Nuevas técnicas de radioterapia son usadas en oncología
Los avances técnicos de las terapias oncológicas radiantes han determinado que hoy se utilicen, solas o combinadas, en el 60% de los tratamientos de cáncer. En muchos casos de cáncer de cabeza y cuello o en tumores cerebrales es la única alternativa de tratamiento posible.
Muy poco tiempo después de que se descubrieran los rayos X, a fines del siglo XIX, se empezó a explorar el uso de las radiaciones electromagnéticas para tratar tumores.
Pero la radioterapia oncológica tomó impulso definitivo recién a finales de la década del '70, con los primeros aceleradores de partículas para uso médico, que permiten aplicar dosis de radiación 60 veces más potentes que las de los equipos de rayos X.
Pero la utilidad de estas terapias se vio enfrentada a un «cuello de botella», representado por los efectos de la irradiación en los tejidos sanos vecinos al tumor tratado. Las respuestas de la tecnología a esta demanda han pasado por las innovaciones que representaron los equipos de radioterapia tridimensional (3D), que permiten, con un detallado estudio hecho por computadora a medida de cada paciente, darle al haz de radiación la forma de la zona que se quiere tratar, mediante la construcción de una especie de molde de material absorbente de la radiación.
Más recientemente se agregó la radioterapia de intensidad modulada –IMRT, por sus siglas en inglés–, que a esa forma previa le agrega la posibilidad de controlar qué cantidad de radiación recibirá cada punto del tejido a ser tratado. «Poder controlar desde una computadora y optimizar la cantidad de radiación que se aplica, permite brindar mayores dosis sin dañar el tejido sano», explicó el doctor David Rice, médico oncólogo estadounidense, especialista en Radioterapia con varios años de experiencia en uno de los centros privados más importantes de su país en la materia.
«Si se aumenta la dosis de ra
diación sobre el tumor aumenta la posibilidad de cura –agrega–, pero como además se procura no afectar a los órganos vecinos, también se logra disminuir las complicaciones».
La proporción de pacientes oncológicos que en algún momento de su tratamiento pasaban por radioterapia se habría elevado al 60%, de acuerdo a la cifra que proporcionó el especialista, formado en la Universidad de Michigan.
La elección de esta alternativa por más equipos de tratamiento –un 50% más que hace pocos años– ha surgido de la mejora de los resultados obtenidos en los diversos estudios clínicos.
La radioterapia como alternativa
«Cada vez son más los tipos de cáncer que se pueden solucionar sin recurrir a la cirugía», aseguró el doctor Rice durante su paso por la Argentina, en la primera semana de mayo, donde se refirió más específicamente a los resultados que técnica de IMRT está dando en el tratamiento de los tumores de próstata.
Un estudio realizado en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, uno de los centros más destacados del mundo en la especialidad, los pacientes con cáncer de próstata tratados con IMRT evidenciaron una tasa de supervivencia a tres años del 92% cuando fueron tratados en estadíos tempranos, y de más del 80% en quienes tenían un pronóstico inicial desfavorable.
Si bien la tendencia actual en oncología pasa por los tratamientos multimodales, basados en la combinación de las diferentes alternativas de tratamiento (radioterapia, cirugía, quimioterapia u otras), la cual es decidida por cada equipo de tratamiento y en función de cada paciente, existen circunstancias en que sólo se usa radioterapia.
Una, según detalla el doctor Rice, la constituyen ciertos tipos de cáncer en los que la radiación se convierte en la única alternativa posible o efectiva.
Es el caso de los cánceres de cabeza y de cuello y los tumores cerebrales.
Otra son los casos de tumore de menor riesgo, que pueden ser eliminados sin necesidad de recurrir a terapias más invasivas, como la cirugía. «La radiación no se siente y no provoca dolor nunca», aclara el especialista.
En sus formas multimodales, la radioterapia puede ser usada antes o después de la cirugía: «En estos casos –apunta el médico estadounidense–, el tratamiento combinado hace que la cirugía sea menos agresiva. Allí donde hace un tiempo había que extraerle toda la mama a una paciente, ahora se realiza sólo la extracción de un quiste tumoral, irradiar y después evaluar si es necesario aplicar quimioterapia, para lograr resultados equivalentes.»
Por otra parte, aunque se utilice en forma combinada, Rice asegura que hay tipos de cáncer en los que está mejor documentada la eficacia de la radioterapia, tanto para acabar con el tumor como para reducir los efectos adversos.
En este sentido, especificó, «dentro de las radioterapias, la IMRT es la herramienta más sofisticada, porque permite regular con mucha exactitud la radiación emitida sobre cada punto del tumor».
El uso de la tecnología antes y ahora
Los modernos sistemas de radioterapia utilizan un sistema acelerador de partículas (fotones) de alta energía. Al ser disparadas sobre un tejido, el impacto produce una ionización de las moléculas, y esos iones atacan al ADN de las células, impidiendo su proliferación y su avance. Este sería el mecanismo por el cual la radioterapia puede inhibir o destruir un tumor: la radiación genera un efecto químico, y este, a su vez una consecuencia biológica.
El caso es que los tejidos sanos también se ven afectados. Con los primeros desarrollos que permitieron llegar a la radioterapia 3D, que datan de finales de la década del '70, se buscaba resolver ese problema. Mediante un software se realiza un modelo del tumor y los órganos críticos del paciente, y se analiza el modo en que se desea que impacte la radiación en él.
Los aceleradores menos modernos distribuyen la radiación de manera uniforme sobre una superficie rectangular. La idea de la radioterapia 3D es, mediante el mencionado análisis personalizado, construir un molde de forma irregular por el que se hará pasar la radiación, de modo que adquiera esos contornos, que serán los del tejido a tratar.
Luego apareció la radioterapia de intensidad modulada (IMRT), que a aquel adelanto agregaba la posibilidad de regular, además, la intensidad de la radiación en cada punto mediante un filtro, también construido a medida del paciente. «Esta técnica hace que se pueda aplicar mayor intensidad sobre la zona del tumor que se quiere atacar, con más precisión, a la vez que se logra que los órganos sanos no se vean afectados», explica Rice.
Para demostrarlo citó varios estudios realizados en pacientes con cáncer prostático, según los cuales aplicar entre un 13 y un 15% más de radiación que la habitual, sobre la zona que lo requiere, logra incrementar de un 43 a un 93% la tasa de control de tumores localizados.
Los tratamientos con IMRT demandan sesiones diarias de 15 a 20 minutos, durante un período entre 6 y 8 semanas, dependiendo del paciente y del tumor a tratar.
La técnica aún no se halla muy difundida en la Argentina, ya que pocos son los centros que cuentan con la tecnología y la capacitación necesarias para aplicarla.
La técnica IMRT se ha demostrado especialmente eficaz en el tratamiento de cáncer de próstata. En los pacientes considerados «de riesgo intermedio», asegura Rice, el control con IMRT es del orden del 70%, también comparable al logrado con la prostatectomía. Y en los de mayor riesgo, en los que es probable que la enfermedad se haya propagado a los ganglios y las probabilidades de curación están muy comprometidas, «con IMRT se puede llegar a un 40%».
Rice afirma que «veinte años atrás, al 75 u 80% de los pacientes con cáncer de próstata se les efectuaba una prostatectomía», y hoy sólo a la mitad se le efectúa esa operación.
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