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La inteligencia, humana y artificial

Faltan varios pasos para que la Inteligencia Artificial pueda “pensar” como un humano en todo, pero ya es mejor que el mejor de nosotros en muchísimos campos individuales.


Ante la Segunda Guerra Mundial surgen tres de las innovaciones tecnológicas que determinarán el mundo posterior: la energía nuclear (que llega a la bomba atómica), los cohetes avanzados (que comienzan en las V2 que bombardean Londres, pero que inician la era de los viajes al espacio) y la inteligencia artificial (que nace para descifrar el código de los nazis). La carrera espacial y la energía atómica fueron los dos grandes desarrollos de la segunda mitad del siglo XX, mientras que la inteligencia artificial quedaba relegada a los especialistas. Desde la aparición del ChatGPT la Inteligencia Artificial ha accedido a la popularidad, incluso al uso masivo.

La ficción ha pensado escenarios posibles para un mundo en el que exista una inteligencia artificial avanzada. Todos esos escenarios son apocalípticos. Desde “Terminator” hasta “2001: Odisea del espacio” muestran un mundo en el que la humanidad es destruida o esclavizada por una superinteligencia que ya no puede ser controlada.

¿Son ciertos estos temores? Hoy no lo sabemos. Esos escenarios apocalípticos son especulaciones ficcionales realizadas por escritores y cineastas humanos, informados por su creatividad humana. El tema es ¿existe la posibilidad de que haya un mundo positivo para la humanidad si la Inteligencia Artificial alcanza el grado de superinteligencia? Nuevamente: no lo sabemos.

En un libro recién aparecido (“Artificial, la nueva inteligencia y el contorno de lo humano”, Ed. Debate), Santiago Bilinkis y Mariano Sigman, hablan sobre la historia de la Inteligencia Artificial teniendo en cuenta los últimos desarrollos. Los autores comienzan narrando desde el momento inicial, con el trabajo de Alan Turing para pensar la máquina que podría decodificar el código nazi y luego sus trabajos para pensar la primera máquina capaz de “pensar” imitando al ser humano. Pero no se quedan en el pasado remoto, sino que van narrando minuciosamente todos los grandes hitos que tuvo la Inteligencia Artificial desde 1942 a la fecha, pasando por aquellos momentos en los que logró superar los mejores logros humanos en juegos como el ajedrez y el Go, hasta arribar al estado actual en que ya tenemos modelos conversacionales de Inteligencia Artificial.

Es interesante preguntarse si estamos en un estado “conversacional” con la máquina, ya que la Inteligencia Artificial puede darnos respuestas y hacer comentarios muy sabios y sutiles sobre cualquier tema, pero no sabe lo que está diciendo. Solo ofrece esa respuesta porque ha sido programada para encontrar -en el casi infinito mar de textos con el que ha sido “alimentada”- las respuestas más “adecuadas” respecto del fin que se le impone.

En el siglo XVIII Wilhelm von Humboldt, el primer gran estudioso moderno del lenguaje humano, lo definió como “una máquina perfecta que usa elementos finitos para obtener resultados infinitos”.

Tanto esa definición como la inquietudes y preguntas que Humboldt se hizo sobre el lenguaje se asemejan mucho a lo que propuso, mucho más detalladamente, Noam Chomsky a partir de 1957, cuando publicó el revolucionario texto “Estructuras sintácticas”.

Ambos (Chomsky y Humboldt) pertenecen a la corriente lingüística que piensa que el lenguaje humano es una máquina que produce millones de textos a partir de muy pocos elementos. Lo contrario exacto de lo que está sucediendo ahora con el ChatGPT, que produce textos a partir de miles de millones de textos.

Por el momento, y se lo ve muy bien reflejado en el libro de Bilinkis y Sigman, la Inteligencia Artificial habla como una máquina de Markov mejorada. ¿Qué es una máquina de Markov? Es un modelo estadístico en el que la probabilidad de que ocurra un evento depende del evento inmediatamente anterior. Por ejemplo, un modelo de Markov del lenguaje estudia la posibilidad de que una palabra (por ejemplo, sándwich) sea acompañada por tal o cual otra (la posibilidad mayor sería queso) y entonces pondrá “sándwich de queso”, como respuesta a qué sándwich es preferible comer en tal lado. Es una máquina “mejorada” porque no solo responde por el último elemento sino que toma en cuenta el contexto de la frase. Pero sigue siendo un modelo que piensa al lenguaje como una cadena de palabras y no como un árbol tridimensional (al estilo Chomsky y Humboldt).

Faltan varios pasos para que la Inteligencia Artificial pueda “pensar” como un humano en todo, pero ya es mejor que el mejor de nosotros en muchísimos campos individuales.

Las investigaciones en Inteligencia Artificial avanzarán hasta el límite de lo posible porque hoy es el campo de disputa internacional (con EEUU y China a la cabeza), tal como en los 50 fue la bomba atómica o en los 60 la carrera hacia la Luna.

Ese futuro sí es previsible: nada lo detendrá.


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