Max Verstappen, el campeón pendenciero
Max Verstappen ganó casi el 60% de los grandes premios de Formula 1 de los últimos cuatro años. Su supremacía es tan indiscutible, como su arte a la hora de conducir.
*Abogado Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com
Su heroica victoria obtenida en Interlagos partiendo del puesto 17 tras ser penalizado, superando a todos sus adversarios en medio de una lluvia torrencial, demuestra una voracidad no vista desde la época de Ayrton Senna.
Tiempos, justamente en los que el padre del neerlandés pasó por el automovilismo sin pena, ni gloria. Así a comienzos de 1994, Michael Schumacher tuvo como compañero en Benetton a un tal Jos Verstappen, quien a lo largo de su carrera solo obtuvo dos podios como mejores resultados y como pudo siguió en la categoría deambulando por escuderías no competitivas como Simtek, Footwork, Tyrrell, Stewart, Arrows y Minardi.
Cuenta la leyenda que el niño Max a los dos años se subió por primera vez a un cuatriciclo. Su madre Sophie Kumpen, también ex corredora de karting, lo apoyó para que empezara y luego de ver el potencial de su hijo, Jos decidió hacerse cargo íntegramente de su carrera.
Cuando el pequeño rubio empezó a correr, llegaron a hacer más de 100 mil kilómetros al año en una furgoneta con la que recorrieron toda Europa, centrando toda su formación en el automovilismo. Son conocidas las historias de un padre que no cedía ante las quejas de su dirigido por tener sus dedos congelados, o dejándolo en una gasolinera por haber perdido una carrera o golpeándole su casco o prohibiéndole el sobrepaso en lugares tradicionales para buscar situaciones de adelantamiento más difíciles.
Los cuestionables métodos seguidos con su primogénito, se trasladaron a otros ámbitos de su vida. Así el periódico belga De Standaard informó que luego de su separación Jos agredió físicamente a una ex novia de 24 años y fue arrestado en la ciudad de Roermond. En 2008 fue multado y sentenciado a tres meses de prisión en suspenso por un caso violencia contra Sophie. The Sun recordó que en 2000 fue declarado culpable por fracturarle el cráneo a un hombre en una pista de karts , siendo condenado a cinco años de prisión en suspenso.
El propio campeón mundial reveló que: “Mi familia tuvo que vivir para mí… probablemente le costó el matrimonio a mi padre”.
Hipercompetitivo
La formación rigurosa e inflexible del europeo, ha curtido tanto su cuero al punto de convertirlo en un volante hipercompetitivo, aunque de muy escasos recursos sociales.
Así en el último gran premio de Abu Dhabi la dirección de la carrera decidió penalizarlo con 10 segundos por haber impactado con culpa a Oscar Piastri, ante lo cual el piloto de Red Bull contestó por su radio: “¿Podemos preguntar por los 20 segundos?… Estúpidos idiotas”.
Además de la sanción que tuvo que cumplir en pista, la FIA decidió quitarle dos puntos en la superlicencia a lo cual respondió.: “Quizás me asegure de llegar a los 12 puntos cuando nazca el bebé. Entonces podré irme de baja por paternidad”.
El papa Francisco consolida su legado
Luego dirigió su ira contra George Russell al decir de él: “Nunca he visto a alguien tratando de joder tan duro” a lo cual el británico contestó: “que no le sorprendía ya que le dijo que iba a hacer todo lo posible para chocarme y darme de cabeza contra la pared”.
Alguna vez nuestro nunca bien ponderado Carlos Reutemann dijo que la Formula 1 era un laberinto visto desde arriba. “Claro para el que está afuera, pero para el que está dentro difícil de salir, del éxito, de la fama, de la plata, del campeonato y de la muerte. Algunos de los que compitieron conmigo están vivos, otros muertos, otros paralíticos. Yo fui un tipo con mucha suerte, haber ganado el campeonato hubiera sido demasiado”.
Es quizás en ese laberinto que se confunde a las carreras con la vida misma. Y en esa encerrona, para algunos no hay tiempo para la empatía. Cuestión que afortunadamente no es compartida por todos, ya que hay gestos como el de Russell haciendo una reverencia a su compañero Lewis Hamilton en su despedida de Mercedes o el del propio Alex Albon con nuestro Franco Colapinto, al pedir un lugar en la parrilla para él para el 2025
El automovilismo no puede transformarse en una lucha sin cuartel, donde todo vale. Muchos niños y jóvenes siguen a estos corredores y si bien no puede pedirse de ellos que sean monjes tibetanos, si al menos que ajusten su conducta a la de un deportista.
La notable pericia del neerlandés, se ve esmerilada por sus reacciones intemperantes, las mismas que como una rémora lo retrotraen a su infancia. Los métodos de Jos curiosamente han sido tolerados por Max, pero no tienen por qué ser soportados por sus pares, ni mucho menos por los espectadores. Cuestión por la que la FIA debe velar, si es que algo de deporte, aún le queda a la Formula 1.
*Abogado Prof. Nac. de Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com
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