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Pan y circo

Así como en Roma la multitud pedía al gladiador triunfante que matara al vencido y aplaudía cuando éste cumplía, así ahora la multitud aplaude la crueldad del gobierno. El circo argentino.

Por Daniel Molina

Los romanos fueron los primeros que implementaron la ayuda estatal para los más pobres. Al ver que el imperio se iba extendiendo hasta alcanzar a contener un cuarto de la población del planeta, los emperadores comprendieron que la enorme masa de gente que apenas alcanzaba a sobrevivir con sus ínfimos ingresos era un problema constante, más peligroso y más presente que los bárbaros que acechaban en las fronteras. Así fue que idearon un mecanismo de control social que funcionó bien durante casi tres de los cinco siglos que duró el imperio: la llamaron “Pan y Circo”.

¿Qué incluía el programa de “Pan y Circo”? Literalmente abarcaba la donación de harina para que la gente haga pan en sus casas (era el alimento básico en ese entonces) y la asistencia a los grandes circos romanos (de los cuales el monumental Coliseo de Roma era el máximo).

Estos circos proveían de espectáculos brutales y deslumbrantes. Con el tiempo se fueron agregando otros productos al reparto de harina -por ejemplo, se agregó una cuota de aceite de oliva y hasta de vino- y también los espectáculos se fueron haciendo cada vez más grandiosos, consumiendo buena parte de las arcas del Estado.

Cuando el pan escaseaba porque las arcas del Estado estaban en rojo, los emperadores ofrecían más circo. Es lo que ahora le está pasando a la Argentina: “No hay plata”, dice el Presidente Javier Milei.

Como “no hay plata” corta la provisión de remedios a las víctimas del cáncer; cierra programas científicos y culturales; logra que las jubilaciones bajen tanto que ya ni pueden comprar comida todos los días; echa empleados públicos que quedan en la calle sin un peso; frena la obra pública y 100.000 trabajadores de la construcción se quedan sin trabajo inmediatamente.

La consigna “no hay plata” se acompaña de un gesto presidencial que se ha visto acrecentado a partir de que la miseria avanza: la patoteada, la celebración de la crueldad.

Acto escolar. El lugar que eligió Milei para hacer una extensa bajada de línea ideológica.

La crueldad es un gesto brutal, malvado, que ejerce una persona poderosa contra alguien más débil. Como en la época más brutales de los romanos, ahora también se celebra la crueldad. Se la aplaude. Hay gente que la festeja. El Presidente va al colegio en el que estudió de niño para inaugurar el año lectivo y dos alumnos se desmayan. El Presidente lo toma en broma -los chicos están ahí tirados en el piso, desmayados- y el público que lo escucha estalla en risas.

Ni la menor empatía con los chicos que se desmayaron: la actitud es reírse de ellos. Llamar a su público a que se reían de los caídos. Eso es la crueldad en escena porque el circo actual es ese: reírse de los caídos.

Crueldad de moda

Así como en el circo romano la multitud pedía al gladiador triunfante que matara al que había sido vencido y aplaudía cuando este cumplía con el deseo brutal de la masa, así ahora la multitud aplaude la crueldad que ejerce el gobierno. Es el circo argentino. No hay plata y se mueren los niños que tienen leucemia porque el Presidente no deja que les lleguen los remedios. ¡Todos ríen y aplauden, mientras gritan: “No hay plata”!

“La crueldad está de moda”, dijo hace unos días el escritor Martín Kohan. Es así. Ahora la crueldad está de moda. La gente se ríe de los estudiantes desmayados y de los niños que mueren porque el gobierno les niega los remedios.

¡Qué crueldad tan malvada se ha apoderado de la mayoría que la lleva a reírse y festejar el horror de la muerte de los niños enfermos y la miseria a la que son arrojadas millones de personas! Es la moda.

La gente festeja la maldad ejercida por el gobierno. La consigna presidencial “No hay plata” se ha convertido en la frase de moda entre los jóvenes, los más fanáticos de las “locuras” del Presidente.

El 66% de los varones de 16 a 25 años votó por Milei y casi todos ellos son hoy su mayor apoyo social: le creen al Presidente que las medidas que está tomando van a convertir a la Argentina en un par de años en una mezcla de EEUU con Suiza y cada uno de esos jóvenes -muchos de los cuales no ha terminado el Secundario- será propietario de una cupé de lujo.

No hay pan, entonces hay más circo. Y la masa se entusiasma. Aplaude. Ríe con las bromas macabras. Disfruta con la brutalidad de los poderosos hacia los más débiles.

Parece una escena salida del film “El pianista”, de Román Polanski, cuando los polacos no judíos aplaudían la cacería de judíos durante la ocupación nazi y no solo festejaban la masacre, sino que ellos mismos colaboraban con la matanza.

¿Qué sucederá con los millones que hoy aplauden la crueldad hacia los débiles? Es el clima en el que vivimos. La crueldad está de moda. Pero todas las modas pasan.


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