León XIV, ¿un papa cooperativo?
El discurso y los gestos del nuevo pontífice indican una fuerte apuesta a lo solidario para superar lacerantes desigualdades.
El nuevo obispo de Roma, Robert Francis Prevost adoptó el nombre pontificio de León XIV, razón por la cual “León XIV” es ahora el preboste de la Iglesia católica, en el sentido más literal: praepositus, es decir, “el que está delante”.
Con la paz como prioridad innegociable para el desarrollo humano (Paulo VI) y en pos de un papado más colegiado, más cooperativo, León XIV en su primer discurso ante el cuerpo diplomático, pidió a los gobiernos priorizar el fortalecimiento de la familia, advirtiendo sobre las desigualdades globales y llamó a renovar la diplomacia internacional en favor precisamente de la paz. Instó a los gobiernos a priorizar políticas que fortalezcan la familia tradicional y contribuyan a la construcción de sociedades “armónicas y pacíficas”; más cooperativas.
Este pensar, decir y hacer se corresponde no solo con un contexto bíblico, peculiar y distintivo del carisma agustiniano, sino con el propio espíritu característico de las primeras comunidades de creyentes; todo ello providencialmente en tiempos de hambrunas de paz, de naturaleza, de fraternidad con tacto y contacto, de alimentos, de bondad, de empatía y de solidaridades.
Desde esa “mirada infalible”, sólo con renovadas, atractivas y fecundas mancomunidades humanas (fructíferas), podremos “hendir la tierra con una cuña antropológica” para que “todos, todos, todos” vuelvan a quedar adentro”, cuña o instrumento en vértice diedro de espalda con espalda. Nunca más para separar ni dividir sino para extender la mano y ofrecer más que el corazón, hermanando y fraternizando con rigor, prontitud y una insustituible calidez humana, a cada excluído, lastimado, descartado y aplastado.
Según las primeras expresiones papales de León XIV, ya tenemos que ir suturando, rellenando o superando con esfuerzo propio, ayuda mutua y amistad social, toda herida, grieta o división. Más precisamente lo que nos viene demandando esa “auténticamente cruel e inhumana” voracidad insaciable del egoísmo individual -extraviado y como alucinado- en el disparate cósmico de un mercado despersonalizado, el que sin inversiones productivas ni plausible crecimiento humano, solamente “derrama” excluidos y descartados más visualizables a la vera del camino que en el fondo de los mares ( migrantes e inmigrantes,etc.)
Apuntando a tan lacerante desigualdad global, León XIV subrayó que en el contexto del “cambio de época” que atraviesa el mundo, la Santa Sede “no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas”
El “carisma agustino” se refiere a las características distintivas y el espíritu que caracterizan a la Orden de San Agustín, así como al faro luminoso de la comunidad de la iglesia primitiva, donde los primeros creyentes vivían unidos, y ecuánime, voluntaria como equitativamente, compartían sus bienes total o parcialmente; todo ello a partir de dos máximas intangibles: I) La destinación universal de los bienes; II) Su puesta en común.
En resumen, el “carisma agustinos” es un conjunto de valores y prácticas que se basan en… ¡la vida en comunidad, la pobreza elegida y una caridad sin límites!
Si revisamos dicho carisma, concluimos que nuevos y auténticos cooperativismos serán de la mejor respuesta posible para unir consumidores con productores, a usuarios con prestadores, a ahorristas con mutualistas, “a todo enfermo con su médico”, evitando intermediarios y extravagantes especulaciones lucrativas. Finalmente, para revertir lacerantes desigualdades personales, familiares y globales que generan “surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e, incluso, dentro de las mismas sociedades”; al fin y al cabo una de las acciones concretas que siempre alentó Francisco y acaba de recordar “urbe et orbi”el Papa León XIV´
Por último y para que no quepa duda ninguna, el nombre elegido, León XIV, es toda una definición: como sabemos, León XIII dio inicio a la Doctrina Social de la Iglesia con su famosa encíclica Rerum Novarum (de las cosas nuevas) publicada en 1891. Basta repasarla para ver no sólo su vigencia sino (sobre todo) la honda e ineludible incidencia social que tiene la “fe” si la tomamos (y hacemos) en serio. León XIII jugó un papel crucial en la promoción de las cooperativas a través de su aludida encíclica por que desde siempre, abordó los problemas sociales del momento, incluyendo las condiciones laborales y la necesidad de soluciones alternativas a la desigualdad social.
En recientes apotegmas del politólogo Augusto Salvatto, “La modernidad fue un ordenamiento y el Estado, su ejecutor”, anticipándonos el experto que ´hoy, esa promesa ya no seduce´ y que su mayor amenaza es la IA, la versión extrema del utilitarismo que podría reemplazarlo, porque “funciona, simplifica y resuelve”.
Igual concluye Salvatto, “… resta una esperanza de vida para el Estado: ¡volver a ser humano!
* Abogado, experto Coneau en cooperativismo.
El nuevo obispo de Roma, Robert Francis Prevost adoptó el nombre pontificio de León XIV, razón por la cual “León XIV” es ahora el preboste de la Iglesia católica, en el sentido más literal: praepositus, es decir, “el que está delante”.
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