Opinión: Licencia social

La semana en Bariloche en la mirada del periodista Daniel Marzal que analiza el proceso de prórroga del contrato del cerro Catedral.

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Datos

El debate sobre el proyecto para extender la actual concesión del cerro Catedral hasta 2056 alcanzó en los últimos días una centralidad impensada, al punto de que la respectiva audiencia pública convocó a más de 120 expositores, una cifra que quintuplica el antecedente más cercano.
La continuidad de la empresa Capsa bajo el modelo propuesto por el intendente Gennuso encontró oradores a favor y en contra, aunque con argumentos de distinto espesor.
La audiencia que comenzó el lunes por la tarde y continuó hasta ayer, desbordó el recinto asignado y convocó expresiones tribuneras, que provocaron el enojo a distancia del intendente, atento a todo desde Viedma.
El eje de la controversia pasa por el compromiso de larguísimo plazo que asumiría el municipio con una empresa que -de modo explícito- sólo considera viable el negocio del esquí si va adosado a un desarrollo inmobiliario de gran envergadura.
Esto último sólo sería convalidado por el municipio en general, mientras que los “parámetros” y otros detalles de la urbanización no forman parte del proyecto y serán evaluados a futuro.
¿Se puede avanzar en un plan tan importante para Bariloche sin la llamada “licencia social”? ¿son desmesuradas y tramposas las observaciones centradas en el aspecto geológico y ambiental del proyecto? ¿o detectaron, por el contrario, un punto débil que merece mayor atención?
Cuando rechazó la iniciativa privada de Capsa hace dos años, Gennuso señaló la necesidad de elaborar un “plan estratégico y de desarrollo maestro para Catedral”, con participación de una comisión multidisciplinaria, una iniciativa que hoy parece desechada.
La impresión es que quedan varios cabos sin atar, y que la cuestión crucial (y menos esclarecida) es cuál será el rédito económico que obtendrá el municipio en la operatoria futura de Catedral.
Recursos estos que -según lo dicho en los últimos años por actores políticos de todas las vertientes- son la última chance de Bariloche para reconvertir su economía, revertir la desigualdad y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

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