Revelan crudo testimonio de Dilma sobre las torturas que sufrió

Los militares le aplicaron picana y palizas que le dejaron secuelas

BRASILIA.- Cuando tenía 22 años, la exguerrillera y hoy presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fue sometida por la dictadura militar a sesiones de tortura que incluyeron choques eléctricos y palizas que le afectaron la mandíbula, según un relato inédito de la mandataria divulgado por la prensa. Rousseff contó hace 11 años detalles hasta ahora no conocidos públicamente sobre los tratos crueles que sufrió a manos de los militares que gobernaron Brasil entre 1964 y 1985, debido a su militancia en tres y no dos organizaciones clandestinas contra la dictadura, como se creía. “Al inicio no había una rutina. No se distinguía si era de día o de noche. El interrogatorio comenzaba. Generalmente lo usual era con un choque (…) ganando intensidad, con sesiones de ‘pau de arara’ (palo del loro), lo que la gente no aguanta mucho tiempo”, describió la mandataria de 64 años en un testimonio ante autoridades difundido por el periódico Estado de Minas. Dicho método consistía en colgar a la víctima maniatada a una vara horizontal, con las piernas y manos dobladas, para que reciba golpes de forma indiscriminada. “Si el interrogatorio es de larga duración, con un interrogador experto, él te baja del ‘pau de arara’ y después te da un choque, un dolor que no deja rastro, sólo te mina”, dijo Rousseff. El testimonio data de 2001, cuando la actual presidenta se desempeñaba como secretaria de Minas y Energía de Rio Grande do Sul y compareció ante un consejo de derechos humanos del estado de Minas Gerais, que indemnizó a las víctimas de la dictadura en ese estado del sureste de Brasil. En 197O, Rousseff fue detenida y estuvo presa por tres años en Río de Janeiro, São Paulo y Belo Horizonte, capital de Minas y donde inició su militancia contra la dictadura a los 16 años. Allí también sufrió los peores horrores de la represión militar, que la acusó de ser cómplice de un plan de fuga de un líder guerrillero preso, algo que ella siempre negó. “Muchas veces también usaban palmeta; usaban contra mí mucha palmeta. En São Paulo usaron poco ese método. Al final, cuando estaba por salir (de la reclusión), comenzó una rutina. En el inicio, no tenía hora. Era de día y de noche. Adelgacé mucho, pues no me alimentaba bien”, describió la mandataria. La palmeta es un instrumento de castigo utilizado antiguamente en las escuelas o contra los esclavos. Los tormentos dejaron una dolorosa huella en Rousseff, que contó que su mandíbula fue dislocada por un golpe que le hizo también perder un diente, algo que le acarrea problemas hasta el día de hoy. “Me dieron un puñetazo y el diente se aflojó y se pudrió”, dijo. Rousseff también fue sometida a simulacros de fusilamiento y la amenazaron con desfigurarle el rostro. “Quedé presa tres años. El estrés es feroz, inimaginable. Descubrí por primera vez que estaba sola. Encaré la muerte y la soledad (…) Las marcas de la tortura soy yo. Son parte de mí”. Este año, Rousseff instaló una Comisión de la Verdad para investigar las denuncias de violaciones de derechos humanos durante la dictadura, pero sin levantar la amnistía a los represores vigente desde 1979. (AFP)

Quedé presa tres años. El estrés es feroz, inimaginable. Descubrí por primera vez que estaba sola. Encaré la muerte y la soledad (…) Las marcas de la tortura soy yo. Son parte de mí


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