El futuro de La Cámpora

Massa ya dio señales: no tiene problemas en convivir con La Cámpora, que pretende correrlo por izquierda. Pero él lo ve de otra manera porque son los que legitimarán su plan de ajuste.  Aunque no parezca, la agrupación juvenil del kirchnerismo tiene sus matices y con los años esas diferencias se vuelven más notorias. Hoy solo los unifica Cristina.

Por Rodis Recalt

Mucho se habla de qué haría Sergio Massa con Cristina Kirchner y La Cámpora en un eventual Gobierno suyo. Es una pregunta contrafáctica, pero si se analiza el pasado del propio Massa y el presente de La Cámpora, se puede presumir que será una convivencia de tendencias dentro del peronismo como las hubo a lo largo de su historia. Primero es importante diferenciar a Axel Kicillof de Máximo Kirchner, quienes tienen maneras diferentes de conducir y de analizar la realidad. Axel Kicillof tendrá cuatro años más de gestión en la Provincia de Buenos Aires, con el madrinazgo de Cristina Kirchner y una alianza estratégica con Sergio Berni y Andrés “El Cuervo” Larroque, sus escuderos frente a las críticas internas y externas.

Estos dos actores son clave, porque Berni absorbe las críticas de la oposición y sobre todo se ocupa también del frente mediático en temas de Seguridad y Larroque está en los temas sociales y también es el funcionario más importante con origen en La Cámpora. Aunque no parezca, la agrupación juvenil del kirchnerismo tiene sus matices y con los años esas diferencias se vuelven más notorias. Hoy Larroque tiene más en común con Kicillof que con Máximo Kirchner. Hoy los unifica Cristina. En el futuro será difícil encontrar un factor de unión.

Máximo Kirchner renovó su banca en la Cámara de Diputados, donde tendrá un grupo de legisladores que les responderá, pero también tendrá un ojo sobre los municipios bonaerenses de Quilmes, donde renovó Mayra Mendoza; Lanús, donde ganó Julián Álvarez y Hurlingham, donde triunfó Damián Selci por sobre el actual intendente y ex ministro de Desarrollo Social, “Juanchi” Zabaleta. Estos distritos tendrán puesto el ojo y la energía de Máximo y Cristina Kirchner. Es decir que, de ganar Massa, tanto Máximo como su madre tendrán “responsabilidades ejecutivas”, por más que ellos no estén al frente de la Provincia o de esos municipios bonaerenses. En caso de que gane Javier Milei, será lo único que tendrán.

Por otro lado, Sergio Massa ya dio señales a su propia mesa chica que no tiene problemas en convivir con La Cámpora, un sector que pretende correrlo por izquierda en cualquier plan de ajuste que implemente. Massa lo ve de otra manera: La Cámpora es el sector que legitimará su plan de ajuste.

En materia judicial, Sergio Massa tiene vasos comunicantes con la Justicia Federal de Comodoro Py y también con el fuero contencioso administrativo, donde podrían caer amparos en caso de realizar reformas complejas en la estructura del Estado.

Por el lado de una eventual persecución judicial a Cristina Kirchner o la fantasía del círculo rojo de que Massa podría “meterla presa a Cristina” en caso de que se vuelva un problema para su gobierno, por el contrario, al Ministro de Economía le adjudican haber utilizado sus conexiones judiciales para ayudarla. En Comodoro Py lo conocen a Massa, quien dio muestras de tener fuerza para impulsar causas judiciales, como los allanamientos a cuevas del microcentro porteño por la corrida sobre el dólar blue e incluso casos que no lo rozan, pero que le adjudican una cuota de interés. “¡Qué desaparecido está Antonio Aracre!”, se mofan en el entorno del ministro, luego que el ex CEO de Syngenta -ex asesor presidencial y crítico de Massa- fuera denunciado por abuso sexual. Ese tipo de maniobras incomprobables también se le adjudican a Massa, como si fuera una mano invisible que manipula todos los poderes del Estado. Pero en el caso de CFK, la vicepresidenta también dio muestras que no le teme al asedio judicial y hasta pareciera moverse mejor en esos contextos en los que se muestra como una víctima perseguida por la Justicia.

En este contexto electoral, La Cámpora se muestra permeable a las sugerencias del massismo de bajar el perfil y guardarse por ser “piantavotos”, pero al mismo tiempo necesitan ese voto cautivo. Habrá que ver si esa verticalidad orgánica se mantiene en 2024.


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