Murió Priebke y Argentina rechaza recibir su cuerpo

Pidió ser enterrado donde vivió 43 años: en Bariloche.

Una de las oportunidades en que Priebke fue abordado por la prensa, en el proceso de extradición, tras ser descubierto por la prensa internacional.

El ex jerarca nazi Erich Priebke fue una figura polémica hasta el final. Murió ayer en Italia, a los 100 años, mientras cumplía una condena domiciliaria por la masacre de las Fosas Ardeatinas en 1944 en Roma. Como última voluntad, solicitó ser enterrado en Bariloche, donde eludió durante más de 40 años a la Justicia, hasta que fue descubierto y extraditado en 1995 para ser condenado a perpetua en Italia, por su rol en la denominada “Masacre de las Fosas Ardeatinas”. Sin embargo, la Cancillería argentina dijo anoche que rechaza terminantemente el envío de un “criminal” al país, postura que fue respaldada por familiares de las víctimas y entidades judías de Italia y Argentina.

“El canciller Héctor Timerman ha dado orden de no aceptar ningún trámite que permita el ingreso del cuerpo del criminal nazi Erich Priebke a nuestro país. Los argentinos no aceptan este tipo de afrentas a la dignidad humana”, señaló el mensaje por la red social Twitter.

Las dos entidades judías de Argentina AMIA y DAIA expresaron su satisfacción “por el rápido accionar del Ministerio de Relaciones Exteriores” y dijeron que “Priebke nunca recibirá sepultura en Argentina”. La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) calificó de “un agravio a los principios de la República” el hecho de que el criminal de guerra “residiera impunemente durante décadas en nuestro país, disfrutando de la vida de la que privara a tantos civiles inocentes”. La DAIA exhortó a “no olvidar y no perdonar a los genocidas nazis, ni a ningún tipo de genocida”.

El tuit de la cancillería respondió a los dichos del abogado italiano del fallecido capitán de las SS, quien comunicó la muerte por causas naturales, ocurrida en su domicilio en Roma y señaló su deseo de ser enterrado en Bariloche.

El letrado Paolo Giachino había dicho temprano que Priebke no iba a ser instalado en una capilla ardiente y que su cuerpo iba a ser enviado a la Argentina para ser enterrado en Bariloche, al lado de su esposa. Agregó que el excapitán de las SS dejó como legado “una entrevista y un video” a modo de “un testamento humano y político”. “Murió de vejez y estaba lúcido hasta el final”, aseguró el abogado.

“La fidelidad al propio pasado es algo que tiene que ver con nuestras convicciones. Ésta es mi forma de ver el mundo, mis ideales, lo que para nosotros fue el alemán Weltanschauung y todavía tiene que ver con el sentido de amor propio y honor. La política es otra cosa. El nacionalsocialismo desaparecido con la derrota ahora no tendría ninguna oportunidad de volver”, sostiene Priebke, quien jamás pidió disculpas, ni manifestó arrepentimiento alguno por haber organizado la peor matanza cometida por los alemanes en Italia.

Priebke vivió muchos años en Bariloche, ocultando su pasado nazi. Berlinés de nacimiento, Priebke llegó a capitán de las SS y fue destinado a Italia en 1943, donde participó en la llamada “Matanza de las Fosas Ardeatinas”. La masacre –a 14 kilómetros al sur de Roma– ocurrió el 24 de marzo de 1944, cuando 335 italianos –en su mayoría presos políticos recluidos en la cárcel romana de Regina Coeli, y 75 judíos escogidos al azar– fueron fusilados por los nazis en represlia por la muerte de 33 soldados alemanes en un atentado cometido el día anterior por los partisanos en la Via Rasella, donde estaba la sede de la Gestapo. Como respuesta, Adolf Hitler ordenó ejecutar a 10 italianos por cada alemán muerto. El jefe de la policía y los servicios secretos alemanes en Roma, Herbert Kappler, encargado de ejecutar la represión, seleccionó al azar 355 presos de varias cárceles romanas, entre ellos decenas de judíos, que al día siguiente fueron conducidos por Priebke en camiones hasta unas minas abandonadas en las afueras de Roma conocidas como Fosas Ardeatinas. Allí fueron ejecutados con un disparo en la nuca, tras lo cual los soldados nazis dinamitaron las minas para sellarlas.

Tras la II Guerra Mundial (1945), Priebke fue internado en un campo británico de prisioneros, del que se escapó en 1946 y huyó a la Argentina, como otros muchos centenares de nazis, con ayuda de una organización clandestina. Tras permanecer cinco años en Buenos Aires con su esposa, en 1951 se trasladó a la ciudad de Bariloche donde permaneció hasta ser descubierto por la prensa en 1994, lo que supuso su extradición a Italia en 1995. Allí fue condenado a cadena perpetua en 1998, tras un extenso y polémico proceso que debió repetirse tras ser anulado la primera vez.

A partir de esa condena, permaneció un tiempo en prisión, pero debido a su avanzada edad recibió el beneficio del arresto domiciliario, situación que generó varias críticas de familiares de las víctimas de la masacre y de organizaciones judías y de derechos humanos. “No lo lloraremos. Murió un asesino que mató a más personas que un asesino en serie. Alguien que no se arrepintió y que vivió una vida larga, en parte feliz”, lamentó Francesco Polcaro, presidente de la Asociación Nacional Partisanos Italianos. El excapitán nazi gozó del apoyo de varios movimientos pronazis de Italia y Europa, que le garantizaron asistencia legal y médica hasta el final de su vida.

(Redacción Central/AFP/Télam/AP)

Nazis en Argentina


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