Richard Coleman deja lo oscuro y vuelve al funk

El músico habla sobre su nuevo disco, el que se perfila como uno de los mejores álbumes del rock argentino de 2017. Canciones grooveras se mezclan en su ritmo con un homenaje a David Bowie, uno de los artistas que lo influenciaron en su crecimiento.

El roquero Richard Coleman hace una irrupción gloriosa en este 2017 con “F-A-C-I-L”, un disco que definió como un trabajo en el que quiso “hacérsela fácil” a su público porque “no quería pedirle paciencia al que escuche”.

“Fue muy arduo el tamiz por el que pasamos la música para que fueran canciones más directas y sencillas a la percepción, porque naturalmente me salen complicadas… No quería pedirle paciencia al que escucha, muchas veces el artista con su ego le pide paciencia y atención al público, al que completa el hecho artístico”, dijo el notable cantautor a Télam.

“¿Por qué -agregó- le tengo que pedir tanta paciencia y atención al que me escucha si puedo poner los detalles en una segunda o tercera lectura de la canción y que primero la disfruten y listo? Hay varias capas de escucha de los temas y las letras es lo mismo, son una feliz combinación de palabras”.

El influyente guitarrista y vocalista añadió que “mi mujer me hizo el comentario de que son fáciles de aprender, mi hija de 8 ya me canta todo el disco y está buenísimo. Es como ‘Los Simpson’, a la primera movida te reís pero en la segunda lectura te detenés y lo pensás más. Y bueno, eso es lo fácil del disco, para mí es abrir la lata y después encontrarte con lo que hay adentro”.

“F-A-C-I-L” presenta un cóctel conformado por canciones más grooveras, con un ritmo demoledor, un notable trabajo lírico, de audio y de producción; es un álbum dedicado a la figura de David Bowie, a quien Coleman usa como disparador para tomar el funk blanco de los ‘80.

P- ¿Primero surgió la idea de hacer algo inspirado u homenajear a Bowie y después las canciones, o las canciones te llevaron a esa sonoridad?

R- Lo de Bowie fue al final, cuando terminé el disco. A mí siempre me gusta dedicar o agradecer a algún artista porque la inspiración está y está en uno lo que ha aprendido en la vida. En otros discos le he agradecido a William Burroghs o a Steve Jobs (risas). Son momentos de inspiración o algo que leés. Realmente a mí me pegó tanto, como a muchos, el fallecimiento de Bowie el año pasado y digo con orgullo que es una gran influencia en mi vida, creo que es el único artista que escuché desde los 14 hasta los 53 años. Me pareció oportuno darle un paso a la influencia para hacerla más notable todavía. No es un homenaje, le dedico el disco.

P- ¿Volviste a tocar funky después de cuánto tiempo?

R- En vivo estaba tocando diferentes rítmicas, pero armar temas sobre una base dinámica más funk creo que desde fin de los 80 que no lo hago. Lo he hecho en momentos y lo empecé a hacer en vivo con temas de Fricción, pero realmente me pareció un gran momento y una necesidad de tocar otro tipo de sonidos y de guitarras que a mí me encantan. Hay varios temas que salen de la construcción del bajo y la batería al que después se sumaron los demás. Por eso te decía, lo de las guitarras rítmicas lo tengo siempre, tengo muy buena conexión con la batería para tocar y muchos de los riffs de bajo los hago yo para que los apruebe mi gran compañero que es Dani Castro, que los mejora y los hace más lindos. Disfruto mucho del proceso.

P- Volviendo al lado funk, el mismo año que muere Bowie, se pierde a Prince, ¿tenías un lado Prince en tu vida o no tanto?

R- No tanto, sí lo seguí mucho hasta un momento que pasé a otra cosa. Es un músico que yo respeté muchísimo y me gustó mucho, en la etapa de “1999” hasta “Around the World in a Day”. Son tres discos que escuché mucho, “Around the World in a Day” es un disco no tan habitual y después se pone más mainstream. Prince tenía unas letras muy importantes, tenía una búsqueda muy interesante. “Purple Rain” me lo hizo escuchar Andrés Calamaro, cuando lo conocí en el 85 estaba a full con ese disco. Pero lo del regreso al funk o al postpunk… También digo postpunk y me dicen que es postpunk el disco y nada que ver (risas). Todo ese funk blanco y el postpunk es algo que me gusta mucho, lo consumí y me influyó mucho. Es un camino que lo discontinué, no es que lo abandoné sino que lo discontinué en otra búsqueda cuando empecé con 7 Delfines que lo que quería recuperar era el sonido de guitarras. Quería ser Lou Reed, ponele. Hay que encontrarse con el contexto del momento, que la radio electrónica estaba por todos lados, era una mugre de ruidos y el rock había muerto. En el 90 el rock murió, estábamos con Gamexane y decidimos salir a hacer guitarra con nuestro estilo. Y lo del funk me surgió la necesidad, te tengo que decir eso.

Me surgió la necesidad viajando en subte o en colectivo y de repente estar escuchando los Talking Heads moviendo la pata. Escuchando esa música tan fría y, al mismo tiempo, que te hace mover, una situación en la que mis pensamientos podían viajar a otros lados sin tener que leer nada o buscar nada en el teléfono.

Iba colgado en el subte escuchando los Heads y eso me llevó a buscar el funk de nuevo.

P- En esa etapa de los 90 cuando empiezan los 7 Delfines con Gamexane, ¿qué era? Smashing Pumpkins, Pixies, Sonic Youth… ¿y qué más?

R- Los 90 eran los 90, era todo lo que uno iba absorbiendo pensando que podía absorber todo porque todo era nuevo y válido. Hay un punto en que escuchás y no escuchás, te escuchás a vos mismo. En los 90 lo que buscaba era que mi banda sonara cada vez mejor, el énfasis estaba en eso y tratar de manejar las energías en toda la banda para que saliera algo bueno. Mi rol como líder de la banda era canalizar todo, no decirle a nadie lo que tenía que hacer sino ver qué era lo que había en juego. Por ahí yo tenía una influencia y Gamexane otra, después cambiamos a otro guitarrista que tenía otras influencias y así uno se iba manejando. Lo que queda constante es la música que escuchás en la adolescencia, eso es permanente porque es parte del crecimiento y parte de la formación del carácter de uno. Obviamente te das cuenta cuando sos grande, te das cuenta que la música que te marcó es la que escuchaste entre los 14 y los 24 años. Hay un momento en el que empezás a reconocer en los demás las mismas influencias que escuchaste vos, entonces no escuchás el contemporáneo sino lo que influye en el contemporáneo.

“No quería pedirle paciencia al que escucha el disco”

“Lo que queda constante es la música que escuchás en la adolescencia”

cree el guitarrista que tocó en los ochenta con Soda Stereo.

“F-A-C-I-L”, canciones grandiosas

Richard Coleman editó su nuevo disco “fácil” con el que se apunta a los mejores álbumes del rock argentino de 2017, mediante un cocktail conformado por canciones más grooveras, con un ritmo demoledor, un notable trabajo lírico, de audio y de producción. “F-A-C-I-L” tal como reza en su gráfica esta dedicado a la figura de David Bowie a quien Coleman usa como disparador para tomar el funk blanco de los ‘80 y pergeñar estupendas y bailables canciones, además de recurrir a la referencia de Nile Rodgers y Carlos Alomar.

Los dos guitarristas afroamericanos llevaron al Duque Blanco por el camino de la música negra en los exitosos discos “Let’s Dance” y “Tonight”, y en el caso de Rodgers también produjo a Duran Duran.

Coleman llega a este gran momento de la mano del productor del disco Juan Blas Caballero y de la banda notable que lo acompaña compuesta por Daniel Castro en bajo, Gonzalo Córdoba en guitarras, Diego Cariola en batería y Bodie Datino en teclados.

Pero además Richard retomó el camino de los 80’s al invitar a Andrés Calamaro a cantar una canción y justamente el Salmón fue quien le hizo escuchar Prince al ex Siete Delfines cuando tocaban juntos en Las Ligas, una banda de Charly García.

Coleman buscó más energía de los 80 y llamo como guitarrista invitado a Roli Ureta, su ex compañero de Fricción. Otros invitados fueron Gillespie para poner su trompeta en las canciones más funkys y Leandro Frescó para aportar teclados y sintetizadores en un disco que muestra el crecimiento y la evolución de uno de los mejores solistas de la generación moderna de los 80.

Coleman se quita su traje de príncipe dark, se viste bien moderno y sale al ruedo con un disco que lo posicionará en un lugar que se merece por su talento y por las grandes canciones que ya ofrendó.

El disco abre bien arriba y bien bailable con un homenaje al funky blanco que Nile Rodgers logró que David Bowie y Duran Duran reprodujeran para llevarlos a la cima de los rankings de los años 80, con reminiscencias de canciones como “Fame”, “China Girl”, con un estupendo trabajo de las guitarras de Roly Ureta, Coleman y Gonzalo Córdoba y un groove demoledor de Daniel Castro en bajo, acompañado por Diego Cariola en la batería. Desde los teclados Bodie disparo colchones para acompañar este hit que logra un audio formidable y muy recomendable de escuchar a alto volumen.

“El ritmo cuando rima” es más oscura y por el Mellotron que usó el productor Juan Blas Caballero recuerda a “Ashes to ashes” de Bowie, con otro gran groove de Castro-Cariola, la voz de Coleman recuperando matices y colores de su etapa más Fricción y los ricos aportes de trompetas de Gillespie. La base se vuelve a lucir con una veloz pulsión roquera en “Simpatico!”, con las guitarras bien al frente en una lucida performance, la voz procesada de Coleman acompañada de misteriosos efectos sonoros y los teclados de Bodie.

El disco cierra con la hermosa y galáctica balada “Desechos Cósmicos”, donde toda la banda alcanza un lucimiento notable y Coleman se despacha con una buen letra influenciada por su visión de la película “2001 Odisea del espacio” de Stanley Kubrick.

F.A.C.I.L y luminoso.

Fricción

En 1985 nace la banda a partir de zapadas informales, La fundaron Coleman, Gustavo Cerati, Christian Basso y Fernando Samalea.

La banda editó sólo dos discos: “Consumación o consumo” (1986) y “Para terminar” (1988).

Finalmente el grupo se separó en 1989, tras la quiebra de su la compañía discográfica.

Siete Delfines

Grupo fundado por Richard Coleman y Horacio “Gamexane” Villafañe principios de los 90.

Lanzó los discos “L7D” , “Nada memorable”, “Desierto”, “Azulado”, “Dark”, “Regio”, “Dudosa estrella”, “Aventura”, “Aventura Out Takes & Out Mixes” y “Carnaval de Fantasmas”.

Solista

Como solista el guitarrista editó “Siberia Country Club” (2011), “Incandescente” (2013), “Actual” (2016) y “A Song Is A Song Vol. 1 y 2” (2012), éste último está compuesto por covers de artistas internacionales.

Cada uno de sus trabajos muestran por qué se lo considera uno de los mejores guitarristas argentinos.

“Hay un momento en el que empezás a reconocer en los demás las mismas influencias que escuchaste vos, entonces no escuchás el contemporáneo sino lo que influye en el contemporáneo”.
reflexiona Richard Coleman al hablar sobre sus influencias.

Datos

“No quería pedirle paciencia al que escucha el disco”
“Lo que queda constante es la música que escuchás en la adolescencia”

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