PASO a la vista

En la oposición la porfía más atractiva se da en Cambiemos, entre Macri, el radical Sanz y Carrió. En siete días serán las primarias para determinar los candidatos presidenciales del 25 de octubre. En el oficialismo K, Scioli no tiene rivales. Con Carlos Zannini ligará PJ tradicional con kirchnerismo.

Redacción

Por Redacción

DOMINGO A DOMINGO

Dentro de una semana se conocerá a los mejores perfilados para suceder, al frente del Ejecutivo, a Cristina Fernández a partir del 10 de diciembre. Seguramente nada será igual desde esa fecha. Se percibe una tendencia a suavizar la relación comunitaria, endurecida por las tensiones transformadoras alimentadas por el kirchnerismo desde que tomó en el 2003 la brasa ardiente dejada por la grave crisis institucional de dos años antes.

Una porción no despreciable de argentinos apuesta por la continuidad a través de Daniel Scioli, de modales componedores. Otra, contraria a los predicados K y que tomó el nombre de Cambiemos, plantea una ruptura. Suave, pues uno de sus principales líderes, Mauricio Macri, le bajó (para algunos, con poca sinceridad) el tono a la confrontación. Adelantó que no tirará del mantel y que, en cambio, preservará, mejor administradas, la estatización de la Anses, AA e YPF, a la vez que mantendrá Fútbol para Todos y los planes sociales destinados a los sectores más desprotegidos.

La campaña electoral se presta a picardías que hacen recordar a Carlos Menem quien, siendo presidente en los luego denostados 90, confesó que si hubiese dicho lo que iba a hacer en materia económica no lo hubiese votado nadie. Seguidores de Scioli, que retrucan a los que lo consideran débil y subordinado a la fracción peronista de izquierda, señalan que no obtuvo gratis el galardón de ir con la bandera del Frente para la Victoria. Es una muletilla enrostrarle que es un imbécil o un idiota que no entiende nada. Llegó solo a la interna, para lo cual tuvo que bajarse media docena de postulantes K de paladar negro. Quedó demostrado que no luchó por un chupetín y que Cristina (a diferencia de Eduardo Duhalde hace más de una década) quiere ganar y no perder en octubre. Ambos exhibieron una gran capacidad de negociación, expuso un ortodoxo dirigente sindical maravillado por la fórmula contenedora integrada con Carlos Zannini.

En estas horas en que pesan los consejos de los asesores de imagen, no habría que desentenderse de lo que hombres como Scioli y Macri piensan y dicen de sí mismos, de lo que realmente son y hacen. No hay más que concentrarse en sus respectivas gestiones a lo largo de ocho años en la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, respectivamente.

En el Pro -quedó demostrado a través de videos e informes que se filtraron a la prensa- también se está muy pendiente de las recomendaciones del gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba. Un divertido Federico Sturzenegger, al exponer en inglés ante un foro académico, justificó de alguna manera los motivos por los cuales su jefe, Macri, asegura estar transitando hoy una etapa nacional y popular. «Los enfoques son muy distintos en épocas de campaña. Cuando uno gobierna, necesita teorías, saber y formar equipos. Pero, en una campaña, si uno quiere llegar se comunica de otra forma», confesó.

Marcos Peña, el joven macrista que pone distancia tanto de los kirchneristas como de los antikirchneristas ciegos, se afana por llevar tranquilidad a una gran masa de la población que está indecisa: «Venimos a dar, no a quitar, a desterrar el odio y la venganza, detrás de un futuro común. Hay que salir de la lógica autodestructiva».

¿Reflexiones genuinas? «No lo creo», contestó el diputado camporista Andrés Cuervo Larroque, quien interpretó que se trata más de una cuestión de pragmatismo reconocer las conquistas de estos años por parte de los que han operado en contra fervorosamente.

Como contrapartida, algunos dirigentes se van sincerando. Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, al elogiar la disposición de Scioli para crear un ministerio de economía popular, expuso que los subsidios deben tener un carácter temporal y que el cometido de una futura administración peronista debe ser terminar con el trabajo en negro.

Algunas de las peores críticas a Cristina, Scioli y Zannini provienen de exkirchneristas. El escritor y exdiputado Miguel Bonasso vaticinó que, de quedar consagrado el binomio, se podría llegar a desatar una guerra interna en el peronismo, a lo que ya estamos acostumbrados.

Entre los objetores más encarnizados se destaca Luis Etchevehere, de la Sociedad Rural. Llamó fascista a Scioli por aseverar éste que de llegar al gobierno no daría ni un paso atrás. El mandamás agropecuario le exigió una retractación. «Debe ser más abierto y democrático. Su expresión autoritaria me hace acordar de otras como «vamos por todo» o «hasta la victoria o muerte»».

Scioli viene dando muestras de flexibilidad interna al ir sumando a militantes de La Cámpora. La integración con sus adherentes significa un verdadero desafío. «Por ahora están todos adentro y el andar se verá cuando empecemos a caminar juntos en el gobierno», subrayó uno de los principales funcionarios de La Plata. Claro que habrá que reacomodar, con todo lo que ello significará.

Arnaldo Paganetti

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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