Opinión: la ética y los límites de lo privado
Datos
- Guillermo Pereyra asegura que no es delito entregar millonarios negocios a su familia a través de empresas que facturan en forma directa o indirecta al gremio, obra social y mutual que conduce hace más de 30 años. Si hay delito, será la Justicia la que debe determinarlo y tiene en la investigación pistas para trabajar.
- Sea como fuere, hay límites insalvables frente a este tipo de conductas. Enormes volúmenes de dinero pasan todos los años de manos de los afiliados petroleros a estas empresas a través de un armado técnicamente legal pero éticamente condenable. Una conducta que trasciende las fronteras de Pereyra. Es parte de una Argentina que convive desde hace décadas con un sindicalismo patriarcal y que usa todas las herramientas a su alcance, legales o no, para perpetuarse. La perpetuación da poder e impunidad. Una lógica que alcanza también al partido político provincial al cual hoy representa.
- Carecer de ética en los mandos de responsabilidad termina afectando el contrato social del que se nutre una ciudadanía para poder convivir sin turbulencias.
- Las respuestas de Pereyra sobre sus millonarios negocios familiares representa una cachetada a la cruda realidad que soporta más del 30% de los neuquinos que vive en situación de extrema pobreza.
- Pererya se jacta de su poder y el respeto reverencial que se le tiene. Argumenta, sin ruborizarse, que los cargos que tiene en el gremio, obra social y mutual son “privados” y que no hay incompatibilidad ni conflicto de intereses con su actual mandato como senador.
- Este razonamiento no hace más que convalidar el sentido de propiedad que ostenta sobre el manejo de todas estas organizaciones y la justificación sobre la distribución discrecional de sus fondos.
- Un impúdico esquema que no ayuda a los objetivos de una República.
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