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Neuroderechos: ¿Puede Sophia, la IA, leer la mente?

Se necesita que los gobiernos desarrollen urgente normas destinadas específicamente a proteger el cerebro y su actividad.

Cada día, los avances de la Inteligencia Artificial nos dejan boquiabiertos, como si emergieran de un mundo de ciencia ficción. Aquellos escenarios distópicos que una vez contemplamos en la gran pantalla están tomando forma y convirtiéndose en una impactante realidad.

En esta fascinante era de la inteligencia artificial, nos encontramos inmersos en una primavera de posibilidades asombrosas. Parece que esta tecnología tiene el poder de conquistar cualquier desafío, lo que nos impulsa a preguntarnos con asombro: ¿Será posible que pueda adentrarse en los recovecos de nuestras mentes y leer nuestros pensamientos más profundos?

Un equipo de científicos de la Universidad de Osaka en Japón ha logrado reproducir las imágenes mentales de un grupo de personas registrando su actividad cerebral a través de una resonancia magnética funcional.

La resonancia magnética funcional (fMRI) es un estudio por imágenes que se utiliza para estudiar la actividad cerebral en tiempo real. Cuando una determinada región del cerebro se activa durante una tarea o en respuesta a un estímulo, se incrementa el flujo sanguíneo en esa área específica, lo que proporciona información sobre qué áreas del cerebro están involucradas en una actividad mental o una función específica.

Este grupo de investigadores japoneses ha logrado obtener los datos de la actividad cerebral de los voluntarios a través de la resonancia magnética. Hasta aquí, no es más que un estudio que muchos de nosotros nos hemos realizado en las clínicas de la región. Y aquí es donde entra la tan aclamada I.A. Mientras realizaban la resonancia, les mostraban a los examinados una variedad de imágenes que luego serían reproducidas. Para ello, crearon un sistema que interpreta la actividad cerebral, la convierte en datos y luego los traduce en imágenes de alta resolución. Es decir, básicamente lograron “leer” la mente de los voluntarios y generar imágenes de esos pensamientos.

Ya se habían realizado varios estudios de este estilo, pero el problema era que entrenar a una inteligencia artificial para que genere imágenes demanda una cantidad enorme de datos y de entrenamiento y ajustes, por lo que los resultados no eran los deseados. Este equipo japonés evitó este entrenamiento utilizando Stable Diffusion, un motor de I.A. al que todos podemos tener acceso, cuya función es crear imágenes a través de texto, otras imágenes o incluso estímulos.

Este tipo de tecnologías todavía tiene mucho desarrollo por delante, pero el panorama es muy esperanzador. Imaginemos las aplicaciones que podría tener en la salud, podría utilizarse para diagnosticar discapacidades visuales o emplearse para ayudar a personas con pérdidas de visión. Esta innovación podría incluso revolucionar la forma en que se comunican las personas conscientes pero con limitaciones físicas que les impiden hablar. En un futuro, hasta sería posible que lea nuestros pensamientos más profundos.

Con estos avances también se ponen en juego derechos fundamentales de los seres humanos, como el derecho a la privacidad y la libertad de pensamiento. Lo hemos visto en el ambiente laboral, cuando el empleador a través de un sistema con aplicación de inteligencia artificial, sin ingresar aun en nuestras mentes, es una herramienta  para tomar decisiones en el ámbito laboral, calificar y/o descalificar empleados.

 Los avances de la Inteligencia Artificial en el campo de la medicina, sobre todo en la neurociencia como en este caso, abren un abanico de posibilidades que traen aparejada una imperiosa necesidad de regulación para protegerlos. Los neuroderechos se presentan como una parte de la solución para que la inteligencia artificial sea una herramienta al servicio de la humanidad y no al revés. Es necesaria una intervención urgente de los gobiernos para desarrollar normas destinadas específicamente a proteger el cerebro y su actividad.

Estamos de acuerdo en que el desarrollo de la inteligencia artificial está causando una profunda transformación social y que sus beneficios para nuestro desarrollo son infinitos, pero ¿cuáles son sus límites? ¿Cuáles deben ser las condiciones éticas y legales que deben cumplir las innovaciones en inteligencia artificial? ¿Estamos dispuestos a poner en juego bienes tan valiosos como el derecho a la privacidad mental?.

* Abogada , miembro del Instituto de Derecho e Inteligencia Artificial del Colegio de Abogados y Procuradores de Neuquén dirigido por la Dra. Vanesa Ruiz


Cada día, los avances de la Inteligencia Artificial nos dejan boquiabiertos, como si emergieran de un mundo de ciencia ficción. Aquellos escenarios distópicos que una vez contemplamos en la gran pantalla están tomando forma y convirtiéndose en una impactante realidad.

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