Pidieron 18 años de prisión para Pérez Alaniz

Es por el asesinato de una joven de Piedra del Aguila

ZAPALA (AZ).- El fiscal de Cámara, Héctor Trova, pidió ayer 18 de años de prisión para el joven Nicolás Pérez Alaniz por la muerte de su novia, Valeria Rubio, ocurrida en diciembre de 2001 en Piedra del Aguila. El querellante, Juan Manuel Salgado, solicitó a la Cámara 25 años y el defensor Gustavo Olivera se pronunció por la absolución.

El fallo de los camaristas Oscar Rodeiro, Eduardo Sagues y Enrique Modina se conocerá el lunes 23. Ayer, en tanto se completó la ronda de testigos.

«Esta probada la autoría de Pérez Alaniz en este crimen, ya que primero discutió con la chica, después la golpeó, y finalmente la mató asfixiándola con un lazo que traccionó desde atrás», aseguró Trova en su alegato.

Para el fiscal, la sumatoria de pruebas recolectadas durante la instrucción en contra del novio de la víctima no dejan margen de error. Trova hizo hincapié además en la pericia que determinó que el ADN hallado en las uñas de Valeria pertenecía a Pérez Alaniz. «Solo existe una posibilidad en trillones de que no sea de él», enfatizó.

A su turno, Salgado caracterizó al episodio como «un crimen pasional». Además destacó que el comportamiento del acusado fue «coherente» con el desarrollo de la relación con la víctima. «Por la cercanía de Pérez Alaniz con Valeria, la violencia demostrada en el hecho y el pedido expreso de sus padres, solicito que se le aplique la máxima condena establecida por el Código», subrayó el querellante.

Salgado atacó también la estrategia defensiva de Olivera quien puso sobre la mesa un perfil psicológico de Pérez Alaniz que no coincidiría con el de un asesino.

«No existe un perfil homicida, de lo contrario se podría encarcelar a todos los ciudadanos que lo posean para evitar que cometan crímenes», apuntó el patrocinante de la familia Rubio.

Olivera, por su parte, basó su defensa en sembrar dudas sobre la validez de la pruebas. «No tenemos nada, en la instrucción sólo se trabajó sobre una hipótesis descartando cualquier otra posibilidad», sostuvo.

En este contexto le recomendó a los camaristas «mucho cuidado» a la hora de decidir. Además remarcó que no existían motivos valederos, más allá de una discusión de pareja, para que su cliente decida matar a la novia. Además intentó derrumbar la teoría de que los rasguños que presentaba Pérez Alaniz sean producto de agresiones de Valeria Rubio. «No son de la magnitud como para pensar que se trate de actos defensivos», explicó.

Mientras, los testigos que desfilaron ayer frente al tribunal comprometieron al acusado. Matilde López, una empleada de la estación de servicios Esso, los vio discutiendo poco después de las 5 en la puerta de la casa de Pérez Alaniz. «Ella lloraba y se quería ir pero él la tenía contra la pared y no la soltaba», señaló la mujer.

Minutos después, Noemí Salazar vio la camioneta Volkswagen, en la que se movilizaba el acusado, dirigirse hacia el autódromo por la ruta.

Una empleada doméstica de la madre de Pérez Alaniz contó que la mañana del 15 de diciembre el propio Nicolás le abrió la puerta a las 9 y luego se fue a trabajar en la camioneta. «Le lavé la ropa como siempre» dijo María Caico.

Sin embargo, su testimonio perdió solidez cuando señaló que «si hubiera tenido manchas no la lavaba». Abordada por los camaristas comenzó a titubear y terminó admitiendo que «le hubiera preguntado qué le pasó».


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