Bibliotecas en contexto de encierro

Armando Mario Márquez

* Integrante de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén. Presidente del Centro de Estudios Constitucionales del Comahue

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Tres elementos deben confluir para su implementación: el espacio y su mobiliario, el material bibliográfico -elementos estáticos- y el factor humano -elemento dinámico.


Hoy, 23 de abril, ha sido consagrado por las Naciones Unidas para homenajear a nuestra lengua “con el objetivo de divulgar la historia, la cultura y el uso del español como idioma”, según tal organización se encarga de señalar.

La fecha escogida es la de la muerte de uno de los escritores insignia de nuestro lenguaje: Miguel de Cervantes Saavedra, autor del inmortal “Don Quijote de la Mancha”.

Nuestro idioma es el vehículo de comunicación que poseemos las personas para comunicarnos; éste puede versionarse en forma oral, gestual o escrita.

Con relación a esta última forma de expresión, materializada en un variopinto abanico de posibilidades, destaca el libro en su versión tradicional.

Mas la pregunta aparece como necesaria: ¿tiene todo el mundo acceso a la lectura de un libro? La respuesta no es contundente, sino más bien errática, toda vez que ante la cercenada posibilidad de acceder a un libro por cuestiones de costos en que se encuentra la mayoría de las gentes, se erige la muy plausible y necesaria existencia y actividad de las bibliotecas, tanto públicas cuanto privadas, que se desparraman por todo nuestro territorio nacional.

Llego con ello, ahora, a lo adelantado en el título. Y recurro nuevamente al interrogante: ¿tienen esa misma posibilidad de acceso las personas privadas de su libertad ambulatoria? No me inclino por obtener una respuesta satisfactoria.

Una solución, a la que se arribaría con poco presupuesto es la creación o, en su caso, mejoramiento o fortalecimiento de las bibliotecas penitenciarias, tal vez bajo la órbita de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares -Conabip.-, aunque su instrumentación podría llegar a concretarse por fuera de ese organismo.

Esta última afirmación la hago en función de experiencia propia, en especial la generada desde la Unidad 30 – Instituto de Jóvenes Adultos- del Servicio Penitenciario Federal con sede en la ciudad de Santa Rosa, provincia de La Pampa, cuyas autoridades, años atrás, encararon con seriedad y encono la tarea de conformar una biblioteca para sus internos.

Tres elementos deben confluir para su implementación: el espacio y su mobiliario, el material bibliográfico -elementos estáticos- y el factor humano -elemento dinámico-, de cuya armonización podrá obtenerse un aceptable resultado de inicio, los que inteligentemente gestionados llevarán al éxito del proyecto.

Indudablemente el factor humano, encarnado especialmente en los internos, es decisivo y su actitud entusiasta seguramente operará sobre los elementos estáticos.

Estimo que es cuestión de proponérselo y echar manos a la obra y así lograremos que el día de nuestro idioma sea efectivamente celebrado por todos los que lo hablamos.

* Presidente de la filial Neuquén de la Sociedad Argentina de Escritores.


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