Opinión: «El desafío de hacer valer la plata»

El segundo puesto de Argentina en el Mundial dispara consideraciones sobre la realidad de la disciplina en el país y el mensaje que dejó la selección.

A menudo suele otorgarse relevancia a las cosas o las personas según los resultados. Siempre se juega para lograr éxitos y el espíritu ganador del equipo argentino en el Mundial de básquet de China fue clave para llegar a la final. 

En el básquet argentino es todo orgullo tras el histórico subcampeonato. Más allá de la actuación notable del equipo, lo interesante del logro son las formas que dejaron enseñanza. 

Si se toma esto como punto de partida, el logro no tapará el enorme bosque, sino que servirá de base para mejorar. En esta disciplina y en el deporte argentino en general hay un largo camino por recorrer. 

La gran labor del cuerpo técnico y el plantel se apoyó en un trabajo serio, responsable y solidario. No se apeló a la garra ni a los ‘‘huevos’’ por sí solos, sino que el espíritu competitivo se puso al servicio de un logro colectivo.

Así como muchas veces el deporte refleja características negativas del ser humano como la soberbia, el individualismo y la falta de generosidad, en este caso plasmó todo lo contrario.

Los liderazgos de Luis Scola como jugador y Sergio Hernández como entrenador fueron muy importantes en ese sentido.

Esta puerta que se abre dispara la necesidad de no conformarse y que otros estamentos también estén a la altura.

Hace poco más de un mes, en los Panamericanos de Lima, una selección nacional de básquet perdió un partido y quedó eliminada por no tener el juego de camisetas correspondientes. Le pasó al equipo femenino, que tiene menos recursos humanos (personas) destinadas a integrar la delegación, lo que achica el margen de error.

Los torneos profesionales, en la gran mayoría de los casos, se arman para recaudar más que para desarrollar la actividad. 

Es necesario que tanto las entidades deportivas como el estado comprendan la importancia que tiene el básquet. Lo mismo ocurre con los medios de comunicación y los mensajes exitistas.

Pero el caso más concreto se dio ayer en Casa Rosada, donde  apareció un aro colgado en el balcón, como reconocimiento a la selección.

Sería interesante que haya acciones concretas para acompañar como, por lo menos, no degradar la cartera  de Deportes de Secretaría a Agencia, quitándole recursos. Ni hablar del contexto económico, enormemente perjudicial para los clubes, que se desangran para pagar algo tan básico  en su funcionamiento como las facturas del gas o luz. 

Son esas mismas instituciones las que contienen a los chicos que luego juegan en la selección.

Hacer valer lo que se logró es el gran desafío de parte de todos los que, de alguna manera, integramos el ambiente deportivo.


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