El FMI y el regreso de una histórica herramienta K

Transcurría el mes de mayo, y en medio de la corrida bancaria, el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, acercó al Presidente de la Nación Mauricio Macri, el borrador de una resolución para restablecer una conocida y denostada herramienta de política económica: las retenciones a la exportación de granos. La propuesta consistía puntualmente en detener la reducción progresiva de las retenciones a la exportación de soja, que desde el inicio de la gestión Cambiemos se reducen un 0,5% mensual, y restablecer una retención del 10% al maíz y al trigo. Los mismos se encuentran exentos desde enero de 2016.

Ni bien comenzó a correr el rumor, las entidades del campo pusieron el grito en el cielo. El peso de la corporación rural pampeana es tan grande para la economía nacional, que en el gobierno decidieron retroceder. El Presidente se reunió con la Mesa de Enlace y selló la paz. En el encuentro, el mandatario se comprometió a no modificar el esquema de reducción de retenciones. Del tema no se habló más durante un mes. Esta semana sin embargo, dos situaciones reabrieron el debate.

La primera se relaciona directamente con la interna del espacio político oficial. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales afirmó en declaraciones radiales que puertas adentro del gobierno se analiza la posibilidad de detener la baja de las retenciones a la soja. Sus palabras desnudan la interna de Cambiemos, donde Morales es uno de los pilares a nivel nacional, y dejan a la vista que el Presidente Macri surfea a diario entre los compromisos asumidos con los diferentes sectores, y las recomendaciones de política de su equipo de gobierno.

La segunda situación, llegó desde el exterior. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer el documento elaborado por los especialistas del organismo previo a la aprobación del préstamo stand by otorgado a la Argentina. En el mismo “se sugiere” entre otras cosas, que el Presupuesto 2019 considere la suspensión de la baja en las retenciones a la soja y que las mismas se mantengan en 25,5%. Pese a que una y otra vez, tanto el FMI como el gobierno argentino han aclarado que el organismo no tendrá injerencia en la política económica doméstica, es evidente que las “recomendaciones” que lleguen desde Washington serán cada vez más determinantes en las decisiones vernáculas.

Herramienta de política

“La 125 me enseñó que cuando uno quiere ir por todo, corre el riesgo de quedarse sin nada”, afirmó esta semana Alberto Fernández, ex Jefe de Gabinete de Ministros durante el conflicto del campo con el gobierno de Cristina Fernández, en 2008.

Las retenciones a la exportación de granos, fueron una de las herramientas de política que sustentaron el modelo económico del gobierno kirchnerista. El estrellato de le herramienta surgió precisamente en el año 2008 cuando el joven Ministro de Economía Martín Lousteau, hoy convertido al macrismo, pretendió instaurar un esquema de retenciones móviles conocido como “Resolución 125”, que gravaba con una alícuota mayor la exportación de soja a medida que crecía la cotización internacional, mientras que reducía la alícuota en caso de que el precio internacional bajara. La clave del conflicto era un contexto de precios inusitadamente altos. Por ese entonces, la tonelada de soja cotizaba por encima de los u$s 600, un escenario nunca antes visto, y que difícilmente vuelva a repetirse. Ambos sectores en pugna, cometieron un pecado doble: tensar la cuerda al extremo y padecer de una miopía absoluta respecto a los mercados internacionales. El gobierno pagó un costo político altísimo, sin advertir que la cotización comenzó a bajar al año siguiente, y que con cotizaciones terrenales, el esquema de retenciones fijas era mucho más redituable en términos de recaudación. El campo por su parte, se involucró en un conflicto desgastante y corporativo, sin advertir que si la cotización de la soja caía (tal como finalmente ocurrió), las retenciones móviles hubieran significado pagar un impuesto mucho menor.

Pero más allá de anecdótico, lejos estuvieron los ideólogos del gobierno anterior de inventar algo novedoso.

Anatema para los adherentes al libre comercio e instrumento fundamental para quienes se enrolan en las ideas proteccionistas, las retenciones están habilitadas desde 1853 por la Constitución Nacional, que al inicio de su artículo 4° establece que “El Gobierno federal provee a los gastos de la Nación con los fondos del Tesoro Nacional, formado del producto de derechos de importación y exportación…”.

Sin atender a ello, la gestión Cambiemos decidió dar un golpe de timón para diferenciarse de sus antecesores, y en enero de 2016, estableció el esquema de reducción progresiva de las retenciones comentado al inicio.

El primer infograma que acompaña la nota, describe la evolución de los derechos de importación (aranceles) y exportación (retenciones) en millones de pesos corrientes. Se observa en primer lugar que los aranceles a la importación mantienen una senda “amesetada” desde el año 2009, lo que a priori indica que las importaciones argentinas son “inelásticas a la baja”, y no se reducen ni siquiera ante cambios bruscos en el precio del dólar. En segundo lugar, se advierte como las retenciones a la exportación caen sin pausa desde 2010. Ello se debe sin duda a la depresión en el precio de las commodities que Argentina exporta, y también a la progresiva baja en las cantidades exportadas. Sin embargo desde el año 2016, la baja se relaciona de forma directa con la reducción en la alícuota de retención. Esto último queda claro en el segundo infograma, el cual muestra la recaudación por retenciones en relación al Producto Bruto Interno (PBI). Dicho ratio era de 1,3% en 2015, y llega solo al 0,4% en 2018.

El foco sólo en el gasto

Cualquier estudiante de contabilidad conoce que un presupuesto se compone de ingresos y de gastos. Sabe también que existen dos formas de equilibrar un presupuesto: achicar gastos o incrementar los ingresos. Pese a ello, tanto la mayoría de los economistas, como los integrantes del gabinete económico, parecieran poner el foco sólo en la reducción del gasto.

El punto en cuestión, es el desfinanciamiento del Estado Nacional a raíz de la reducción/eliminación de las retenciones, aplicada por la gestión Cambiemos. Las mismas, representaban un 4,93% de la recaudación total a fines de 2015, mientras que hoy solo representan un 1,67%.

El tercer infograma adjunto, revela el déficit financiero del Estado Nacional en relación al PBI, según los datos del actual Ministerio de Hacienda de la Nación. La tendencia al déficit se inicia en 2011 y se acentúa año a año. Sin embargo es a partir de 2016 que el déficit “se dispara”, precisamente cuando comienza la etapa que podría denominarse “eficientista”. A todas luces, el crecimiento del déficit se relaciona de forma directa con los intereses de la deuda externa asumida por la actual administración, algo que a la vez está íntimamente ligado a la no reducción del gasto. Aun así, es inevitable asumir la incidencia de la reducción en los ingresos fiscales.

A estas alturas, nadie niega que reducir el gasto es necesario, y a la vez, el alto peso de los impuestos sobre la economía, es archiconocido. Pero si lo que se busca es eliminar el déficit achicando el gasto, al mismo tiempo que se reducen también los ingresos, el experimento que se pretende luce como un milagro matemáticamente imposible. Es precisamente allí a donde apuntan los especialistas del FMI.


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