Japón vierte al mar aguas de la central nuclear de Fukushima en medio de la tensión con China y con el aval de la OIEA

Crece la tensión con China por el vertido de la planta nuclear destruida por el terremoto. Rafael Grossi, el argentino que lidera el Organismo Internacional de Energía Atómica, afirmó que las aguas no son nocivas para la población. 

Los primeros vertidos de agua de la central nuclear de Fukushima se ajustan a las expectativas y no son nocivos para la población, confirmó el martes el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).


«Pudimos confirmar que los primeros vertidos de agua no contenían radionucleidos en niveles nocivos», declaró Rafael Grossi durante una visita a Estocolmo.


«Estos primeros vertidos se ajustan a nuestras expectativas, pero los seguiremos vigilando hasta que se descargue la última gota», dijo.


Japón inició el jueves el vertido al mar de más de 1,3 millones de metros cúbicos de agua procedentes de la planta nuclear de Fukushima, destruida por un masivo terremoto y un tsunami en 2011.

Vista aérea muestra los tanques que contienen aguas residuales radiactivas tratadas en la central nuclear de Fukushima.


El OIEA había dado su visto bueno al proyecto en julio.


El agua que de descarga al mar es tratada mediante un proceso de filtración que permite eliminar la mayor parte de las sustancias radiactivas, con excepción del tritio, que necesitaría otro tipo de tecnología.

La agencia nuclear de la ONU indicó sin embargo el 24 de agosto que la concentración del tritio estaba «muy por debajo del límite operativo de 1.500 bequerelios (Bq) por litro», inferior a la normativa nacional japonesa.


El vertido de agua, que se realiza de manera gradual, despertó inquietudes entre los pescadores japoneses y los países vecinos.


Hostigamientos desde China


Japón afirmó el martes que sus ciudadanos y sedes diplomáticas en China enfrentan hostigamiento por el vertido de aguas de la planta nuclear de Fukushima, incluido el lanzamiento de un ladrillo a su embajada en Pekín.

China prohibió la semana pasada la importación de mariscos de Japón, que comenzó a verter agua de enfriamiento de la paralizada planta de Fukushima, en una operación que Tokio y el organismo nuclear de la ONU califican como segura.

Desde entonces, Japón pidió a sus ciudadanos en China mantener un perfil bajo y reforzó la seguridad alrededor de escuelas y misiones diplomáticas.

En Tokio, el ministro de Relaciones Exteriores japonés, Yoshimasa Hayashi, criticó duramente el hostigamiento a sus ciudadanos en China, y confirmó que un ladrillo fue lanzado a la embajada en Pekín.
«Es extremadamente lamentable y preocupante», declaró Hayashi a periodistas.

«Nos gustaría volver a urgir al gobierno chino a tomar de inmediato las medidas apropiadas, como llamar a sus ciudadanos a actuar con calma y evitar que la situación se agrave», agregó.


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