Bariloche calcula que tiene 146.00 habitantes y esa cifra implicará cambios políticos

La Municipalidad realiza sus propias proyecciones mientras espera el resultado del Censo 2022. El último dato oficial, de 2010, arrojó 112.887 habitantes.

El censo nacional que se realizará el próximo 18 de mayo aportará datos que son muy esperados en el municipio de Bariloche para conocer mejor el mapa demográfico de la ciudad y ajustar las políticas públicas, especialmente en lo relacionado con los programas sociales y el acceso a la tierra y la vivienda.

El número de población total es sin duda el dato estrella, y el primero que se va a conocer. Hoy la proyección elaborada por el área de estadística municipal estima para la ciudad un total de 146.238 habitantes.

Pero además de contar con esa precisión, dicen los técnicos, será muy útil la información desagregada por barrios y zonas, el detalle sobre calidad de las viviendas, nivel socioeconómico y migración, entre otras variables incluidas en el cuestionario.

El director de Informática y Tecnología del municipio, Juan López Martí, dijo que el municipio tiene en sus proyecciones estadísticas un número estimado de población que hasta el año pasado era de 142.763 habitantes y este año habría crecido a 146.238, cuando en el censo 2010 el registro oficial de población fue de 112.887. Pero esa cifra debe ser cotejada ahora con la realidad.

El dato se va a conocer pocas semanas después del censo, dijo López Martí, y es esperado con interés porque podría modificar los índices de coparticipación de impuestos. También tendría implicancias en lo político porque, según la Carta Orgánica vigente, el municipio debe funcionar con un Concejo Deliberante de 11 concejales y a partir de los 110.000 habitantes debe agregarse un concejal más por cada fracción de 10.000. De modo que si se confirma la proyección hoy Bariloche debería elegir 14 concejales.

Pero López Martí refirió que es especialmente importante el relevamiento que aportará el censo sobre “viviendas, servicios, modalidad constructiva y otros indicadores que son vitales para elaborar políticas públicas”.

Señaló que la realización de un censo implica “un esfuerzo enorme que está fuera del alcance de cualquier municipio” y por eso se realiza cada diez años y está a cargo del Estado nacional. La administración local puede realizar encuestas y sondeos parciales, que luego deben ser corrobados. “Los datos viejos en materia socio ambiental y sociodemográfica son muy útiles -explicó-. Por eso se analizan siempre las series de varios censos, en este caso los de 1991, 2001 y 2010”, para ajustar lo mejor posible las proyecciones.

Por ejemplo desde 1990 hasta hoy Bariloche pasó de tener 80.000 a 146.000 habitantes. También es clave conocer la distribución espacial de la población.

“Es una lástima que el censo no tenga mayor información territorial, que nos permita conocer mejor los datos de cada barrio. Porque los subtotales estarán organizados por ‘radios censales’, que no coinciden con el mapa barrial. Hicimos sugerencias para corregir esto, pero no se podía cambiar. El Indec trabajó mucho y quedó así”, dijo el funcionario.

Si por él fuera, dijo, el diseño debió recoger información sobre otras particularidades, como por ejemplo la distancia geográfica que separa a la población dentro de una ciudad. “En Bariloche el ejido es grande, y con una densidad muy baja, ya que toda la población existente se esparce en 26.000 hectáreas pero podría estar concentrada en 40 cuadras por 40. Esto no se releva, porque el censo de algún modo está pensado para ciudades más homogéneas”.

López Martí dijo que a nivel local los perjuicios de esa dispersión se notan por ejemplo en el acceso al servicio de internet, que es “de calidad pobre y de los más caros del país”.

Documentar el acceso a los servicios (por ejemplo cloacas, gas de red y otros) lo mismo que el régimen de tenencia de la tierra, servirá para que la ciudad postule y acceda a programas nacionales para el financiamiento de obras.

Lo malo, dijo López Martí, es que “habrá que esperar”, porque el informe final del censo se conocerá “con suerte a fines de 2023”.

El funcinario desconoce si la migración que Bariloche recibe desde hace décadas, tanto de la zona rural como de las grandes ciudades, “se frenó o se aceleró”. Aunque algunos aseguran que la pandemia engrosó esos números. “No hay forma de medirlo con precisión, pero va a saltar con el censo”, estimó López Martí.

También permitirá confirmar si en Bariloche cambió la proporción de personas con nivel socioeconómico “bajo y medio bajo” -que en 2010 sumaron 49,6% entre las dos categorías- o el número exacto de extranjeros, que hace 12 años representaban el 9,6% de la población local, cuando en la provincia de Río Negro eran el 7,4% y el promedio nacional no llegaba al 5%.

Otra incógnita es saber si mejoró o se profundizó la cantidad de personas “con necesidades básicas insatifechas”. En 2010 ese índice superaba en algunos barrios el 50%, con picos como los de Nahuel Hue y Malvinas, con 56,8%.


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