La visita de Macri dividió al barrio más nuevo de Bariloche, que continúa sin gas

La Provincia abastece el sector con cilindros. Se oyen reproches por la falta de inversión nacional.

Marcelo Martínez

BARILOCHE (AB).- Hace tan solo una semana, Mauricio Macri terminó el acto protocolar en la sede de Invap, subió a un auto y recorrió los 15 kilómetros de la ruta de Circunvalación para llegar hasta las 645 Viviendas inauguradas hace un año por el gobernador Alberto Weretilneck. La elección del lugar no fue casual. Antes de su llegada a Bariloche, Macri pidió visitar a una familia, extendiendo aquella estrategia de campaña en la que se lo vio rodeado de gente. En esa jugada, el gobierno provincial eligió su mejor cara: las casas del plan habitacional más importante de los últimos años. Aunque pasaron por alto un detalle: Macri visitaría un barrio sin gas natural y cuyas familias fueron eximidas de pagar sus cuotas al IPPV hasta que se termine la ampliación del gasoducto Cordillerano y sean conectadas a la red. El gestor del encuentro vecinal fue el ministro de Obras Públicas, Carlos Valeri, quien semanas atrás había participado de la anteúltima entrega de viviendas. Él fue el encargado de contactar a Débora Lucero (22 años), un día antes de la visita presidencial, y de preguntarle si aceptaría a Macri en su mesa. La respuesta fue inmediata y la familia vivió las 48 horas más intensas que recuerdan, superando incluso el día en que entraron por primera vez a su casa, el pasado 10 de febrero. Débora es ama de casa. Terminó un curso de moza y busca trabajo. Tiene dos hijos, Ciro de 3 años y Maia, de 5. Su marido, Fabián, trabaja como guardia de seguridad en un supermercado y fue el ideólogo de tener una camiseta de Boca a mano para quedarse con un autógrafo presidencial. “Somos famosos para bien y para mal”, aseguró Débora acerca de la división que provocó en el barrio la visita del presidente de la Nación. Incluso reveló que no fueron pocas las palabras contra la familia por la “liviandad” con la que recibieron al mandatario en un lugar en el que carecen de un servicio esencial en la cordillera. Pero Débora le resta importancia a las críticas. Dice que pidió “por el gasoducto y la seguridad en el barrio”, aunque reconoció que “en el momento no te sale reclamarle”. Los preparativos estuvieron a cargo de Presidencia de la Nación, que eligió el orden en el que se sentaría la familia, además del operativo de seguridad, que desplegó camionetas y autos en los alrededores. El jueves, Débora esperó al presidente en la puerta de su casa, con toda su familia. Macri se sentó en la cabecera de su mesa, tomó mate, pidió disculpas por no aceptar una torta frita “porque estaba mal de la panza”, charló por 10 minutos y se despidió. “Lo noté cansado”, recordó. A pesar de que la manzana estaba siendo vigilada, al salir escuchó a un pequeño grupo de mujeres que gritaba por el ansiado gasoducto. Macri se acercó, saludó y las protestas se transformaron en halagos por el color de sus ojos y un pedido para que posara para una selfie. Pero no todos reaccionaron igual porque en el barrio hay bronca por la falta de gas. “La mayoría no debe estar a favor de Macri”, apuntó Débora. La visita presidencial no cambió la rutina de Débora. Solo guarda un contacto que ofreció una secretaria “por si necesitaba algo”.

LEONARDO CARRIZO leonardocarrizo@rionegro.com.ar

Fabián, el marido de Débora, fue el de la idea de hacerle firmar a Macri la camiseta de Boca.

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