“Los ‘protestantes’, testigos a favor de la vida”

El 31 de octubre es, para una parte del mundo, una fecha de histórica importancia. Me refiero al “mundo protestante”. El 31 de octubre 1517 el monje agostino y doctor en Ciencias de Derecho y de Teología Martín Lutero colocó en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg (Alemania Oriental) sus 95 tesis, un acto que marcó un antes y un después en la realidad de Europa Central. La comúnmente llamada “Reforma” es, en realidad, una revolución, ya que aquella hoja de papel y su contenido, que cuestiona públicamente la decadencia institucionalizada tanto del clero como de la clase política de turno, trajo consecuencias que ni siquiera Lutero se atrevió a imaginar: las 95 tesis fueron el comienzo de un largo proceso que primero causó el derrumbe del sistema vigente para luego dar lugar a algo nuevo. Lutero quiso reformar su iglesia, pero sus críticas hicieron temblar a toda una clase de dirigentes que se mantenían en el poder y que disfrutaban de sus privilegios gracias a la ignorancia y a la miseria a las que estaba sometido el pueblo. Hasta aquel acontecimiento la situación de vida de un altísimo porcentaje de las clases populares se asemejaba bastante a la de millones de africanos y latinoamericanos en la actualidad. ¿Qué había cambiado y por qué una buena parte de la humanidad todavía sigue sometida a la miseria medieval? La “Época de la Reforma”, más allá de la cuestión religiosa, produjo cambios muy profundos en casi todos los ámbitos de la vida de la gente: gobernar y administrar el mundo desde arriba hacia abajo, en forma vertical y con autoritarismo, tenía sus raíces en la práctica del imperio romano, que aplicaba el “divide y reinarás” mediante intrigas y un sistema de corrupción como sostén y garantía de su estilo de vida. Lutero (y con él los otros reformadores como Juan Calvino y Ulrico Zwinglio en Suiza) descubrió, a partir del estudio de la Biblia, que ni la enseñanza de la Iglesia Romana ni su práctica tenían nada que ver con el concepto del Reino de Dios y del Evangelio. A partir de ese “descubrimiento” Lutero busca una nueva manera de ver el mundo, una nueva práctica en todos los ámbitos de la vida, más “horizontal”, reemplazando el verticalismo dominante. Y el camino para lograr este objetivo era la educación: “Si yo quiero sacar a la gente de la indiferencia y la ignorancia, tengo que enseñarle a leer, a escribir, a pensar”, escribió Lutero a Erasmo de Rotterdam. Un año después de las “tesis”, en la mayoría de las regiones y los principados que habían apoyado la “causa” se había decretado la obligatoriedad escolar para todos los niños de entre siete y trece años y más tarde también para los adultos. El concepto de la escuela pública, obligatoria y gratuita tiene ahí sus orígenes. Y es más: de repente ya no había tabúes, ya la Iglesia no era dueña de la única verdad y en las universidades el criterio de la investigación ya no era el dogma sino la libertad de conciencia y los desafíos que plantearon los misterios de la filosofía, de la física y de la naturaleza. ¿Y hoy? No es casualidad que todos los países de tradición protestante (Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, República Checa, Países Bajos, Alemania, Suiza, etcétera), en lugar del sistema presidencialista y unipersonal practiquen la democracia parlamentaria; es decir, el “lugar de trabajo” de los jefes de gobierno, así como de sus respectivos gabinetes de ministros, es el Parlamento y no la “Casa Rosada”: es en el Parlamento, representación directa del pueblo, donde han de rendir cuentas todos los días. Tampoco es casualidad que en los mencionados países la educación, desde el jardín hasta la universidad, sea gratuita, pública y del mejor nivel (en Alemania hay una sola universidad privada). Asimismo el sistema de salud, que es del mejor nivel y público, y ni hablar de los estándares de justicia social y del funcionamiento del sistema de justicia. La Reforma del siglo XVI no ha creado un sistema de convivencia humano perfecto o ideal, pero sin lugar a dudas le ha devuelto a la humanidad su dignidad y su capacidad de optar entre varios caminos posibles. Su eje central es la “libertad de conciencia”, un concepto que en nuestro continente brilla (todavía) por su ausencia. Reiner Kalmbach, DNI 92.869.738 Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Allen y San Martín de Los Andes Allen

Reiner Kalmbach, DNI 92.869.738 Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Allen y San Martín de Los Andes Allen


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