El peronismo en su laberinto

En la fuerza creen que la elección nacional de octubre se polarizará y se definirá por “Milei sí o Milei no” y así desplaza de su radar de competidor al oficialismo provincial.

Hay desconcierto en el peronismo rionegrino. La posición compleja para enfrentar este año electoral lo pone en un apriete y en la dirigencia no hay respuestas claras. Todavía no hay “nada definido”, responden desde las más altas esferas y debajo todos pululan en la marea de indefiniciones exceptuando la única cuestión clara: el riesgo es alto.

El peronismo pone en juego en octubre dos bancas de senadores. Desde 2007 la fuerza (y sus aliados) —con distintas denominaciones desde Frente para la Victoria, Frente de Todos y Unión por la Patria— ocupa dos de las tres bancas que corresponden a Río Negro en la Cámara Alta. Fue de María José Bongiorno y Miguel Pichetto aquel año que torcieron el esquema; repitió Pichetto junto a Silvina García Larraburu en 2013; renovó la barilochense con Martín Doñate en 2019.

En Diputados la presencia peronista rionegrina fue en retroceso luego no meter ningún representante en las elecciones de medio término del 2021, donde la fuerza quedó tercera, y de perder una banca en 2023 cuando solo logró ingresar Martín Soria.

El espacio de Grabois ya tiene un nombre

Hasta el momento no asomaron nombres con firmeza excepto en Patria Grande, el sector que responde a Juan Grabois, que ya anunció su precandidata a diputada nacional por Río Negro, la científica Adriana Serquis, que recientemente en una carta pública reclamó una definición “democrática” de quienes representen al amplio “campo popular”.

Con esa demanda en agosto pasado, la excandidata a gobernadora Silvia Horne presionó a la conducción partidaria y de inmediato —con una anticipación excesiva— el presidente del PJ, Sergio Hernández, prometió una “gran interna” y le puso fecha para el 25 de mayo de este año. Ahora sin las PASO, los plazos pueden correrse porque según el cronograma electoral el punto de partida será el 7 de agosto con la conformación de alianzas y diez días más tarde la presentación de listas.

No se descarta en el seno de la fuerza que esa “gran interna” ocurra porque se entiende que para atajar el impulso mileista se necesita un “amplio consenso” para llegar con candidatos fortalecidos internamente porque de lo contrario serán arrasados.

Polarización y nacionalización de la elección

El escenario es adverso. Una reciente encuesta nacional muestra que también en Río Negro el presidente Javier Milei encanta a una mayoría cercana al 50%, en detrimento de la expresidenta Cristina Fernández que se mantiene en el nicho del 34%. En la balanza está el peso de algunos indicios de mayor estabilidad en las finanzas domésticas —más allá de los reclamos por los salarios que no acompañaron la escalada de precios desde el último tramo de 2023 y los tarifazos— contra la quita de políticas públicas y el retroceso del Estado en varias aristas de la vida cotidiana desde los recortes de programas, cierre de dependencias, la quita de derechos y servicios.

Los problemas internos también afectan a la falta de definiciones porque se debe esperar el reordenamiento nacional y consecuentemente cohesionar en la esfera provincial.

En el peronismo creen que la elección se va a polarizar y nacionalizar: Milei sí o Milei no. Y allí le quieren arrebatar a Juntos Somos Río Negro la ilusión de permanecer en el Congreso, con la estrategia de asociar al partido del gobernador Alberto Weretilneck a los libertarios por su posición ambigua del 2024 al ofrecer el voto de sus representantes en momentos clave para el oficialismo.

Al plano de la incertidumbre se suma —aunque no es excluyente del peronismo— el análisis de cómo funcionará la boleta única de papel que se estrenará el 26 de octubre. El impacto del sello, logo y color; y el nivel de conocimiento de los candidatos serán determinantes visualmente para un elector que se encontrará con la novedad de votar sobre un gráfico y con un lápiz en la mano.


Hay desconcierto en el peronismo rionegrino. La posición compleja para enfrentar este año electoral lo pone en un apriete y en la dirigencia no hay respuestas claras. Todavía no hay “nada definido”, responden desde las más altas esferas y debajo todos pululan en la marea de indefiniciones exceptuando la única cuestión clara: el riesgo es alto.

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