Perdidos en las dudas y el tiempo

Cuenta la leyenda que cuando Pandora no pudo contener su curiosidad y abrió la caja que le habían regalado los dioses con la prohibición de ver su contenido todos los males salieron de ella. La que es la primera mujer en habitar la Tierra en la mitología griega, sólo en un último esfuerzo, al cerrarla, pudo guardar la esperanza que había quedado en el fondo.

Los dioses griegos sabían ser engañosos y manejar a los hombres e inferiores con el miedo para conseguir sus objetivos. Esas advertencias se repiten en la vida de todo humano -de allí la creación del mito- y también les sirven a los creadores para darle intensidad a la ficción. Cómo lo hicieron los guionistas de «Lost».

No fue una caja, ánfora o baúl lo que se abrió, acorde a la tecnología actual una llamada telefónica tuvo el mismo efecto.

El último capítulo de la tercera temporada transformó la estructura de la serie, sin traicionarla, con un salto hacia el futuro que brindó respuestas que en una propuesta tradicional sólo se guardarían celosamente para el final.

Los intentos de Locke y de Ben Linus por impedir que Jack se comunique con el misterioso barco que podría rescatarlos no son escuchados. El llamado que para los sobrevivientes del vuelo Oceanic 815 puede significar su regreso a la «civilización» resulta una «caja de Pandora» de la que también aparentemente se escapa la esperanza, cuando muestran en un «flashforward» al médico -quien hace todo para ser rescatado junto con sus compañeros- desesperado por regresar a la enigmática isla.

Mañana, a las 21, comenzará a emitirse por AXN la cuarta temporada de «Lost», y como bien lo anuncia el título de su primer capítulo es «El principio del fin». Y lo es porque ya se sabe que sólo restan dos años más para su conclusión y porque son tantas las líneas narrativas que se han abierto desde su comienzo que o empiezan a cerrarse la historias o decaerán en una maraña confusa imposible de seguir para cualquier espectador.

El 2008 es un año atípico para televisión norteamericana, que con la prolongada huelga de guionistas ve afectadas sus producciones. «Lost» no se salvó. Sólo ocho episodios de la serie estaban terminados cuando sus guionistas principales, Damon Lindelof y Carlton Cuse, dejaron de escribir y encabezaron los piquetes durante tres meses.

Hubo presiones de un lado y del otro, en el caso de «Lost» hasta corrió el alarmante rumor de se quemarían los capítulos o que harían una temporada con los 8 que se habían filmado dejando la historia en la mitad. Poco antes de la ceremonia de entrega del Oscar se llegó a un acuerdo y los guionistas volvieron a trabajar. Pero el tiempo perdido no se recupera y de los 16 episodios pactados para este año sólo saldrán al aire 13, lo que los obliga a reorganizar los planes para arribar a un fin de temporada que mantenga en suspenso y con ganas de más a sus seguidores. Tarea ardua sobre todo cuando en esta nueva temporada profundizarán las teorías de viajes temporales, sin introducir paradojas, a las que se niegan rotundamente.

Para Lindelof y Cuse no es lo mismo desarrollar lo que tenían pensado para ocho episodios en cinco, sobre todo si, como ellos indicaron en diversas entrevistas, ya tienen un plan elaborado sobre los contenidos de las serie hasta el final, en el que centran cada temporada en un eje diferente: la cuarta mostrará quién sale de la isla y el hecho de que necesitan volver; la quinta por qué necesitan regresar y la sexta lo que pasa cuando logran volver.

Los problemas por la huelga no sólo afectan a los guiones, sino también las fechas de rodaje que deben ser reprogramadas de acuerdo con la disponibilidad de los actores, ya que varios asumieron compromisos para fechas en las que según la planificación previa el rodaje ya debería estar terminado. Reorganizar las agendas o prescindir de ellos son las alternativas que se presentan actualmente.

Demasiados desafíos para un ciclo que ha ido perdiendo audiencia. Aunque lidere actualmente su franja horaria con una media de más de 13 millones de televidentes, atrás quedaron los 18 millones que tuvo en su primer temporada. A pesar de esta caída en los espectadores, sigue siendo un fenómeno cultural que se extiende más allá de la pantalla y que mantiene adeptos en todo el mundo (ver recuadro).

Con las dudas hacia el futuro planteadas, la cuarta temporada ya se emite en los EE. UU. y mañana comienza en la Argentina. Se sabe que intercalará como recursos narrativos tanto flashbacks como flashforwards lo que le servirá para responder muchas incógnitas y para plantear otras nuevas. El primer episodio tendrá mucha acción y un comienzo atípico. A 93 días de la caída del avión la posibilidad de salir de la isla dividirá a los sobrevivientes del vuelo 815 entre los que creen que es posible y los que desconfían -con pruebas a su favor- de los «rescatadores». Nuevamente se enfrentarán el «hombre de ciencia» (Jack) y el «hombre de fe» (Locke) provocando una fractura dramática en el grupo.

Aparecerán personajes nuevos y comenzarán a mostrarse las mentiras que sostendrán quienes logren salir de la isla, y cómo éstas los atormentan. Hasta ahora se sabe que Jack y Kate consiguieron salir de allí, en este capítulo se sabrá cuántos son los que escaparon y en los siguientes quiénes son.

Quien estará muy presente también es Ben, el «malvado» favorito, que nuevamente será prisionero de los sobrevivientes.

Como siempre, los guionistas seguirán incluyendo en los capítulos «huevos de pascua» para aclarar o confundir, referencias de la cultura popular y universal que hacen delirar a los fanáticos. En uno de los primeros capítulos de la temporada éstas serán otra vez literarias: «Valis» de Philip K. Dick y «La invención de Morel», de Adolfo Bioy Casares.

 

SILVINA FERNÁNDEZ

sfernandez@rionegro.com.ar


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