50 años de la Masacre de Trelew y el papel clave de RÍO NEGRO

Un editorial de este diario calificó de “terrible crimen sin precedentes” el fusilamiento de 16 presos y le exigió al Gobierno nacional una investigación, cuando nadie se animaba a hacerlo.

La Masacre de Trelew, de la que hoy se cumplen 50 años, fue uno de los más trágicos sucesos de la historia argentina, ocurrido en el marco de sucesión de acontecimientos sociales, puebladas y hechos violentos, devenidos del derrocamiento del gobierno de Arturo Ilia años antes.

En la madrugada del 22 de agosto de 1972, durante la dictadura encabezada por Alejandro Lanusse, fuerzas de la Armada Argentina asesinaron a 16 presos políticos detenidos en la Base Aeronaval Almirante Zar en Trelew.

Las víctimas eran militantes de las organizaciones FAR, ERP y Montoneros que habían logrado fugarse de la unidad penitenciaria de Rawson y que, ante la imposibilidad de escapar del país, se entregaron a las Fuerzas Armadas en presencia de un juez y las cámaras de televisión. Formaban parte de un grupo de 25 guerrilleros. Seis de ellos, los más importantes jefes de grupos armados, habían logrado partir en un avión comercial hacia Chile.

Detenidos los 19 que quedaron en tierra, apenas tres salvarían su vida en la base.

Nuestro diario RÍO NEGRO, bajo la dirección de Julio Rajneri, tuvo un papel determinante en la denuncia de la responsabilidad del Estado en la brutal represión. Fue el único diario de la Argentina que no sólo reconoció que había una guerra interna en el país, sino que acreditó a los miembros de las organizaciones armadas detenidos el estatus de prisioneros de guerra. Para el resto de los medios, en ese momento, eran “delincuentes subversivos”. Lo que ahora quizás parezca un detalle, era en aquellos años un signo de coraje. Exigió al Gobierno una exhaustiva investigación del bárbaro fusilamiento.

Así, el diario se desmarcó de las «versiones oficiales» y habilitó espacios y voces que cuestionaron a la dictadura y su «explicación» sobre esta masacre. Apenas semanas atrás, el RÍO NEGRO y su director eran protagonistas del Rocazo, la rebelión y resistencia del pueblo de General Roca contra decisiones de las autoridades de facto.

Bajo el título “La sombra en la pared”, escribió RÍO NEGRO:

“No es difícil advertir las dudas que despiertan en el país la relación de sucesos y el temor de que se trate de una acción de masiva represalia que convertiría el hecho en un terrible crimen sin precedentes en la historia del país”.

Y agregó: “La sospecha de que se trata de una represalia indiscriminada se extiende como una mancha de aceite, como una ominosa mancha en la pared, que parece quebrar toda esperanza de pacificación y amenaza sumergir a la Argentina en una encrucijada peligrosamente imprevisible. Si el gobierno (el régimen militar de la Revolución Argentina) realizara y permitiera una investigación exhaustiva sobre los hechos, podría rehabilitarse un mínimo clima de convivencia. La hipótesis desoladoramente improbable, serviría para aventar la sospecha de que en la Argentina, los presos políticos no tienen siquiera el tratamiento que los países beligerantes reservan a los prisioneros de guerra”.

Por este editorial. El prestigioso intelectual Silvio Frondizi, hermano del expresidente Arturo y fundador de Praxis y Movimiento de Izquierda Revolucionaria, se puso en contacto con Julio Rajneri. Vino a Roca desde Bahía Blanca (donde se encontraba y leyó el editorial) para expresarle su admiración por el artículo y por el hecho de que se tratara del único medio que exigía al Gobierno una investigación de los hechos. Dos años después Silvio Frondizi sería asesinado por el grupo parapolicial Triple A durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón.


Los fusilados, lo que se salvaron y los que escaparon


De los 19 detenidos, 16 fueron fusilados. Son: Carlos Astudillo, Rubén Pedro Bonnet, Eduardo Cappello, Mario Emilio Delfino, Alfredo Kohon, Susana Lesgart, José Ricardo Mena, Clarisa Lea Place, Miguel Ángel Polti, Mariano Pujadas, Carlos Alberto del Rey, María Angélica Sabelli, Humberto Suárez, Humberto Toschi, Alejandro Ulla y Ana María Villarreal de Santucho.

Otros tres se guarecieron en sus celdas y allí fueron baleados. Resultaron heridos de gravedad, pero sobrevivieron a un fusilamiento. Son: María Antonia Berger, Carlos Alberto Camps y Ricardo René Haidar.

Lograron huir a Chile Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna del Ejército Revolucionario del Pueblo; Fernando Vaca Narvaja con el nombre de Montoneros, y Marcos Osatinsky y Roberto Quieto, que eran de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.


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