Mujeres previsoras: lo importante del control ginecológico

Con controles se pueden detectar alteraciones.

Cada etapa de la vida madurativa de una mujer debe ser controlada ginecológicamente. La adolescencia es un difícil período comprendido entre los 10 y 20 años y se caracteriza por la resistencia a estos controles. Se inicia con la pubertad que comprende entre los 10 hasta los 15 años aproximadamente, y se manifiesta principalmente por cambios corporales y mentales: el cuerpo de la niña adquiere funciones de adulto.

Luego pasa a la adolescencia media (15 a 18 años). donde existe un conocimiento y aceptación de las modificaciones corporales, sus funciones y capacidades. En este período comienza la búsqueda de la identidad sexual.

Y, como último período, la adolescencia tardía (18 a 20 años) alcanzaría la madurez biopsicosocial o identidad adulta como mujer. Es un momento donde resalta una tendencia a la rebeldía y a buscar independencia del grupo familiar. Durante este período pueden presentarse alteraciones del desarrollo de los caracteres sexuales y trastornos funcionales del ciclo (irregularidades menstruales).

 

Una consulta diferente

El comienzo precoz de las relaciones sexuales, muchas veces discordante con, la madurez intelectual de las adolescentes, trae aparejados problemas de embarazos no deseados, abortos provocados, métodos anticonceptivos, parejas múltiples, enfermedades de transmisión sexual, etc.

Por eso, es importante en este período pleno de rebeldía, la presencia de un referente médico contenedor, reconocido por los padres del adolescente. Un profesional en quién pueda canalizar sus dudas libres de prejuicios y pudores, y no solamente sus conflictos desde el punto de vista orgánico.

Entre los 20 a 35 años, los motivos de consulta más frecuentes están relacionados con la infertilidad; esterilidad; métodos anticonceptivos; enfermedades de transmisión sexual, etc.

Pero, entre los 35 a 45 años, los motivos de consultas se basan en prevenir problemas tumorales (fibromas uterinos, quistes ováricos, lesiones benignas o malignas de cuello uterino) y prolapsos genitales o, si existen, directamente tratarlos.

Entre los 45 a 55 años el mayor interés son los trastornos funcionales del ciclo (irregularidades menstruales), síndrome perimenopáusico y problemas tumorales (benignos y malignos). Y, más adelante, el climatérico, prolapsos y procesos tumorales malignos ocupan el primer plano de preocupación tanto en la mujer como en el especialista.

Métodos complementario  

Existen múltiples estudios complementarios y cotidianamente aparecen nuevos y más precisos.

• Colposcopía: instrumento óptico que permite visualizar lesiones del cuello uterino, vagina y vulva. Es un método totalmente indoloro. Y se efectúan tomas de las lesiones para examen de Papanicolaou o biopsias de las zonas para diagnóstico preciso.

• Mamografía: estudio radiológico básico para control mamario.

Ante imágenes dudosas se puede repetir el estudio con magnificación y comprensión que aumenta la imagen. O complementar con ecografía mamaria para aclarar el diagnóstico. Toda mujer -aún sin problemas mamarios- debe realizarse una mamografía inicial de control a los 35 años. Aunque, actualmente, hay tendencia a realizar dicho estudio a los 30 años. Entre los 40 a 50 años hay que realizar una mamografía cada año y medio o dos. Y, a partir de los 50 años debe realizarse anualmente. Esto queda supeditado al criterio médico, ya que ante factores de riesgo aumentados o situación que lo requiera, se efectuará fuera de estos tiempos pautados y con la frecuencia necesaria que dictamine el profesional.

Algo bastante frecuente es la colocación de prótesis mamarias que requiere como requisito legal una mamografía y ecografía mamaria previa a su colocación, a cualquier edad. Luego de colocadas se controlan las mamas y las prótesis mediante mamografías (con una técnica especial) y también con ecografías ya que las prótesis dificultan el estudio clínico y radiológico de las mamas.

• Ecografía mamaria: puede realizarse a cualquier edad y con la frecuencia que considere el profesional. Es un complemento de la mamografía pero no la reemplaza. Se realiza con frecuencia en la mujer menor de 35 años dadas las características de la mama a esa edad y al tipo de patología que se presenta en ese período.

• Ecografía Ginecológica: la ecografía ginecológica abdominal (convencional) permite una visión panorámica del aparato genital aunque sin detalles de precisión. En cambio, la ecografía ginecológica transvaginal permite visualizar detalles mínimos: quistes ováricos, alteraciones de las trompas de Falopio, la presencia de un embarazo, la ubicación correcta de un DIU que a veces se desplazan, el espesor del endometrio, la presencia de pólipos o fibromas, tumores ováricos (benignos o malignos), etc. Este estudio resulta de gran utilidad en la pesquisa del cáncer ovárico (más frecuente entre los 45 a 60 años) que se presenta en forma totalmente silenciosa y es difícil descubrir en sus estadios iniciales mediante un tacto vaginal.

A la ginecología le interesa prevenir la enfermedad más que tratar sus consecuencias. Y, lograr la detección precoz del cáncer ginecológico o cualquier otro trastorno.

La insistencia para que las mujeres realicen estos controles se basa particularmente en el protagonismo que tiene el cáncer femenino.

El más frecuente es el de mama (en medios urbanos), le sigue el de cuello uterino (relación que se invierte en medios rurales), y luego el cáncer de endometrio (cuerpo uterino), ovario y con menor frecuencia el de vulva.

                        Sandra Barreto

 

Asesoramiento: Juan Osvaldo Mormandi, médico cirujano, especialista en ginecología y obstetricia, docente autorizado en ginecología en la Universidad de Buenos aires (UBA) y jefe del servicio de Ginecología del Hospital Ex Castex.

Requisito ineludible

El control ginecológico anual en la mujer es un requisito ineludible en la actualidad. Su importancia primordial consiste en:

• Informar sobre su funcionamiento ovárico y ofrecerles datos sobre la importancia del auto examen mamario.

• Informar sobre el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual y cómo prevenirlas.

• Dar pautas de procreación responsable, de períodos apropiados entre partos, de amamantamiento y de métodos anticonceptivos adecuados a las distintas edades de la mujer entre otros

• Enseñar la detección precoz de lesiones que inicialmente pueden ser asintomáticas, por ejemplo en las menopausia la alteración de los lípidos aumenta el riesgo coronario y puede llevar a un problema cardíaco. O la alteración del metabolismo fosfocálcico que puede evolucionar hacia una osteoporosis, o las lesiones mamarias no palpables (detectadas sólo mediante mamografías) que pueden transformarse en un cáncer.


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