«Los vi confiados y pensé: se van a comer una paliza»
Tras catorce horas de vuelo, su sonrisa chocaba con sus ojeras. Notable en la final ante Italia, el base Alejandro Montecchia llegó ayer al país luciendo en su pecho aquello por lo que quedará en la historia: la medalla de oro en básquet.
Montecchia arribó pasadas las 8 al aeropuerto de Ezeiza y reconoció de inmediato que la gesta de Atenas aún parece un sueño: «Todavía no hemos caído porque hasta ahora hemos estado festejando. Cuando nos calmemos, entraremos en razón de lo logrado», expresó el base que juega en España, al ser abordado por numerosos periodistas, a poco de desembarcar.
Montecchia, integrante del quinteto ideal del torneo, resaltó como virtud del equipo el «no haberse confiado después de haberles ganado a los mejores del mundo» que eran hasta ese momento los Estados Unidos, campeones olímpi-cos de Barcelona 92, Atlanta 96 y Sydney 2000.
Precisamente, el jugador oriundo de Bahía Blanca, criticó al hasta ese momen-to denominado dre-am team al señalar que «estaban confiados en que gana-ban el torneo fácil».
«Me quedó grabado cuando entra-mos a la cancha con ellos y se les veía la cara de confiados, de displicentes, y pen-sé: 'se van a comer una paliza', y así fue», relató Montecchia, sobre la previa de ese histórico encuentro.
Respecto de su condición de jugador «bajo» (1,80) para un juego que actualmente es dominado por hombres de dos metros, Montecchia apuntó que «aunque no tengo la estatura ideal, me las rebusco, así que algún mérito debo tener».
El jugador de 32 años también tuvo palabras de elogio para su amigo y coterráneo Emanuel Ginóbili, quien fue elegido el jugador «Más Valioso» del torneo. «Manu es un monstruo, es lejos el mejor jugador de América. Pero el grupo tiene muchísima experiencia a nivel internacional y consiguió cosas cuando Manu no estaba en la NBA», aseveró el base, autor de tres triples fundamentales en la final.
A su vez, Montecchia anunció que la victoria por 84-69 sobre Italia en la final fue su último partido con la selección, por una «decisión familiar».
Asimismo, según se informó ayer, Emanuel Ginóbili se dirigió a Italia desde Grecia para cumplir con compromisos comerciales, y luego vendría a la Argentina. Mientras que parte del plantel campeón debió quedarse en Europa, ante la convocatoria de sus respectivos clubes.
Tras catorce horas de vuelo, su sonrisa chocaba con sus ojeras. Notable en la final ante Italia, el base Alejandro Montecchia llegó ayer al país luciendo en su pecho aquello por lo que quedará en la historia: la medalla de oro en básquet.
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