Resolver el alojamiento, un alto desafío para los jóvenes universitarios en la región
La falta de residencias estudiantiles es un problema generalizado, que se agrava con el costo y la escasez de alquileres. Los estudiantes apelan a la búsqueda febril en redes y a compartir departamento, entre otras estrategias.
A las dificultades propias de la adaptación a un mundo nuevo, las exigencias académicas y muchas veces a los avatares de la inserción laboral, los estudiantes universitarios que migran lejos de su pueblo de origen deben lidiar con otro problema de primer orden: dónde vivir.
Las residencias universitarias casi no existen, los alquileres son caros y escasos, hay pensiones estudiantiles que ofrecen alternativas y en algunas localidades turísticas los hostels suelen convertirse en una solución temporal.
La experiencia de muchos jóvenes en ese trance es que las relaciones, “el amigo de un amigo”, el rastreo por redes sociales y hasta los clásicos cartelitos de “se busca compañero/a para compartir alquiler” en las carteleras universitarias pueden acercar una solución.
El secretario de Bienestar Estudiantil de la Universidad del Comahue, Alejo Simonelli, dijo que la situación es complicada para los estudiantes, porque les cuesta cada vez más conseguir alojamiento y el factor económico es determinante, aun para los que tienen empleo, por lo común a tiempo parcial.
Dijo que para peor las becas, que alguna vez fueron una ayuda importante, hoy quedaron “recontra bajas” y no superan los 70 mil pesos mensuales. Alguna vez las residencias estudiantiles también llegaron a albergar a cantidades apreciables de cursantes, pero hace años que no se construyen nuevas.
La UNCo tiene 350 camas bajo esa modalidad entre Viedma, Neuquén, el Alto Valle y Bariloche, para un total que supera los 35.000 alumnos. “No podemos hacer mucho”, reconoció Simonelli. El gobierno de Río Negro se comprometió este año a construir una residencia para la UNCo en Viedma, con cupo para 40 estudiantes. Pero es una iniciativa aislada.

La UNRN es más joven y no tiene residencias para sus alumnos ni planes para construirlas, porque la prioridad está puesta en “infraestructura áulica”, dijo el secretario de Docencia de la sede Andina de esa universidad, Mariano Costa.
Para las residencias de la UNCo los cupos que se liberan año a año son muy escasos. Los postulantes igual se anotan, a sabiendas de que casi no hay chances. Quienes logran acceder se alojan en forma gratuita, y solo prorratean entre todos el pago de los servicios. Para seguir en la residencia deben cumplir metas de rendimiento académico.
Desde ya, esa es una variante mucho más barata que cualquier otra. Un alquiler compartido, o una pensión, demanda no menos de 200 mil pesos mensuales, al menos en Neuquén o en la zona cordillerana. Para contar con un departamento individual tipo monoambiente hay que disponer de no menos de 500 mil pesos mensuales.
Hay chicos que resuelven aunque sea “algunas noches” con alojamiento en hostels, que suelen ser la salida más a mano hasta que logran hacer pie, cuando llegan a la ciudad donde se dicta la carrera que eligieron, sin conocer a nadie.
Una tendencia visible es que año a año desciende el número de “migrantes” por estudio, es decir que la mayoría de los jóvenes opta por cursar alguna carrera de la ciudad donde viven, o alguna cercana, que les permite viajar a diario. En parte están condicionados por lo económico, aunque también incide la creciente oferta académica.
Pocos trabajan y las becas no alcanzan
Hay estadísticas que son reveladoras. En la UNCo en 2024 hubo un total de 9.982 ingresantes de los cuales casi la mitad (el 49,5%) ya vivían en la ciudad de la carrera elegida. Entre los migrantes, el 11% llegaron de otras provincias. El 68,4% no trabaja y se sostienen exclusivamente con ayuda familiar. Las becas son insuficiente y también poco accesibles. Hay oferta variada (de la propia universidad, del gobierno nacional y de empresas) pero solo acceden el 12,7% de los estudiantes.

En la UNRN los números no son muy distintos. Tiene en total 12.492 estudiantes regulares y según registros de este año el 54,6% reside en vivienda propia durante el período de clases, el 36,5% alquila y el resto se reparte entre pensiones y residencias.
Costa dijo que la UNRN decidió este año ahorrar en otros rubros para aumentar las becas y las llevó a 60 mil pesos por mes. Que igual son pocas en comparación con la demanda. Costa reconoció que no hay planes para construir residencias, al menos en el corto plazo. El campus planificado en Bariloche solo tiene por ahora un edificio, de próxima inauguración, de los diez planificados. Uno de ellos, en algún momento, será destinado a residencia estudiantil.
Incertidumbre permanente
En el Centro Regional Universitario Bariloche de la UNCo las peripecias para conseguir alojamiento son un clásico de cualquier conversación en el bar, en aulas o pasillos. Francina estudia la licenciatura en Educación Física, es de Neuquén y llegó hace cuatro años. En materia de vivienda dijo haber probado de todo.
Paró en un hostel al principio, después compartió departamento y ahora está a punto de mudarse sola. Reconoció que “es complejo” resolver el tema, pero también indispensable para estudiar con tranquilidad. En Educación Física, afirmó, la mayoría de los chicos trabaja y también la mayor parte “son de afuera”. Pero no es la realidad de todas las carreras.
Uno de sus compañeros, Lucas, es de El Bolsón, y el alojamiento se le facilitó porque armó dupla con el hermano de su mejor amigo, Lucas empezó a estudiar en 2020 y al principio lo hacía desde su casa porque estaban en plena pandemia, pero “todo se complicó desde 2020, cuando las clases dejaron de ser virtuales” y tuvo que instalarse en Bariloche.
A pesar de las contras, dijo que no conoce compañeros que hayan dejado de estudiar por el impedimento de conseguir residencia o alquiler. “De algún modo te arreglás, se habla, se comparte todo -sostuvo Lucas-, Si trabajás es menos complicado. Pero también vivir con otros, con poco espacio, no es para cualquiera, hay que estar dispuesto”.
Abril, de San Martín de los Andes, también estudia en el Crub y confesó que adaptarse le costó mucho porque no encontraba alojamiento hasta que consiguió en el barrio Las Victorias, que “queda muy lejos de la universidad”. Dijo que estar sola es difícil, en especial por lo económico: “necesitás medio palo por mes”.
Carolina es de Entre Ríos, también estudia Educación Física y señaló que la residencia estudiantil existe, pero no es para cualquiera, porque “piden como mínimo dos finales por año y hay una lista de espera bastante larga”.
La falta de vivienda como problema general
La nueva realidad económica no solo agravó las dificultades de los estudiantes para conseguir alojamiento, sino que afecta también a los docentes y no docentes. Muchos de ellos se mudaron en los últimos años para tomar puestos de trabajo a partir de la creación de nuevas sedes académicas, especialmente de la UNRN.
En las ciudades turísticas el mercado de alquileres se endureció más que en otros lados, por la desaparición de ofertas “permanentes” en favor de las “temporarias”, y por el desmesurado aumento de precios, en perjuicio de los estudiantes y también de sus profesores.
El secretario de Docencia de la UNRN en Bariloche, Mariano Costa dijo que “la política aplicada por el gobierno nacional deterioró los salarios en forma muy marcada”, al punto de que “algunos trabajadores de la universidad no pudieron resolver su vivienda y volvieron a sus localidades de origen”.
Aseguró que realidades de ese tipo “surgen con frecuencia en las reuniones de rectores de todo el país. Es una cuestión estructural”. Costa sostuvo que se trata de un problema serio porque la UNRN y otras universidades “crecen en matrícula y en carreras”, pero las restricciones para acceder a la vivienda es un limitante de muy difícil solución.
A las dificultades propias de la adaptación a un mundo nuevo, las exigencias académicas y muchas veces a los avatares de la inserción laboral, los estudiantes universitarios que migran lejos de su pueblo de origen deben lidiar con otro problema de primer orden: dónde vivir.
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