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Visión periférica: clave en el deporte, ignorada en la vida cotidiana

Un deportista utiliza la visión periférica mucho más que una persona normal. En tiempos donde desde muy pequeños se focaliza la atención en una pantalla, la pérdida de esta capacidad puede derivar en una suerte de analfabetismo social,

La visión periférica es el campo visual que se produce alrededor del foco central, permitiendo a una persona abarcar hasta casi 180 grados con su mirada. Si la visión central se encarga de reflejar los detalles más pequeños, la visión periférica permite ver el entorno que rodea al objeto sobre el que fijamos nuestra atención.

Como ha afirmado Miguel Ángel Teus, director médico del Hospital Oftalmológico de Madrid: “El deportista utiliza la visión periférica mucho más que una persona normal. Un no deportista sólo la utiliza como sistema de alarma ante una situación que sucede en los costados; recibe la alarma, gira la cabeza y fija la visión central en el peligro. Por el contrario, un deportista no se puede permitir ese lujo, por lo que su visión periférica debe ser lo suficientemente fiable como para dar la información que comience a desencadenar el estímulo”.

Para Teus, el entrenamiento visual es un complemento a la práctica deportiva, pudiéndose medir y entrenar la calidad de la respuesta a los estímulos periféricos. Así uno de los ejercicios que se han ideado con este fin, es el entrenador de conciencia periférica, que consiste en una pantalla con luces en el centro y en los laterales. El deportista debe recordar los estímulos y así valorar su capacidad para detectar con la peor parte de su visión.

En tiempos donde desde muy pequeños se focaliza la atención en una pantalla -dirigida a un objeto quieto, con el cuerpo inmóvil y la cabeza gacha- la pérdida de esta capacidad para poder mirar “más allá”, puede derivar en una suerte de analfabetismo social, al no saber leer que sucede alrededor.

Según el informe del Observatorio social de la UCA, el 52,4% de la población entre 5 y 17 años no realiza deporte fuera de la escuela y el 80,8% de chicos entre dichas edades no concurren a actividades culturales. Es decir, la mayoría de los niños y adolescentes están excluidos de estos espacios alternativos al escolar.Ya no se trata solo del sedentarismo infantil, sino también de sus consecuencias para la vida de relación.

En números

52,4%
de la población entre 5 y 17 años no realiza deporte fuera de a escuela.

Así, cuando se practica deporte, se debe estar a los movimientos propios, pero también a los de los compañeros, adversarios, espectadores y árbitros. El atleta, aunque no se dé cuenta, ejercita sus ojos durante los entrenamientos. Fija su atención en diversos puntos a la vez, pone en marcha sus músculos oculares a la vez que enfoca y desenfoca continuamente. Ello conlleva a tomar permanentes resoluciones, donde el tiempo, la distancia y el espacio, con el propio cuerpo en movimiento, asumen una vital importancia. Es por ello que desde niños, se estimula este tipo de situaciones a través del juego. Ello lleva a tomar constantemente conciencia del otro y a decidir en consecuencia.

En tanto la pérdida de visión periférica, también conocida como visión de túnel, consiste en que el campo de visión del paciente se va reduciendo en sus extremos (laterales y zonas superior e inferior). De esta forma, la visión se limita a la zona central.

Cuantas veces vemos en nuestra vida cotidiana, personas que se desplazan o manejan en trayectorias frontales, sin observar si vienen otras por los costados, o impactan con la presencia del otro por no saber calcular el tiempo y la distancia?

Siendo que las nuevas generaciones dedican enorme cantidad de horas al sedentarismo digital, cabe preguntarse ¿cuántas personas tendrán que girar su cuello para ver que sucede a su alrededor en lugar de tener estimulada la vista a sus 180 grados? ¿cuántas habilidades se irán perdiendo, de no ser estas adquiridas y luego practicadas en las edades oportunas?

También a cuestionarse cuanto de estas falencias, repercutirán en la vida social, al perderse la referencia del otro. En tal sentido es curioso observar cómo los animales, por una cuestión de supervivencia, tienen ejercitado su campo visual, para no ser presa de otras especies.

Curiosamente y a pesar de carecer de la palabra, su naturaleza y los peligros que los acechan, los llevan a desarrollar otros sentidos y a prestar mayor atención a todo aquello que sucede a su alrededor. En cambio, el hombre poco a poco va perdiendo tales habilidades, pudiendo vislumbrarse un futuro en el que motriz y socialmente, sea más torpe.

Hasta aquí podría decirse que un deportista bien estimulado en la toma de decisiones motrices desde edades tempranas, bastaría para ser un ser socialmente apto, más ello será insuficiente, sino va acompañado del otro elemento trascendental en esta cuestión que es la Educación. Si no existe una prédica constante dónde, desde la casa y las escuelas se trabaje la consideración del semejante como elemento central de la convivencia social, no habrá destreza alguna que valga.

Si dentro del mensaje no hay una valoración de la importancia del bien común y del ceder en ciertas actitudes individualistas, nada de lo expresado tendrá mayor sentido. De allí la trascendencia que, en estas cuestiones, tanto prácticas como teóricas, los educadores físicos tendrán a futuro en un mundo asediado por las selfies y por los likes. Aun pudiendo ser el hombre actual más sensible a su periferia y gozar de las bondades de la educación a través de lenguaje, vamos destino en ciertos aspectos, a ser más precarios que los hombres de las cavernas. Eso si… con un celular en la mano.

(*) Abogado. Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com


La visión periférica es el campo visual que se produce alrededor del foco central, permitiendo a una persona abarcar hasta casi 180 grados con su mirada. Si la visión central se encarga de reflejar los detalles más pequeños, la visión periférica permite ver el entorno que rodea al objeto sobre el que fijamos nuestra atención.

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