Norte neuquino: viaje por los gloriosos 95 km de la ruta 54

Un camino inolvidable te lleva a Manzano Amargo, donde podés hacer base para salir a recorrer el río Neuquén, disfrutar de las cascadas y cañadones, pescar truchas, meterte en la cordillera de los Andes, contemplar el vuelo de los cóndores y conversar con los arrieros.

¿Conocés la ruta 54? Si no fuiste todavía, lo primero que tenés que saber es que tiene todos los ingredientes para una escapada perfecta de verano en el norte neuquino. Son 95 kilómetros espectaculares de una traza de ripio y tierra que atraviesa cañadones, se pega al río Neuquén, pasa por los últimos poblados al oeste (Manzano Amargo y Pichi Neuquén), se mete en la cordillera de los Andes entre los puestos de los veranadores, sus chivas y sus caballos, avanza entre montañas bajo el vuelo de los cóndores y desemboca en Los Cerrillos, donde las truchas de las lagunas Varvarco Campos y Varvarco Tapia tientan a los pescadores.

Arrieros. Avanzan por la 54 junto al río Neuquén. Fotos de Alejandro Carnevale.

Del otro lado está Chile y a veces los piños de los crianceros argentinos y trasandinos se mezclan buscando pasturas en los valles y mallines de las alturas, en esta zona donde suena la cumbia campera chilena y la frontera es difusa pero la belleza no. Al norte, del otro lado de las lagunas está Mendoza y el guardafaunas debe esforzarse para que el principal predador, el hombre, no haga desastres con los peces. Ahí es donde termina el recorrido que empieza justo donde la ruta 43 gira a la derecha rumbo a Varvarco. Es el punto donde nace la 54.

Cerros cercanos a Manzano Amargo vistos desde la ruta 54. Fotos de Alejandro Carnevale.

Para llegar hasta ese lugar, si tomás como referencia de salida a la ciudad de Neuquén, hay que calcular unas siete horas de viaje yendo por la 22 hasta Zapala y después por la famosa 40 hasta Chos Malal, donde podés cargar combustible. Ahí empalmás con la 43, que está asfaltada hasta Las Ovejas. Después hay que transitar con precaución, sobre todo en autos bajos, porque a partir de ahí y hasta Manzano Amargo, hay piedras y serruchos, pero con cuidado se puede avanzar sin problemas en ese tramo de 38 kilómetros. Vas a pasar por el mirador desde donde se promociona en Las Ovejas el avistaje de ovnis. No podemos garantizarte que vas a ver uno, pero sí que la vista es sobrenatural y que con un poco de suerte vas a observar a los cóndores dueños de los cielos que no piensan cederle un centímetro a las presuntas naves extraterrestres. Al caer el sol, las estrellas brillan en la noche pura. Difícil ver otro cielo como ese.

Donde nace el camino
Son unos 18 km desde donde comienza la 54 hasta Manzano Amargo, un encantador pueblito de unos 800 habitantes que puede ser la base para las aventuras en el norte neuquino. Hay un camping a veinte metros del río que cuesta 100 pesos por persona con baños, agua caliente, electricidad y churrasqueras. Hay unas 20 cabañas con todos los servicios que cuestan entre 1.800 a 2.000 pesos el día.

El río Neuquén, a pocos km del camping.

Conviene reservar porque en el verano la demandas es alta y ya hay vecinos que encararon construcciones para ofrecer pequeños departamentos en alquiler a los visitantes. En cuanto a la señal de celular, hay de Movistar desde hace un año y ya no es necesario ir a buscar wifi frente a la comisaría o a la plaza.
Son seis los almacenes y no hay un lugar fijo para comer algo rápido, por eso la Comisión de Fomento proyecta construir un parador en la cascada La Fragua.

Cascada La Fragua. Una belleza a 4 km de Manzano Amargo. Fotos de Alejandro Carnevale.

Ese hermoso salto de agua, de unos 40 metros, está a 4 km de Manzano Amargo y es la primera parada. Hay un camino de tierra que lo rodea y podés contemplarlo desde las alturas. Y si seguís dos km más por arriba hay otra cascada, más chica, en la que salta el arroyo La Fragua que nace en las surgientes del bosque de los Llao Llao.

Pesqueña cascada del arroyo La Fragua que nace en las surgientes del bosque los Llao Llao.

En cambio, si continuás por abajo por la 54 el camino te lleva hasta Pichi Neuquén, el último enclave, donde hay unos 60 habitantes. Uno de ellos es don Orellana, dueño del último almacén antes de las montañas. Hasta ahí suelen bajar los crianceros para proveerse de azúcar, yerba, arroz y fideos, entre otros productos.
Hay alrededor de 100 puestos de veranada hasta Los Cerrillos y ese es otro motivo para circular con precaución: todavía los rezagados andan por la ruta y y también es frecuente ver los rebaños camino a sus tierras de pastoreo o de regreso a los puestos.

Crianceros en la ruta 54, antes del ingreso a Manzano Amargo.

A vadear el río
Este verano, después de un invierno poco nevador, el río Neuquén está bajo y se puede vadear sin problemas para llegar a las lagunas del límite con Mendoza. La sequía que es una pésima noticia para los productores, como el viento que reseca las pasturas, tiene una contracara para los viajeros: pueden ir con vehículos bajos, lo que en otros tiempos era imposible.

Eso sí, allá arriba no hay nada y hay que llevar alimentos, bebidas, abrigo y carpa. El premio es disfrutar de esa maravilla, las dos lagunas, el arroyo que las conecta, siempre con el volcán Domuyo a la vista y otros picos de la cordillera en una panorámica 360°. Hay tres guías de pesca habilitados y flamante Internet en la oficina del guardafauna. Otra noticia: cada vez hay más visitantes en el (ex) secreto mejor guardado del norte neuquino.

Más info: Comisión de Fomento: 02948 494096. Turismo: 2942455233


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