Para los días de invierno
Por JORGE VERGARA
jvergara@rionegro.com.ar
Me pasó dos o tres veces, no más, hasta que me animé a preguntar y asunto resuelto. Sin embargo, la ciudad, el progreso, los cyber, la tecnología, el plasma, todo eso junto hicieron que muchas costumbres y particularidades de antaño pasaran a ser sólo un recuerdo.
Todavía se pueden encontrar en el país lugares donde comer estas especialidades y hasta se puede ver cómo se hacen.
En tardes de invierno era común en casa, sobre todo los fines de semana, que se dijera que habría tortilla al rescoldo para el mate. El mate cocido de yerba en puñado, que hasta parecía más sabroso, porque lo único que venía en saquito en esos tiempos era el té. Y me preguntaba dónde estaba el horno para hacer las tortillas si el que teníamos en casa estaba apagado y su uso era prohibitivo por el precio del gas.
Con las tortillas en la mesa era fácil olvidarse de toda la incógnita que generaban en mi esas comidas, no por cómo fueran sino por dónde se hacían.
La misma ceremonia se daba con el pan al rescoldo, no tan rico como la tortilla, pero sí muy sabroso, sobre todo cuando estaba calentito.
Hasta que llegó el día en que me dije terminemos con esta historia y veamos de qué se trata. Seguí los pasos de la masa de la tortilla, y una vez que todo estuvo listo, seguí los pasos de la cocinera.
Llegó a un lugar en el piso, donde había brasas en vías de extinción, pasó la masa por ceniza de un lado y del otro y la colocó en el sitio para después taparla con más ceniza. Claro, el calor que dejan las brasas es lo que se llama rescoldo y hace las veces de un horno para el pan o la tortilla.
No imaginé que las ricas tortillas tenían ese proceso, menos que pasaban por las cenizas y menos aún que la cocción fuera tan perfecta.
Vale para la ocasión, sobre todo para los días fríos, contarles una receta simple, de esas bien tradicionales, que servirá para una tarde con buenos mates y muy sabrosa.
Para las tortillas apenas hacen falta 4 tazas de harina común, 2 tazas de agua hervida tibia con sal, 250 gramos de grasa derretida (manteca) y 1 cucharadita de bicarbonato.
Se mezcla la harina y los demás ingredientes. Se amasa hasta obtener una consistencia suave. El «rescoldo» (brasas y cenizas) debe estar listo. Coloque la tortilla entre dos capas de cenizas y cubra con cenizas calientes. La ceniza caliente no deber ir inmediatamente sobre la masa, ésta debe ir sobre una capa de ceniza tibia para cocer la masa sin quemarla.
El tiempo depende del calor que tenga el rescoldo.
Si le parece complicado esto del rescoldo, bien se puede apelar al horno de casa, donde saldrán igual de tentadoras, pero con un sabor diferente. El rescoldo le da a la cocción un toque especial y cierto aroma a ahumado.
Recetas simples como estas son capaces de llenar todas las expectativas de comer algo rico en un día frío, y vienen desde lo más lejano de la historia de Latinoamérica.
Dicen que tanto en Chile como en la Argentina, son unas de las tantas comidas -en este caso de la familia del pan- que consumen los pobres.
Por JORGE VERGARA
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