Lamentable pérdida de los sueños juveniles


Alguna infrecuente conversación de comentaristas de televisión convoca la atención del oyente televisivo a una actitud vital de la juventud actual de la que escapan escasos y meritorios jóvenes: su falta de fe, su desesperanza del futuro. Y hasta su huida del país.

Algunos hablan del hecho curioso de que en esta época, considerada de extrema crisis económica, la juventud colma los lugares de diversión, los bares, los clubes, las bailantas, los grandes festivales, donde el consumo se ha incrementado de una manera increíble.

Preguntados algunos jóvenes por el fenómeno, muchos han respondido:

¿Y qué podemos hacer? ¿Qué se nos ofrece a los jóvenes hoy acá en nuestro país? Apenas terminado el secundario, con un menguado título de bachilleres, apenas podemos aspirar a realizar trabajos menores por los que se nos pagan sueldos de hambre. Nuestro mayor sueño es irnos del país que nos vio nacer y donde quedarán nuestros afectos, pero para concretar un viaje, por corto que sea necesitamos dinero. Vivir acá es limitarnos a vivir en el hoy. ¿Qué sueños de futuro podemos tener si sobran los ejemplos de profesionales mal pagos, de médicos que a pesar de sus años de estudio padecen sueldos de hambre?

Sabemos, sin embargo, que las universidades argentinas tienen un buen número de estudiantes que, suponemos, apuestan a un futuro más humano y digno.

Pero la realidad pesa demasiado en contra de cualquiera ilusión juvenil, han explicado- los que pudieron hacerlo.

La razón esgrimida por la mayoría es que la suya es una juventud sin esperanzas de futuro por lo que optan por invertir lo que ganan o les dan sus padres en pasarlo bien, en gozar a pleno su hoy.

Son muchos los que explican que padecen una gran desesperanza por su futuro, por el valor de estudiar, por especializarse en una profesión difícil de aprobar y con un futuro que hoy es muy difícil de construir. Justifican así que su vivir se limite a responder a las exigencias inmediatas, es decir a las necesidades de hoy o lo que se vislumbra en el corto plazo.

Como podemos inferir, predomina entre los jóvenes actuales una actitud que se limita, a la evasión de la realidad, que, consecuentemente, cada vez se les vuelve, màs enemiga.

Los adultos, con sus vidas màs o menos encauzadas, padres y parientes de la gente que está entrando a la juventud, algunos pasando la adolescencia y otros ya en los estudios universitarios, observamos con preocupación a una generación que suma a las crisis propias de su edad su carencia de planes a futuro.

Decididamente sus actitudes, sueños, y proyección de vida está muy limitada por una mirada que se ha ido quedando en lo inmediato, en el hoy, como si el único mensaje que pudieran escuchar y aceptar es vivir a pleno gozo y al máximo el ya como si no hubiera nada que esperar para después.

“Nuestra mayor preocupación es pasarlo bien ahora” responden cuando se les pregunta si ahorran, si creen posible destinar el producto de sus pasajeros trabajos a la construcción de algo que cimente su vida futura, ahorros para la compra- no ya de un departamento o vivienda o un auto- sino de herramientas que le permitan desempeñarse en una carrera superior…. Pocos son los que ponen sus ambiciones tan lejos.

En estos días los sueños que nos impulsaron a estudiar y sacrificarnos porque el objetivo se mostraba cierto o asequible, se están borrando para la juventud. Adiós a los proyectos que demandan tiempo y esfuerzos.

Los jóvenes de hoy- hablo de la mayoría- está renunciando a lo que define la esencia de su edad: fuerza y energía y constancia y resiliencia y volver a empezar…

Soñar en formarse, en lograr un título que le permita trabajar y desempeñarse, mejorando su calidad de vida y la de la familia que puede formar con los años, ha escapado de su horizonte.

Ya no se dan los pequeños o grandes proyectos de otrora, los que teníamos las generaciones que gozamos la juventud hace unas décadas en que el futuro en nuestro territorio nacional era el posible triunfo de la voluntad y el empeño.

¡Y éste hecho representa una lamentable pérdida! Vivir sin poder pensar un futuro mejor es un hecho grave al que debiera prestársele atención. Prestarle también y fundamentalmente, atención los gobiernos.

Sin los sueños juveniles se da un peligroso apocamiento del futuro y este hecho debiera ser considerado una pérdida más, y de las màs graves, entre las que ha sufrido nuestra empobrecida Nación.

* Educadora. Escritora.


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