Arranca el juicio que podría revelar quién mató a Micaela Bravo en Bariloche

Más de un mes durará el juicio contra Angélica Paine, la madre de quien era pareja de la joven madre cuando fue asesinada.

Micaela Bravo tuvo una vida difícil. Dura. Creció con muchas carencias y encontró en la fe esperanza, como pasa con miles de personas que deben luchar contra la falta de oportunidades. Desde adolescente concurrió a una iglesia evangélica. Allí encontró cobijo. También se enamoró. Con 16 años se casó con el hijo del pastor. Los dos eran demasiado jóvenes, pero pensaron que sus caminos se habían cruzado por alguna razón y decidieron lanzarse a la aventura de formar una familia.

Tuvieron 3 hijos, pero la relación se desgastó y el amor se diluyó. A finales de 2015, la pareja se separó porque había aparecido un tercero en discordia, un joven que asistía a la misma Iglesia Antorcha de la Fe, en el barrio 2 de Abril. El muchacho creció en esa misma congregación, conocía al pastor y a su hijo, Patricio Vargas, esposo de Micaela.

La presión de la congregación hizo que Micaela resolviera abandonar la iglesia. No soportaba tantas miradas inquisidoras. Nadie imaginó que la joven de 28 años y madre de tres hijos sería la víctima de un crimen siniestro. Mucho menos que la madre del joven, del que Micaela se había enamorado probablemente, sea la única imputada por el homicidio.

Angélica Paine estará hoy sentada en el banquillo. La fiscala jefa Betiana Cendón, con la adhesión de Vargas, que es querellante en representación de los hijos de la víctima, le atribuye a la imputada el crimen de Micaela. La fiscalía deberá probarlo durante el juicio y sobre todo convencer al tribunal, integrado por los jueces Marcos Burgos, Sergio Pichetto y Víctor Gangarrosa, que su teoría es la correcta.

Fuentes judiciales explicaron que se trata de un caso complejo. La fiscalía tiene indicios que señalan a la acusada como la presunta responsable. No tiene ADN, que es clave y determinante, aunque cuenta con pruebas objetivas, pero no directas. Cendón deberá armar el rompecabezas en el transcurso del juicio que se extenderá hasta el 8 de julio, porque hay 120 testigos citados.

Paine estará asistida por el defensor oficial Marcos Cicciarelo, que intentará derribar la teoría de los acusadores a partir de las grietas que, en su opinión, tiene la investigación dirigida por Cendón. Para la defensa, la trama se origina en la iglesia, con sus relaciones de poder y patriarcales.

Es que Paine también era miembro activa de la iglesia hasta que se enteró de que su hijo, Juan Carlos Colipi, estaba de novio con Micaela, la ex del hijo del pastor.

La investigación tuvo varias idas y vueltas y desaciertos que con el paso del tiempo quedaron en mayor evidencia.

La joven desapareció de manera misteriosa al mediodía del 23 de marzo del 2016. Había ido a dejar a una sobrina al jardín de infantes Mundo Nuevo, del barrio 2 de Abril, distante a menos de 3 cuadras de la casa de su madre, donde Micaela se había mudado con sus hijos. Vestía jeans elastizado color salmón, remera blanca, campera y zapatillas negras. Había salido de la casa sin documentación personal ni dinero y sólo llevó su celular.

Vargas hizo la denuncia por la desaparición y comenzó la búsqueda de la joven, que trabajaba en un complejo hotelero de Bariloche. Eduardo Fernández fue el fiscal del caso y desde el primer momento apuntó contra el esposo de Micaela.

Por esos días, la población de Bariloche estaba conmocionada por el femicidio de Ruth Sagaut y el homicidio de Natalia Báez. Fuentes judiciales evaluaron la hipótesis de Paine, pero de manera superficial y la descartaron. Medios de comunicación se hacían eco de cualquier teoría hasta relacionaron el caso con la trata de personas y las drogas.

El 6 de abril de 2016, una persona halló lo que quedaba del cadáver de la joven en un descampado, a menos de 10 cuadras de su casa. Como el cuerpo estaba despedazado y en avanzado estado de descomposición, pudieron identificarla por una huella dactilar.

Las crónicas de esos días señalaban que los investigadores habían hallado material genético en uñas de la víctima y que los estudios de ADN descartaron que correspondieron al perfil de Vargas, su padre y de Colipi.

Fernández dejó el caso porque lo ascendieron a fiscal jefe, sin ningún avance concreto y sin hallar evidencias que comprometieran a Vargas.

Cendón conoció el caso de primera mano porque trabajaba en el juzgado de Instrucción 4, a cargo entonces del juez Ricardo Calcagno, que llevó adelante la instrucción de la causa. Por eso, como es un expediente que comenzó con el sistema procesal viejo, Paine no será sometida a un juicio por jurados, que entró en vigencia después del crimen de Micaela.

La investigación estuvo durante un largo tiempo sin novedades hasta el primer trimestre del 2018, cuando el equipo de Cendón dirigió las sospechas hacia Paine, a partir de varios testimonios. La imputó el 5 de abril de 2019 como la supuesta autora del homicidio y logró que le habiliten la investigación.

Después, obtuvo algunas pruebas objetivas y comenzó a armar el rompecabezas. A partir de hoy, los jueces evaluarán si la fiscal tiene todas las piezas.


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