los cantantes argentinos.

El Teatro Opera recibió la superproducción basada en el clásico de Víctor Hugo, que se centra en la figura de Jean Valjean, un hombre que cumplió una condena por robar pan para comer y que, conmovido por la sabiduría de un religioso que no lo delata tras un nuevo delito que comete, decide cambiar su vida ayudado por el dinero y las pertenencias que sustrae de la casa del clérigo.

La acción transcurre en Francia en el siglo XIX, en tiempos de barricadas y revoluciones en busca de mayor libertad y mejores condiciones de vida para un pueblo sojuzgado por un poder totalitario, que aparece representado en el personaje del policía Javert, dispuesto a hacer cumplir la ley sin excepciones.

El afiatado musical de Alain Boublil y Claude-Michel Schînberg entrelaza la lucha con el amor, ya que la vida del protagonista -que se convierte en un patrón sensible y alcalde de un pueblo- se abre a un mundo de emociones románticas desde que asume el ciudado de la hijita de Fantine, una trabajadora de su empresa que fallece.

La puesta en escena del galés Ken Caswell no presenta fisuras y maneja un ritmo fluído a lo largo de las más de 3 horas que dura el espectáculo, y que salvo algunos pasajes, no se hace largo y se disfruta con todo los sentidos.

La escenografía es austera, con un vestuario en tonos ocres y un diseño lumínico interesante que juega con contrastes, luces y sombras por momentos expresionistas.

Sobre el piso del escenario hay una amplio círculo giratorio que otorga una sensación de desplazamiento adicional a los movimientos de los intérpretes.

Convencen todos, sin excepciones y con verdaderos lujos como Carlos Vittori como Valjean, Juan Rodó como Javert, Elena Roger como Fantine y Pili Artaza como Eponine, la hija de la pareja que toma a su cargo a la pequeña Cosette.

Las melodías reproducen los dos ejes del espectáculo, lo épico y lo romántico, y hallaron en la compañía argentina intérpretes inmejorables.

Rodó demostró una vez más su talento para dar vida a personajes fuertes y una voz que por momentos alcanza sonidos furiosos, como los de un animal, mientras que Vittori se maneja con soltura y gran emotividad en dos registros, uno más agresivo y combativo y otro más dulce, en escenas vinculadas con el amor y el ciudado.

El elenco masculino en su totalidad es de muy buen nivel, con voces limpias y potentes, al igual que el femenino en el que Roger y Artaza se destacan y se lucen en solos de gran belleza.

La cuota de humor se hace presente con el matrimonio Thénardier, una pareja grotesca e inescrupulosa que más que ciudar a Cosette la hacen trabajar a sol y sombra, hasta que Valjean la rescata.

El mal gusto y la grosería se superponen en este dúo que tiene algo de la madrastra de Cenicienta, aunque marcadamente torpe, con aires de grandeza y por lo tanto ridículos.

Antenoche, el público ovacionó de pie al elenco que ofreció una obra que no tiene absolutamente nada que envidiar a las puestas extranjeras.

Mientras que Caswell y Daniel Grinbank (uno de los productores) recibían felicitaciones de la platea en la que se encontraban figuras como Valeria Lynch, Miguel Abud, Carlos Santamaría, Andrea Pietra, Pinky y Raúl Taibo.


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