Marcha y pesar por el crimen del joven de Viedma

Por momentos fueron mil las personas que reclamaron por el homicidio de Atahualpa Martínez. La marcha empezó en la toma "30 de Marzo" y culminó frente a la Casa de Gobierno.

VIEDMA (AV)- La comunidad clamó por el esclarecimiento del crimen del chico Atahualpa Martínez. Julieta Vinaya, la madre del joven que en diez días cumpliría 20 años, encabezó la marcha desde el barrio «30 de Marzo» hasta la Casa de Gobierno. A su lado, Familiares del Dolor llegados desde Cipolletti y Buenos Aires, marcaron el paso de una movilización que por momentos sumó a más de un millar de personas.

El grito de «Atahualpa presente, ahora y siempre», rebotó en las paredes, recorrió el asfalto e ingresó en los hogares, en los comercios y en las oficinas. «Me arrancaron a mi hijo, lo mataron por la espalda y lo tiraron en un camino en las afueras de la ciudad. Alguien tuvo que ver algo», vociferó Julieta frente a la Casa de Gobierno, ante una multitud que lloraba.

Cuando Daiana Quinteros, una compañera de Ata -como le decían al muchacho asesinado el pasado 15 de julio- tomó el micrófono, de las velas que iluminaron el largo recorrido desde la toma hasta el centro durante más de tres horas, apenas quedaban los pabilos encendidos. «Era la persona más buena que conocí y por eso no podemos entender lo que pasó. Nosotros ya no podemos creer en nada ni en nadie, porque un asesino camina por la ciudad», dijo.

La caminata se inició pasadas las 17.30 en la toma del barrio 30 de Marzo, donde Atahualpa había levantado una pequeña casilla para su hermana y había ayudado al resto de los ocupantes a acarrear agua, clavar las estacas y medir los terrenos. A las 18.30 la movilización llegó al pub Miloca, donde el chico fue visto por última vez en el aquel domingo fatídico. A dos cuadras del pub, en cercanías de la Escuela a la que asistía Ata, se sumaron sus compañeros y docentes. Cuando las chicas y chicos le entregaron a Ayelén, la hermana del joven asesinado, la campera de futuros egresados, con inscripciones que lo recuerdan, la emoción embargó a todos y fue incontenible para la niña.

En un momento las piernas de Julieta flaquearon, pero los Familiares del Dolor la contuvieron. De nuevo tomó el micrófono. Y volvió a hacer suyo el reclamo de todos los que ayer caminaron junto a ella. «Justicia y compromiso. Quien haya visto algo que lo diga. Necesitamos saber la verdad. Porque mi hijo no merecía esto. Ahora lo quieren ensuciar, pero él sigue siendo nuestro ejemplo.


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