Pedagogías del despojo, políticas educativas y trabajo docente en zonas de sacrificio

El paraje Aguada San Roque -sacudido por la explosión en la escuela- está asentado sobre cientos de pozos petroleros. Dos investigadoras advierten que, en tiempos de profundas desigualdades, es fundamental asociar el derecho a la educación con los derechos de la naturaleza y los derechos humanos.

Por María José Laurente y Ema Paula Penas *

Captura de video poco después de la explosión en la escuela albergue de Aguda San Roque. (Gentileza).-

El día 29 de junio de 2021 se  produjo una terrible explosión en la Escuela N°144 de Aguada San Roque; como consecuencia fallecieron Nicolás Francés y Mariano Spinedi quienes se encontraban realizando tareas de mantenimiento en las instalaciones de gas y la maestra Mónica Jara resultó gravemente herida con un 80% de quemaduras en su cuerpo.

Muchos dirán que fue un accidente, pero para comprender los hechos es necesario situarlos en contexto.

Aguada San Roque se ubica a 60 km de la ciudad de Añelo (capital del Shale), en la provincia de Neuquén, es precisamente el territorio que la alianza estatal empresarial determinó como zona de sacrificio. El área San Roque está asentada sobre cientos de pozos de gas y petróleo como se pueden observar en el siguiente mapa elaborado por el geógrafo Javier Grosso.

La extracción de estos hidrocarburos incluye tanto pozos convencionales, como otros no convencionales que utilizan el fracking, técnica que se ha comprobado daña la naturaleza, trae múltiples perjuicios a la salud, produciendo conflictividad socioecoterritorial y  resistencias de pueblos originarios, movimientos sociales y otras organizaciones a nivel local e internacional.

Es la zona de Vaca Muerta, para los empresarios que allí accionan, es la Dubai argentina, sobre la cual -desde las narrativas desarrollistas- se erigen promesas de empleo y crecimiento. Sin embargo como contracara la realidad muestra situaciones de pobreza; son territorios en donde las desigualdades se pronuncian y duelen.

Desde el equipo de investigación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue “Políticas educativas, trabajo docente y extractivismo. Situaciones de disputa en la Norpatagonia a inicios del siglo XXI” indagamos sobre el trabajo docente en Vaca Muerta. Nos preguntamos cómo operan estas desigualdades en la escuela, cómo lo perciben los pobladores, cómo presionan las empresas, cuáles son las estrategias que utiliza el Estado y cuáles las que les permiten a lxs trabajadorxs de la educación desarrollar sus tareas.

El Estado en una estrategia de pinza, desfinancia la escuela pública, precariza las condiciones de trabajo y de vida dentro de esas instituciones en tanto “negocia” con las empresas la licencia social tan añorada para lograr el desembarco de los megaproyectos en los territorios. Las relaciones asimétricas -características del extractivismo- se replican en el ámbito escolar ubicando a lxs trabajadorxs de la educación entre las necesidades y demandas de la población escolar y la ‘generosa’ filantropía estratégica de la Responsabilidad social empresarial (RSE). Las redes de política establecidas desde la alianza estatal empresarial habilitan a las propias empresas a inmiscuirse en la vida escolar asumiendo funciones como ampliación de edificios, donación de herramientas tecnológicas y libros de lecturas, ofrecimiento de becas, dictado de cursos de perfeccionamiento, capacitación, etc., adentrándose así hasta el corazón mismo del diseño y la toma de decisiones de las políticas educativas. Son precisamente estas acciones las que les permiten introducir su narrativa en pro del fracking, el desarrollo sostenible y los beneficios de este tipo de emprendimiento.

Este modelo de desarrollo al que apuestan el Estado Neuquino y también el Nacional, subsume a las mayorías a procesos de múltiples despojos y a prácticas económicas, políticas y pedagógicas que fundamentan una forma de apropiación social de la naturaleza de corte extractivista con profundas consecuencias y límites tanto a la democracia como a los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. Por lo tanto, lo acontecido en la Escuela N° 144 no fue un accidente, es consecuente con una situación estructural de desidia del Estado, de condiciones habitacionales precarias sin acceso al gas o al agua cuando paradojalmente la escuela se asienta sobre la formación de Vaca Muerta, sobre la mayor producción de gas y petróleo del país.

El vínculo del extractivismo con la política educativa y el trabajo docente -objeto de nuestra investigación- queda de manifiesto en este lamentable caso. Nuestros resultados alertaban sobre el desentendimiento (o complicidad) de las responsabilidades que le caben al Estado en la gestión de las políticas educativas. Esta situación de vulnerabilidad incluye un conjunto de despojos y amenazas socioecoterritoriales (movimientos sísmicos, daños ambientales, enfermedades, expulsión de poblaciones, fractura en los cuerpos territorios, etc.) que ignoran “no sólo a lxs sujetxs que habitan las zonas de sacrificio, sino también a las advertencias científicas sobre las consecuencias contaminantes del modelo extractivo” (2020).

Decíamos en un artículo publicado que la percepción que expresan algunxs de lxs docentes de Añelo es de antagonismo extremo entre las promesas “eldoradistas” de los no convencionales y las necesidades de la población local. Mientras los medios de comunicación reiteran que Añelo es sinónimo de riqueza y promesa de prosperidad, se denuncia en entrevistas realizadas en  2019 una fuerte polaridad. En palabras de lxs trabajadorxs de la educación: “tanta plata por un lado y tanta necesidad por otro”, “la nueva Dubai de la Argentina y el pibe se me está muriendo de hambre”. Reconocen cambios contundentes tendientes a desigualdades extremas en las ciudades “frackineadas” a partir de 2013. Así afirman que “la contradicción en la imagen es clara, ves de un lado las casitas con el humito de la leña en el lugar donde se genera la riqueza más codiciada del mundo como es el petróleo y el gas. Afuera la llaman la Dubai de la Patagonia. ¡Minga! Tendrá toda la riqueza pero la gente sigue viviendo en la pobreza, y la escuela pública sigue siendo el escenario más claro para ver eso”.

Esto nos demuestra que no fue un accidente, que las políticas económicas, sociales, y educativas tienen mucho que ver con lo sucedido. Un Estado depredador y aliado de las grandes empresas corporativas no puede más que proponer pedagogías del despojo, políticas de desidia y muerte. Así, las diferentes formas de violencia se expresan en las escuelas públicas de Neuquén como producto de políticas que atentan contra la vida. Recordamos a lxs compañerxs Silvia Roggetti y Carlos Fuentealba, como distintos rostros de un mismo sendero de una política discriminadora, que descuida, descalifica, desvaloriza, hiere y mata.

Vaca Muerta es una promesa de profundización de las desigualdades porque donde avanzan las lógicas extractivistas se lesionan derechos, se avasalla la naturaleza, se precarizan condiciones de vida, se pone de manifiesto aquello que Rita Segato nombra como pedagogía de la crueldad. Los cuerpos, los territorios y también los sueños son violentados por un Estado que no tiene voluntad política para cambiar el derrotero de la injusticia.

Se hace imperioso visibilizar a través de investigaciones los efectos que apareja la apuesta a un modelo de desarrollo basado en lógicas extractivistas. Como plantea Svampa en el marco del giro ecoterritorial del siglo XXI, urge producir nuevos conocimientos que promuevan estrategias para articular colectivamente las gramáticas de lucha y centrarse en  la reproducción social de la vida,  en las pedagogías del cuidado tendientes a la construcción del buen vivir.

En tiempos de profundas desigualdades materiales y simbólicas, de amenaza y violencia territorial es fundamental asociar el derecho a la educación con los derechos de la naturaleza y los derechos humanos. Frente al antropocentrismo extractivista el análisis relacional exige discutir si la garantía del derecho social a la educación es factible, cuando no se garantiza la vida -de humanos y no humanos- en los territorios. Es decir, pensamos que no podemos desentendernos de la dinámica del extractivismo, y que la muerte nos obliga a acelerar el giro ecoterritorial en la definición de las agendas de las políticas educativas.

* Docentes / investigadoras UNCo


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