Este buzo uruguayo lleva años apasionado por la costa de Río Negro

Las aguas de la ría de San Antonio, Las Grutas y del puerto son su territorio. Un buzo de primera que realiza múltiples actividades. “El mar te abraza y te sana”, explica.

Antonio “Tony” Brochado tiene 63 años y desde los 23, gran parte de su vida transcurrió bajo el agua. El mes pasado se publicó su libro “Vida de buzo”. Allí compiló las historias que por años compartió con los vecinos de San Antonio Oeste. Son relatos surgidos de vivencias que lo convierten en uno de los personajes más queridos de la zona.

Hoy, este uruguayo que se radicó hace décadas en Argentina, lleva casi la mitad de su existencia en San Antonio. Y las aguas de la ría local, las del Puerto San Antonio Este y las del balneario Las Grutas, bañan sus ricas anécdotas.

“Me enloquece bucear. Me siento mejor debajo del agua. Siento placer, bienestar. El mar te abraza, te llena de sensaciones. Es como un mimo. El agua sana”

“Tony” Brochado

Pero más allá de su expresión poética, el hombre supo hacer de esta afición subacuática su medio de vida. Y, en una región en la que abundan los buzos deportivos, él orientó su práctica hacia lo comercial. Ahora es el único profesional de primera en el lugar, que es la categoría máxima a la que pueden llegar los que no eligen especializarse en el buceo a más de 100 metros.

“Desde 1991 que estoy trabajando en la realización de tareas de mantenimiento para Patagonia Norte, la firma que concesiona el Puerto San Antonio Este. Y también llevando a realizar labores de balizamiento a técnicos de hidrografía naval, hacia las dos balizas (faros) que existen en la zona”, contó el buzo.

De hecho, su firma “El Austral”, fue “la única del rubro que a nivel local logró sobrevivir a través del tiempo, y hoy cuenta con más de 30 años de trayectoria”.

Esa empresa fue la que, en los últimos meses, participó del hundimiento de las embarcaciones que se sumaron al parque subacuático de Las Grutas. “Los hundimientos que programamos fueron considerados perfectos, los barcos llegaron en la posición ideal al lecho marino” se enorgulleció Tony.

El mismo orgullo lo embarga al hablar de sus hijos. En especial cuando cuenta los progresos de Marcos, que se dedica a la misma actividad y seguirá sus pasos en la firma de buceo. “Él, con sólo 23 años, es buzo profesional y científico. Y ya alcanzó la categoría 2, algo para destacar” señaló con entusiasmo.

Con respecto a los trabajos que realiza, por los que gana cuatro veces más que el dinero que obtendría por trabajar en tierra, la rutina abarca reparaciones subacuáticas, soldadura de estructuras submarinas y mantenimiento del muelle. Pero por fortuna, a veces aparecen labores extraordinarias. Como las contrataciones para detectar restos de naufragios, o aquella búsqueda de los presuntos submarinos nazis en Caleta de los Loros, que a finales de los ‘90 fue noticia, pese a que finalmente no hubo hallazgos sobre el tema.

«Y si… ésa es la parte que más me apasiona. La arqueología submarina es atrapante. De allí surgieron varios de mis escritos”, afirmó sonriente.

Agencia: San Antonio Oeste


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