Fisuras y silencios

La escisión legislativa expone tensiones acumuladas, deja al descubierto disputas de poder y redefine equilibrios políticos dentro del oficialismo.El MPN observa en silencio y aguarda movimientos ajenos, fiel a una lógica histórica de paciencia estratégica y administración del tiempo.

Por Mario Rojas

El dato político de la semana quedó marcado por la decisión de los diputados Federico Méndez y Mónica Guanque de apartarse del bloque Comunidad.

La novedad no sorprendió por el movimiento en sí, sino por el modo en que se resolvió.

Dentro del espacio que conduce Ernesto Novoa se percibe un clima enrarecido, atravesado por versiones cruzadas y desconfianzas acumuladas.

Ante la presentación formal del pedido de escisión, surgió la sugerencia externa de girar el tema a comisión con el objetivo de ganar tiempo y recomponer vínculos.

Zulma Reina, integrante del bloque y a cargo del reemplazo en la Vicegobernación, rechazó esa alternativa y asumió la responsabilidad política de llevar el asunto al recinto para su aprobación inmediata.

Ese episodio dejó al descubierto la distancia política entre Novoa, abogado de Centenario, y la dirigenta de la ciudad de Neuquén.

El malestar de Reina no se orienta hacia quien recomendó el giro a comisión, sino hacia la legisladora que recibió, según se comenta en los pasillos, un trato preferencial sin el correspondiente gesto de reconocimiento.

El conflicto, más que coyuntural, expuso una trama de jerarquías, lealtades y pases de factura que atraviesa al oficialismo legislativo.

La dispersión del grupo de legisladores que accedieron a sus bancas bajo el paraguas del Frente Neuquinizate admite varias lecturas.

El armado aún conserva otros bloques con representación en el Ejecutivo, como Avanzar o el PRO, aunque Méndez figuró entre quienes detentaban mayor autoridad política dentro del frente que impulsó la Neuquinidad.

La fragmentación no altera de inmediato la aritmética parlamentaria, pero sí introduce señales sobre el rumbo del proyecto y sus márgenes de cohesión.

En este escenario, el Movimiento Popular Neuquino permanece expectante.

La conducta recuerda, como señala Gabriel Rafart en El MPN y los otros, a un actor entrenado en convivir con la diversidad interna y con un sistema de alianzas flexibles, donde los partidos colectores cumplen un rol funcional dentro de un juego político regulado y persistente.

Esa experiencia histórica permite al MPN observar sin apuro, como un depredador exhausto que prefiere aguardar antes que lanzarse a una cacería innecesaria.

El bloque, en definitiva, se sostiene en diez integrantes.

Circulan versiones sobre rupturas inminentes y portazos, aunque ningún legislador concretó ese paso durante los últimos dos años.

La bancada acompañó sin objeciones los pedidos del Ejecutivo, incluso los amplió con aportes propios, conformó masa crítica en el proceso que derivó en la separación de Gloria Ruiz y preservó la unidad como valor central.

La comparación con etapas anteriores resulta inevitable.

Así como Omar Gutiérrez evitó compartir espacios de poder cuando Rolando Figueroa ocupaba la Vicegobernación, hoy se observa una lógica similar. Más allá de que en segundas y terceras líneas del gabinete, designadas por ministras del PJ, aparezcan nombres vinculados al MPN, el poder no se reparte: se ejerce.

Dentro del espectro militante del MPN, se advierte una agenda pendiente. Los cargos partidarios aguardan definición, un legislador nacional retorna a una oficina, las autoridades mantienen bajo perfil público y no se perciben señales claras de relanzamiento.

El Movimiento de Acción Política, núcleo histórico de afiliados con trazabilidad interna, aún procesa el episodio de las internas y el respaldo a Silvia Sapag, candidata por Unión por la Patria, fuerza que hacia afuera representó la oposición a la Neuquinidad. Algunos acompañaron a la hija de Felipe Sapag; otros quedaron forzados a expresar desacuerdo.

La política neuquina vuelve a mostrar, una vez más, que las fracturas no siempre debilitan de inmediato, pero sí anticipan reacomodamientos. En ese terreno, la memoria larga y la paciencia estratégica continúan como activos decisivos.


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