Gobernar en el vacío de la democracia
Milei crece en el desierto opositor. Toda la dirigencia tradicional sigue en su cómoda parálisis y se niega a escuchar a una sociedad transformada.
El ausentismo es de la clase política.
1. Sin ley y sin orden
El cierre de listas a nivel nacional confirma que la clase política tradicional se niega a ser clase dirigente con un proyecto siquiera de corto plazo y delega esa función en grupos que siempre tienen un plan preparado para hacer todo rápido en el cortísimo plazo con efectos en el largo plazo. En un contexto internacional cada vez más inestable, eso es irresponsable y explica mucho de lo que sufriremos.
Milei y Trump viven en mundos distintos
La victoria electoral de Milei no está asegurada por una serie de razones que hacen a la política un arte siempre abierto a lo inesperado. Sin embargo, la derrota de 2023 estaba anunciada y sigue sin ser procesada por una clase política que prepara nuevas excusas.
El escenario internacional refuerza el clima de época autocrático. México y Brasil pueden beneficiarse de la política agresiva de Trump pero sus agendas internas se complican. La derecha en Canadá fue frenada cuando Trump anunció su proyecto de “anexarla”. La derrota del “socialismo” en Bolivia es tan predecible como el reflujo progresista en una España repleta de pánicos sociales y viejos miedos.
El contexto internacional se acomoda paulatinamente a un sistema sin ley y sin orden regido con discursos que performan “la ley y el orden” pero que establecen diferentes Estados de excepción sin Constitución. Ya hay Estados de excepción en los jardínes de infantes, en las escuelas, en los espacios íntimos, en el sistema de decretos, vetos, en la deuda externa y en la Corte Suprema. La interpretación excepcional es la vía para reescribir la Constitución.
La excepción deviene la regla. Tanto en EEUU como en Argentina, y en el orden internacional, la norma es cada vez más irrelevante. Las palabras no tienen el sentido que tenían. Las prohibiciones literales no frenan las acciones gubernamentales. La clase política, en lugar de proteger y defender, lo que hace es seguir paralizada sin querer entender, negando la realidad, generando una épica tan fantasiosa como la oficialista.
El desprecio que muchos dirigentes e intelectuales sienten por Milei es un reflejo del desprecio que sienten por el pueblo que lo vota, por la sociedad argentina que no escucharon y que siguen negándose a escuchar. Hacer política con superioridad moral e hipocresía insensible es lo que construyó un cinismo sádico que parece cada vez más fuerte.
Milei hizo el ajuste más grande de la historia y su fuerza política crece. Las elites de EEUU, tanto demócratas como republicanas, negaron a Trump y fueron derrotadas dos veces. En Argentina, Milei derrotó a la clase política en 2023 y en estos dos años la integró en roles diferentes pero útiles para fortalecerse. Derrotarlas e integrarlas, dos formas de derrotarlas.
2. La democracia vaciada
Las promesas de una clase política que producía inflación y pobreza mientras prometía justicia social, derechos humanos y república vaciaron de contenido las palabras. “Democracia”, “derechos humanos” no generan lo mismo que antes. La palabra “autoritarismo” también cambió y están ganando una peligrosa carga emotiva positiva.
Las fuerzas progresistas han demostrado ser reaccionarias, las fuerzas de izquierda que hablan de obreros priorizan cuestiones identitarias ajenas a trabajadores precarizados, los republicanos nunca fueron tan republicanos, los liberales no disimulan su autoritarismo, los constitucionalistas hacen silencio cuando la Corte Suprema que regula sus honorarios viola frontalmente la Constitución y así. La democracia se vacío como las palabras.
En estos dos años toda la oposición a Milei, desde el PRO al peronismo pasando por el radicalismo, priorizó su interna a defender a la sociedad, a reconectar con ella. Fueron dos años perdidos que parecen concluir con una nueva derrota electoral. La nueva y misteriosa boleta única y un ausentismo que puede afectar transversalmente todavía mantiene el resultado abierto.
La sociedad enojada, potenciada por una pandemia que la amenazó de muerte, notó ese vacío de la política miope encerrada en su burbuja de redes sociales y lo llenó con una expresión de protesta contra el sistema político. La antipolítica de la motosierra es una forma de protesta extrema para tiempos que también son extremos. Cada vez más extremos.
* Abogado y Profesor de Derecho Constitucional.
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