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El choque de las inteligencias artificiales

Se trata de proteger a la persona humana de los peligros de la tecnología y regularizar sus avances sin avasallar derechos.

La inteligencia artificial (IA) resulta ser una revolución tan grande como lo fuera la creación la máquina de escribir o internet. En un mundo donde hace más de 20 años la información (y su “digestión”) se convirtió en un verdadero commodity (de hecho, se habla de “minería de datos”) la IA promete ser un cambio de paradigma en la forma en que es procesada.

Hace poco mas de un año era lanzado al publico “Chat GPT” el producto más popular de estas IA. Casi coincidiendo con su primer cumpleaños, se suma al ring un nuevo chat bot que lleva de nombre “Gemini”. Se vislumbra detrás de ambas el choque de dos mega potencias.

Sin entrar en tecnicismos la ventaja del segundo surgimiento por sobre el primero, ambos de acceso público, es su carácter “multimodal”. Gemini ha sido entrenado de base con video, audio, texto, imágenes y otras fuentes de información, mientras que Chat GPT está basado principalmente en texto y solo enfocado en brindar un lenguaje conversacional. Esto hace que el segundo sea, a priori, más preciso y tenga múltiples funciones de utilidad.

Un simple ejemplo. En una demostración que Google publicó el mes pasado de su nueva IA – “Gemini” – analizó en tiempo real una grabación de una persona pateando una pelota.

El chatbot indicó, sin equivocarse, que la persona debía trabajar en como posicionaba su pie al entrar en contacto con la pelota al no tener buena técnica. Similarmente podía entender gestos de manos (como puede ser un pulgar arriba o dos palmas juntas simulando el vuelo de una paloma) y su significado “al vuelo”.

Es de esperar que los desarrolladores de ChatGPT (entre muchas otras que también compiten en el rubro) busquen superar a la competencia rápidamente. Tamaños avances, pareciera, se han dado en poco mas de un año. Frente a estos, se empiezan a ver, al menos en los países más avanzados, las primeras regulaciones que, como siempre pasa con la ley, “corren detrás” de la realidad.

Al “Decreto” u Orden ejecutiva que ya sancionó el Poder Ejecutivo de EE.UU. el mes pasado se sumó, ahora sí, con la primera Ley Europea de regulación de I.A en el mundo. Fue sancionada por el consejo de la Unión Europea, su texto definitivo aun no ha sido dado a conocer, y entrará en vigor paulatinamente en los años venideros.

Se trata de proteger a la persona humana de los peligros que genera esta tecnología y regularizar sus avances sin que se avasallen derechos ya consagrados.

La que deberá ir puliéndose a medida que entre en vigor, porque se vislumbran sucesos que ni siquiera han tenido en cuenta al momento de establecer la regulación apropiada a este nuevo modo de vida en que convivimos con las I.A.

Por ejemplo, se prohíbe el uso de sistemas de identificación biométrica en ciertas condiciones- el uso de los cuales ya fue anunciado con platillos en nuestra provincia de Neuquén en octubre pasado – sin orden judicial previa.

A dichos sistemas la propia norma los califica como “de riesgo inaceptable”, categoría que comparte con los sistemas “manipulación cognitiva del comportamiento de personas” y los de “puntuación social” (aquellos que clasifican a las personas en función de su comportamiento, estatus socioeconómico o demás características).

Se prohíbe también el uso de sistemas de IA que reconozcan emociones en ciertas circunstancias.

Por supuesto la norma, si bien establece multas de millones de euros, es claramente aspiracional y los estados tendrán la difícil tarea de implementarla y hacerla cumplir, y los estados latinoamericanos ver el proceso para encaminar su normativa. Una norma que no se cumple entra en desuetudo y finalmente es idéntico a no tenerla.

Con este panorama y el vertiginoso cambio, es clara la necesidad de preparar el terreno para la mejor implementación de estas tecnologías; concretar la completa digitalización de procesos administrativos, “alfabetizarnos” respecto de su uso , riesgos, ventajas y peligros, realizar las mejoras necesarias para un acceso a internet y tecnologías. Todo lo dicho implicaría no solo una enorme mejora en los servicios públicos sino en la calidad de vida.

Miembro del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquén dirigido por la Dra. Vanesa Ruiz.


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