Quiénes son los que van al trueque
Empieza como un paseo y termina como una alternativa económica.
CENTENARIO (ACE).- «Acá te encontrás a todos en el trueque. La primera vez me dio como vergüenza, pero cuando vi tanta gente conocida me sentí bien», dijo un empleado público que por primera vez recorrió la feria en busca de mercadería para cambiar.
Desocupados, comerciantes, empleados, cuentapropistas y también profesionales están insertos en las redes regionales del sistema de ferias del Trueque, que cada vez cobran más autonomía mientras los «coordinadores» intentan mantener las reglas del sistema solidario para evitar «distorsiones».
En los trueques no circula el dinero sino los bonos denominados «créditos». En el Valle la mercadería se transa con dos tipos de bonos: el norpatagónico y el nacional que pertenecen a redes con distinto origen, pero que confluyen muchas veces en los mismos lugares. Así ocurre en Neuquén, Centenario, Plottier, Cipolletti, Cinco Saltos, Regina, Cutral Co y algunas zonas intermedias hasta Bariloche.
Según los diferentes coordinadores, en la región cuentan a unos 5.000 asociados al Club del Trueque, aunque el número se triplica si se tiene en cuenta que en muchas ferias además de los «socios» locales, asisten para el intercambio «prosumidores» de clubes emplazados en otras localidades.
«Yo vine de Regina porque tenemos familia acá y aprovechamos a visitarnos cuando venimos al trueque»; dijo una reginense instalada en la plaza Chos Malal de Centenario, en medio de un torbellino de gente. En esta localidad unas 400 personas se reúnen los jueves a partir de las 6,30 de la mañana, y prácticamente a las 10 «se fue todo el mundo».
La visitante tiene 40 años, cinco hijos y hace dos que se quedó sin trabajo tras desempeñarse como cajera. «Empecé a ir al trueque en Regina hace cuatro meses. Este es un medio y una salida para conseguirle ropa a los chicos, especialmente zapatos», dijo.
Pedro tiene 60 años, es cerrajero, vive en el barrio Río Grande de Neuquén capital y hace cuatro meses que acude asiduamente a los trueques de la capital neuquina y alrededores. Intercambia cerraduras reparadas, herrajes «y no gasto en frutas y verduras, lo que necesito en la semana lo consigo en el trueque», dijo Pedro quien aclaró que trabaja con «los bonos nacionales y los norpatagónicos».
Para ser socio del Club del Trueque se les entrega una determinada cantidad de créditos -o bonos- a cambio de dos o cuatro pesos, según lo hayan organizado los coordinadores. «En el trueque deben conseguir con esos créditos la materia prima para hacer los productos que después cambian, por eso la idea es que se cambian 50 créditos iniciales y a partir de eso cada uno se tiene que manejar hasta que haga la cadena», dijo uno de los coordinadores.
Muchos empleados provinciales y municipales participan del sistema de intercambio. «Yo pago los servicios con el sueldo y como con el trueque», dijo Betty, una portera de 56 años que vive en el barrio Bouquet Roldán, de Neuquén capital.
Hace tres años que es socia del Club del Trueque y recorre las ferias de acuerdo a las necesidades que tenga. Tiene bonos norpatagónicos y también los nacionales: sus hijos hacen manualidades y ella los intercambia por harina, fideos, frutas y verduras. A veces con la misma harina y huevos que consigue en el trueque hace algunas tortas para cambiar en otra feria y conseguir variedad de mercadería.
«Para mí uno de los mejores trueques es el del barrio La Sirena; allí te encontrás con gente que trabaja el mimbre, escultores, comida y hasta los profesores que en esta época por créditos se ofrecen para dar clases a los que se quedaron con materias», dijo.
En Centenario, una mujer de un policía hace casi un año que participa del intercambio. «Te salva de las cosas de la casa. Yo acá compro muchas frutas y verduras y traigo cosas elaboradas como helados, gelatinas, o tortas», dijo.
También están los desocupados que buscan en el intercambio conseguir cosas para la casa que con los 150 pesos de los planes no podría: «Yo acá conseguí el andador para el nene, la sillita para comer, a veces el corte de peluquería y hasta una bicicleta para las nenas cuando ahorré los suficientes créditos», dijo Andrea, de 20 años.ç
«Lo que aún falta es una cartera de servicios»
CENTENARIO (ACE).- La inclusión de los profesionales en la cartera de «servicios» de los Clubs del Trueque creció en las localidades de mayor densidad de población. «No es una alternativa diferente, lo veo como una forma de prestación igual que la que se practica por dinero. Todo el mundo está en crisis»; dijo Valeria, una joven psicóloga dispuesta a asociarse al sistema.
Valeria -tiene 25 años y es oriunda de Córdoba- explicó que las ferias de intercambio funcionan con profesionales «que ni siquiera tienen necesidad de venir a la feria para prestar el servicio. Se anotan en una carpeta de servicios y las personas pueden acudir con un porcentaje en créditos».
Hasta el momento la psicóloga sólo recorre la feria para intercambiar objetos, pero busca la forma de hacerlo como profesional.
«Si no me afilio aquí lo hago en Córdoba cuando vaya a ver a mis padres, aquí lo que falta es una cartera de servicios», reiteró.
La coordinadora del trueque norpatagónico que se desarrolla en Cinco Saltos explicó que esa localidad no cuenta aún con la prestación de profesionales como en otros puntos de la red, que sólo en Neuquén tiene 18 nodos.
Explicó que para poder tener la prestación de profesionales se requiere de un «plantel de servicio», es decir personas que ofrezcan tareas de albañilería, jardinería, pintores, peluqueros «para que los profesionales hagan la prestación a cambio de un corte de césped, o que le pinten la casa. En Cipolletti por ejemplo hay mecánicos dental, médicos clínicos y hasta pediatras», dijo.
El médico Miguel Poggi es el titular de un consultorio en Centenario y analizaba el ingreso al club del Trueque desde otro punto de vista. Aseguró que «el 90 por ciento de las consultas médicas las puede solucionar un clínico, como ocurre que en los pueblos donde los hospitales están a más de 200 kilómetros. Creo que seria una forma intermedia de prestación entre la medicina privada y la atención en los hospitales, que están abarrotados de gente que no tiene o perdió su obra social».
Mabel Castaños es coordinadora de uno de los nodos nacionales que funcionan en Neuquén capital, así también como en Centenario, Plottier, Bariloche, Mendoza o Buenos Aires. En Barrio Nuevo de la capital neuquina la feria se reúne los sábados por la mañana en un local cerrado ubicado en Don Bosco y Láinez. «En la red tenemos a carpinteros, constructores, gasistas, trabajadores de empresas de servicios, odontólogo, contadora y todos ellos cambian su trabajo por créditos».
Aunque el principal intercambio de todos los trueques son alimentos, «lo que tratamos de organizar son los beneficios y servicios de la red global del trueque; hay socios que acceden a descuentos para viajar a Bariloche, donde además de cambiar mercadería con los mismos bonos, pueden pagar parte de las cabañas o inclusive las piezas de hoteles. En otros lugares está más organizado y se puede pagar con créditos, dinero y Lecop», manifestó.
Posibilita la sobrevivencia
CENTENARIO (ACE).- Las ferias del Trueque se convirtieron en un lugar de sobrevivencia para pequeños comerciantes y cuentapropistas que no podían continuar con su actividad en la comercialización tradicional ya sea por las trabas impositivas, económicas o directamente por la ausencia de trabajo.
Juan Vargas es de Cipolletti, trabaja el hierro y la madera y en el trueque ofrece sillas de jardín, canastos para la basura, mesas ornamentales y otros artículos del hogar. «Los cambio por alimento, ropa y también por material para trabajar; yo vivo de esto hace dos años porque no tengo otra manera de desarrollar mi trabajo», dijo. En su opinión, los mejores trueques son los que se llevan a cabo en la plaza Chos Malal, de Centenario; y el que se desarrolla en el barrio La Sirena. «Algunos están mejor organizados que otros. En Cipolletti tenés ferias todos los días y te encontrás hasta con dentistas y abogados que no se ponen en el trueque pero que reparten tarjetas; en Centenario los precios en créditos se fueron a las nubes pero tenés abundancia de oferta y demanda», dijo.
Una situación similar planteó Celinda Cayul, que hace un año y medio recorre «todos los trueques». Sus favoritos también son el de La Sirena y el que se realiza en la Vuelta de Obligado, ambos en la capital neuquina. «Estoy en esto por necesidad; antes vendía zapatos en forma particular pero me cansé de quedarme con clavos. Ahora los cambio por cosas para mis chicos», manifestó.
Nunca falta los que recién se asoman, como Oscar vive en Cinco Saltos, tiene de 35 años, es operador de PC y quedó desocupado hace un año sin poder reinsertarse en el mismo ámbito. «Vine por los comentarios de la gente, hice un curso de carpintería par ir tirando en busca de una salida laboral. No se si me sirva acá, voy probando».
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