Otros sentidos

Por algún motivo cinco sentidos organolépticos no fueron suficientes y creamos algunos otros para modificar la realidad percibida por aquéllos.

El sentido del humor, el sentido de la orientación, el sentido común, el sentido de la vida y el misterioso sexto sentido privativo de la mujer. Está comúnmente aceptado que no existe un sexto sentido masculino; incluso en opinión de algunas mujeres, cinco sentidos le son demasiados. El sentido de las avenidas no es parte de esta disquisición y sobre todo porque es sabido que es hacia allá.

El sexto sentido femenino es poderoso. Este es el que les permite a las damas detectar con precisión premonitoria los compañeros de trabajo que pueden invitar a sus maridos a un cabaret, pedirles una garantía o entusiasmarlos a cruzar el atlántico en piragua. Sólo por precaución, cada vez que se los cruzan le dedican un saludo fruncido con un leve gruñido adjunto por si las dudas. Sin embargo a pesar de su poder, al estacionar no les permite intuir la distancia del cordón de la vereda, ya que cuando queremos entrar al auto sin salpicarnos, nos sentimos un pirata al abordaje de una chalupa pero añorando la soga.

El sentido de la orientación es fundamental si por ejemplo nos sorprende la noche en medio del campo y estamos solos con una señorita. Conocer la posición de la Cruz del Sur nos puede servir para saber hacia dónde huir o para seducirla con nuestros conocimientos estelares. Aquí no tenemos que confundir estar orientados con ubicados, que parece lo mismo pero no lo es. Ante todo somos caballeros y preferimos estar desorientados, pero nunca desubicados. «Es de hombres de honor tratar a las damas con mucho tacto», dice un antiguo apotegma que sin embargo confundió a muchos caballeros que dejaron de serlo al aplicarlo en sentido literal. Es justo también citar otros casos donde en el mismo instante que el varón dejaba de ser caballero, la mujer dejaba de ser una dama y ambos se abandonaban a su nuevo estatus social disfrutando desaprensivamente.

El sentido común no es nada especial. Es una enciclopedia de sentencias inútiles que nos hace creer que tenemos control de la situación y no nos preocupa en absoluto si la realidad nos muestra su falacia. Un ruido en el auto, «es un tornillito flojo», cuando el televisor no anda «seguro que es un cablecito suelto», «está empachado», «mmm…hoy llueve» y por supuesto son las tres de la tarde con un sol radiante y nosotros cargando el paraguas, el piloto y las galochas.

Freud ve el sentido del humor como «un aspecto del Yo que logra afirmarse victorioso, cuando rechaza el dejar imponerse lo que sufre el entorno, transformando eso mismo en la ocasión propicia de ser feliz», lo cual demuestra lo ignorante que es usted y nosotros que creíamos que era simplemente saber contar chistes. A propósito de ignorancias y humor, sería bueno aplicar la máxima de Groucho Marx: «Es mejor quedarse callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente». Buenas tardes.

Horacio Licera

hlicera@rionegro.com.ar


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