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Un nuevo camino al espacio

El marco legal principal que rige el espacio sigue siendo un tratado que fue negociado hace más de medio siglo, en un momento en que una computadora llenaba toda una habitación.

Eduardo Tempone *

Mientras contemplaba la Tierra desde la Estación Espacial Internacional, el empresario multimillonario japonés, Yusako Maezawa, imaginó a los principales líderes del mundo reunidos en el espacio. Fascinado por la majestuosidad y belleza de la Tierra se preguntó si tal vez, después de esos momentos de contemplación, encontrarían la inspiración suficiente para construir un mundo mejor en el que puedan dejar de lado la confrontación y abran paso a la cooperación.

Tal vez, por ahora, una cumbre espacial de líderes solo quede en la imaginación de Maezawa. Hoy, ya no se trata de la carrera hacia el espacio. Marte y la Luna ya forman parte de los programas científicos de empresas privadas y estatales.

Estados Unidos, China, Rusia, India, Japón y Corea del Sur desarrollan nuevos planes de misiones lunares tripuladas o robóticas. Estas misiones abren una creciente competencia por la gloria nacional, la superioridad tecnológica y por los recursos lunares, y refuerzan el potencial de amplificar las tensiones políticas internacionales aquí abajo, en la Tierra.

A pesar de la postergación de los dos intentos del lanzamiento inaugural de la primera misión del nuevo programa de exploración Artemis, Estados Unidos parece adelantarse otra vez hacia el objetivo de volver a enviar humanos al satélite en 2025.

Todo indica que el lanzamiento del Artemis 1, esta vez, se producirá a fin de mes o principios de octubre, desde el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral (Florida). Se trata del lanzamiento del cohete Space Launch System, el más potente que la agencia espacial haya construido, y la cápsula espacial Orion.

Después vendrá Artemis 2 -prevista ahora para 2024-, que llevará astronautas que orbitarán la Luna. Pero el alunizaje no se hará hasta Artemis 3, en la que por primera vez la integrará una mujer.

Esta nueva generación de misiones lunares es parte de los ambiciosos objetivos de la agencia espacial estadounidense para su exploración. Incluye caminatas de astronautas a través de la superficie de la Luna, un hábitat humano y una nueva estación espacial llamada Gateway.

La evocación al nombre de la diosa Artemisa, hermana gemela de Apolo en la mitología griega, generalmente asociada con la Luna y convertida en un ícono feminista moderno, haría pensar que este nuevo programa guarda un gran parecido con su misión espacial hermana, la mítica Apolo. Pero quizá existan más diferencias que similitudes. 

Artemis no consiste en una sola serie de viajes de ida y vuelta. Tampoco es la Luna su objetivo final como ocurrió con el programa Apolo. Para Artemis, la Luna es un punto de partida en el camino crítico hacia la exploración humana de Marte o del más allá.

Y a diferencia de la primera carrera espacial durante la Guerra Fría, los nuevos programas lunares se centran en algo más que demostrar el dominio científico y político de Estados Unidos o la entonces, Unión Soviética. Ahora hay claros objetivos comerciales. El propósito de encontrar nuevos recursos y explotarlos, abre una nueva perspectiva de supervivencia -de manera sostenible- fuera de la órbita terrestre.

En esta nueva era espacial, la rivalidad impulsará una diversidad de jugadores y objetivos. De cara al futuro, es fácil ver que las misiones pronto pueden estar compitiendo por el mismo territorio lunar. Y no está claro con qué leyes se regirán las nuevas actividades o cómo se resolverán eventuales diferencias.

El marco legal principal que rige el espacio sigue siendo un tratado que fue negociado hace más de medio siglo, en un momento en que una computadora llenaba toda una habitación. Hoy en día, a medida que el espacio se convierte en un objetivo comercial legítimo, hay crecientes preguntas sobre si el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967 está a la altura de las circunstancias.

Eso incluye preguntas sobre la adquisición y explotación de los recursos que se encuentran allí, desde el agua hasta los gases y los minerales. Cuestiones que podrían haber parecido fantasiosas cuando se negociaron sus términos en la década de 1960.

En 2020, Estados Unidos y otros veintidós países suscribieron los Acuerdos Artemis, que establecen ciertos principios para la explotación de los recursos espaciales. Con lo cual, dieron una señal para que los países y las empresas comiencen a planificar la extracción de los recursos, aunque esos principios están lejos de ser universalmente aceptados.

También hay una preocupación progresiva de que quien llegue primero a estas fronteras sin explotar establecerá las reglas durante las décadas, las generaciones, incluso los siglos por venir.

Ante esta nueva carrera lunar, los soñadores como el magnate japonés Maezawa prefieren seguir resaltando el potencial de la cooperación espacial sobre la confrontación.

* Diplomático


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