Máxima encanta con su sonrisa, glamour e inteligencia

AMSTERDAM (AFP).- Vestida de Valentino, la princesa Máxima acaparó ayer todas las miradas al llegar a la gala en el renovado Rijismuseum, un día antes de la entronización de su marido Guillermo Alejandro, confirmando un estilo que la ha consagrado como una de las más elegantes de la monarquía europea. Máxima eligió un vestido rojo sangre con escote que dejaba sus hombros descubiertos y volados. Tenía el cabello semirrecogido de manera de lucir mejor su tiara y alhajas. Valentino la vistió también el día de su boda con un clásico traje color marfil, del cual salía una cola de cinco metros. La princesa, a punto de convertirse en reina consorte de Holanda, también suele lucir modelos del belga Edouard Vermeulen, del holandés Jan Timiniau o del argentino Benito Fernández. Todos ellos presentan a Máxima como una de las princesas más elegantes de Europa, con una impronta joven y vanguardista, y elecciones que siempre resultan acertadas y mediáticas. “Es sin lugar una mujer actual, activa, que ama la moda y el papel que debe desempeñar ante su familia y el país”, dijo Vermeulen, quien viste a la mayor parte de la realeza europea. “Y tiene ese carisma latino y una sonrisa deslumbrante, que la han convertido en una de las más admiradas. Máxima “nació para ese papel”, dijo. El duelo de estilos y la comparación entre las futuras reinas y princesas es interminable. Cada aparición pública de ellas es analizada por expertos de moda y en las estrictas reglas de etiqueta. A la argentina Máxima Zorreguieta, de 41 años, le gustan los colores llamativos. Naranjas, amarillos, rojos o vivos estampados florales pero también ocres o pasteles. No faltan los trajes sastre de corte clásico o los típicos jeans y las camisas blancas. Pero es en los grandes eventos, bodas reales o actos oficiales en los que la argentina destaca, añadiendo sofisticación. El efecto Máxima es tan grande que ha inspirado en más de una ocasión a la diseñadora belga Fabienne Delvigne, quien se especializa desde hace 25 años en la creación de sombreros para la aristocracia europea. “Muchas veces me digo, este sombrero es para Máxima” cuenta Delvigne. Máxima pasó de una carrera exitosa (trabajó en el banco HSBC, Dresdner Kleinwort and Benson o Deutsche Bank) a pertenecer a una de las monarquías europeas más importantes y ricas desde que se casó en 2002 con el príncipe Guillermo Alejandro. Para el argentino Benito Fernández, “es una mujer segura hasta de sus flaquezas”, dice quien le diseñó un impactante vestido rojo de organza exhibido en el Palacio Het Loo (Apeldoorn, Holanda) cuando cumplió diez años como princesa de Holanda. Es una mujer con personalidad, pero lo suficientemente inteligente para saber que no vale la pena pelear por todas las batallas. Por eso aceptó que su padre, Jorge Zorreguieta, alto funcionario de la dictadura argentina (1976/83), no fuera a su boda ni vaya a la investidura de su marido como rey. “Máxima es una mujer de su tiempo”, opina Fernández. Envía a sus hijas a la escuela pública y se desempeña como abogada de la ONU, impulsando iniciativas de microcrédito y de emancipación de mujeres inmigrantes, entre otras causas solidarias. “Ella es la Máxima de todas las princesas. Y será la máxima reina consorte europea”, opinó el periodista Jaime Peñafiel, experto en realeza. “No he visto una mujer con una sonrisa tan espontánea sin esfuerzo. Su presencia agrada la vida que la de otros ofende”. Por eso no dudó en enfundarse en septiembre un traje de neoprene para nadar junto a miles de personas por los canales de Amsterdam, en un evento solidario. Salió empapada pero con su eterna sonrisa, con la que ha conquistado a toda Holanda.

Con un vestido de Valentino, Máxima acaparó todas las miradas en la gala de anoche.


AMSTERDAM (AFP).- Vestida de Valentino, la princesa Máxima acaparó ayer todas las miradas al llegar a la gala en el renovado Rijismuseum, un día antes de la entronización de su marido Guillermo Alejandro, confirmando un estilo que la ha consagrado como una de las más elegantes de la monarquía europea. Máxima eligió un vestido rojo sangre con escote que dejaba sus hombros descubiertos y volados. Tenía el cabello semirrecogido de manera de lucir mejor su tiara y alhajas. Valentino la vistió también el día de su boda con un clásico traje color marfil, del cual salía una cola de cinco metros. La princesa, a punto de convertirse en reina consorte de Holanda, también suele lucir modelos del belga Edouard Vermeulen, del holandés Jan Timiniau o del argentino Benito Fernández. Todos ellos presentan a Máxima como una de las princesas más elegantes de Europa, con una impronta joven y vanguardista, y elecciones que siempre resultan acertadas y mediáticas. “Es sin lugar una mujer actual, activa, que ama la moda y el papel que debe desempeñar ante su familia y el país”, dijo Vermeulen, quien viste a la mayor parte de la realeza europea. “Y tiene ese carisma latino y una sonrisa deslumbrante, que la han convertido en una de las más admiradas. Máxima “nació para ese papel”, dijo. El duelo de estilos y la comparación entre las futuras reinas y princesas es interminable. Cada aparición pública de ellas es analizada por expertos de moda y en las estrictas reglas de etiqueta. A la argentina Máxima Zorreguieta, de 41 años, le gustan los colores llamativos. Naranjas, amarillos, rojos o vivos estampados florales pero también ocres o pasteles. No faltan los trajes sastre de corte clásico o los típicos jeans y las camisas blancas. Pero es en los grandes eventos, bodas reales o actos oficiales en los que la argentina destaca, añadiendo sofisticación. El efecto Máxima es tan grande que ha inspirado en más de una ocasión a la diseñadora belga Fabienne Delvigne, quien se especializa desde hace 25 años en la creación de sombreros para la aristocracia europea. “Muchas veces me digo, este sombrero es para Máxima” cuenta Delvigne. Máxima pasó de una carrera exitosa (trabajó en el banco HSBC, Dresdner Kleinwort and Benson o Deutsche Bank) a pertenecer a una de las monarquías europeas más importantes y ricas desde que se casó en 2002 con el príncipe Guillermo Alejandro. Para el argentino Benito Fernández, “es una mujer segura hasta de sus flaquezas”, dice quien le diseñó un impactante vestido rojo de organza exhibido en el Palacio Het Loo (Apeldoorn, Holanda) cuando cumplió diez años como princesa de Holanda. Es una mujer con personalidad, pero lo suficientemente inteligente para saber que no vale la pena pelear por todas las batallas. Por eso aceptó que su padre, Jorge Zorreguieta, alto funcionario de la dictadura argentina (1976/83), no fuera a su boda ni vaya a la investidura de su marido como rey. “Máxima es una mujer de su tiempo”, opina Fernández. Envía a sus hijas a la escuela pública y se desempeña como abogada de la ONU, impulsando iniciativas de microcrédito y de emancipación de mujeres inmigrantes, entre otras causas solidarias. “Ella es la Máxima de todas las princesas. Y será la máxima reina consorte europea”, opinó el periodista Jaime Peñafiel, experto en realeza. “No he visto una mujer con una sonrisa tan espontánea sin esfuerzo. Su presencia agrada la vida que la de otros ofende”. Por eso no dudó en enfundarse en septiembre un traje de neoprene para nadar junto a miles de personas por los canales de Amsterdam, en un evento solidario. Salió empapada pero con su eterna sonrisa, con la que ha conquistado a toda Holanda.

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