Las ampliaciones de las rutas que van a Vaca Muerta están llenas de obstáculos
El río Neuquén, dos presas, el límite con Río Negro en un meridiano pero sobre todo la falta de planificación complican el diseño de un solo proyecto.
La naturaleza, la acción del ser humano, los caprichos de la división política de las provincias en la Patagonia y la enorme falta de planificación de Neuquén, confluyen en la creación de un cuello de botella de difícil solución. No existe un camino (ni la posibilidad sencilla de crearlo) que lleve a lo que todos llaman Vaca Muerta (esencialmente, la ciudad de Añelo) de manera franca, segura, ágil, fluida y acorde a la zona que se menciona como futuro de nuestro país.
La solución que en todo el mundo se impone es la construcción de autopistas o autovías, con más de un carril por mano y salidas y entradas acotadas. Y ahora que se instaló desde el Gobierno nacional la promoción de los camiones “bitrenes” (dos acoplados), esas alternativas ganan en urgencia.
Este tipo de ensanche presenta dos serios inconvenientes:
- La ruta más directa atraviesa unos 20 kilómetros de ruta provincial en territorio rionegrino (San Isidro, Villa Manzano) hasta cruzar el meridiano 10 en San Patricio del Chañar.
- Las rutas que corren por territorio íntegramente neuquino presentan sobre su traza la travesía de una presa (El Chañar, Portezuelo Grande o Planicie Banderita) que no podrían incorporar carriles a los que ya existen.
El gobierno de Rolando Figueroa tiene en carpeta muchas alternativas, algunas de las cuales ya están en ejecución, como la Circunvalación de Añelo (en Vialidad Provincial le llaman “by pass”) y la pavimentación de las Rutas 8 y 17 (con financiamiento de un fideicomiso de empresas petroleras, pero en ambos casos son parches.
(Para entender mejor estas explicaciones, es bueno atender las referencias en el mapa que acompaña la nota)

¿Se pueden hacer autopistas hacia Vaca Muerta?
Lo que más se parece a una autopista hacia Vaca Muerta es la doble vía que se construyó en la ruta 51, la que nace en Vista Alegre y termina en el desvío que baja hacia el dique El Chañar, donde el crecimiento choca con dos cuellos de botella: el mencionado dique hacia el norte y la presa Planicie Banderita hacia el este, donde cada mano tiene un carril.
La distancia desde la ciudad de Neuquén a la Ruta 51 se achicó cuando se construyó la Ruta 67 (nace en la Autovía Norte). Esta alternativa será más eficiente cuando se ensanche, en una obra que está en proceso de licitación.
En la Unidad Provincial de Financiamiento Externo (Upefe), que conduce la diputada nacional del PJ Tanya Bertoldi, muestran orgullosos la docena de obras viales en ejecución y terminadas en los últimos dos años.

En un listado de 28 proyectos (en varios estados de ejecución) aparece en último lugar, como una obra “próxima a licitar” la pavimentación de la Ruta 51 que es ahora de ripio y que va desde la zona de la central térmica Loma de la Lata hasta y un punto al sur de Añelo. Serán unos 35 kilómetros que permitirán hacer el recorrido por toda la zona alta de la meseta hasta la zona de Añelo.
Para esta obra es preciso pensar en un puente sobre el río Neuquén, aguas abajo de la presa Portezuelo Grande. Es una zona de pozos petroleros, plantas de tratamiento, ductos, plantas separadoras de gas y otras instalaciones de valor estratégico para el país, por lo que los trabajos deben ser muy precisos.
Se trata del cauce histórico del río Neuquén (que se desvía principalmente hacia el embalse Los Barreales), tiene un caudal ecológico sumamente bajo pero que puede crecer ante una emergencia. Por eso, el puente no es una obra ni sencilla ni barata.
No les eches la culpa a los camiones
Waldemar Dimaschow es el coordinador de Vialidad Provincial, un organismo con sede en Zapala. Este ingeniero civil, de una didáctica encomiable, explicó que la Ruta 7, que es ahora la única que conduce a Añelo, puede estar saturada pero no de camiones.
Y dio datos: el 75% u 80% del tránsito por esa ruta son vehículos livianos o transporte de pasajeros, lo que deja a los camiones con una participación que, como mucho, es del 25%.
Lo que es innegable es que el tránsito por esa ruta, pensada para anillar junto con la 17, Plaza Huincul con Neuquén por el norte, supera cualquier previsión que en la década del 80 podría haberse desarrollado.
Desde el cruce de las rutas 7, 8 y 51 la obra de asfalto financiada por las petroleras permitirá sacar hacia el norte los camiones, en ese punto del trayecto, del corredor hoy colapsado.
La travesía es más larga pero lleva hasta el “by pass” de Añelo, lo que saca por un lado los camiones del casco viejo de la ciudad y, por el otro, distribuye el tránsito por las locaciones petroleras desplegadas en su traza.
Como se ve la solución no es integral, aunque sí costosa y compleja.
La naturaleza, la acción del ser humano, los caprichos de la división política de las provincias en la Patagonia y la enorme falta de planificación de Neuquén, confluyen en la creación de un cuello de botella de difícil solución. No existe un camino (ni la posibilidad sencilla de crearlo) que lleve a lo que todos llaman Vaca Muerta (esencialmente, la ciudad de Añelo) de manera franca, segura, ágil, fluida y acorde a la zona que se menciona como futuro de nuestro país.
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