Lilia es de Roca, tiene 90 años y le sigue cantando a la vida

A pesar de las dificultades de la vida, Lilia siempre fue positiva y no le tuvo miedo a los desafíos.

Lilia Latorre hoy cumple años. Un cumpleaños siempre es importante, pero celebrarlo con salud y mucha vitalidad, no todos lo logran. Lilia participa de un coro, baila, hace gimnasia y le encanta viajar.

“Lilia es nuestra compañera de coro y es la más alegre. Tiene una vitalidad envidiable”. Así se refiere Alicia de Castro, compañera de Lilia Latorre, la mujer que hoy está cumpliendo 90 años.

“La Comuna” quiso conocerla y pudo verificar los dichos de sus amigas. “Soy una persona alegre, también soy muy metida y a veces mis hijos me retan. Me gusta viajar mucho, hacer gimnasia y cantar”, dice la mujer de un brilloso pelo dorado.

A pesar de las dificultades de la vida, Lilia siempre fue positiva y no le tuvo miedo a los desafíos. Nació en 1928 en San Rafael, Mendoza. Su padre trabajaba de arrear ganado desde La Pampa a Mendoza, los engordaba y los vendía.

“A los 12 años aprendí a ordeñar las vacas, pero a esa edad también perdí a mi padre, luego a dos hermanas. Fueron tiempos duros. De mi familia ya no queda nadie porque mis otras hermanas ya fallecieron y mi esposo murió hace tiempo”, relata.

Al hablar de su marido, Roberto Lozano, cuenta que lo conoció en un baile. “Eran tiempos en que las mujeres teníamos que ir con nuestras madres. Él me sacó a bailar, nos enamoramos y desde ese día nunca más nos separamos hasta que falleció hace 18 años.

En 1948 se casó y comenzó a estudiar a distancia en la Universidad Femenina de Buenos Aires, logrando el título de profesora de mecanografía en 1950.

“Mi marido compró seis máquinas Remington y yo enseñaba en casa. Se llenaba la casa de chicos que querían aprender. Estaban desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la tarde”, recuerda.

Al hablar de su familia cuenta que tiene tres hijos, seis nietos, cuatro bisnietos y dos sobrinos. Los hijos de los que habla son Roberto (65), Eduardo (55) y Alfredo (53).

Con la ayuda de ellos y su pensión ha logrado viajar a muchos lugares. “Ya he hecho 28 viajes a distintos lugares del país, siete veces visite Chile, estuve en Paraguay, Punta del Este y Brasil, donde viaje en un crucero”, enumera al tiempo que muestra la foto junto a un “buen mozo capitán de barco” y que es la “envidia de sus amigas”, dice riendo.

La tristeza, la soledad, los dolores del cuerpo, poco espacio tienen en la vida de Lilia. Todos los días están ocupados por actividades y encuentro con amigas.

“Los lunes, miércoles y viernes, tengo ensayo con el coro y los martes y jueves estoy en el gimnasio: hago bicicleta, abdominales… ¿qué?… ¿no me cree?”, dice ante la mirada de sorpresa de este cronista y decide demostrarlo. Se tira en el piso y comienza a realizar abdominales.

“De estas hago 15 y no necesito ayuda para pararme”, afirma. Ella reconoce que tiene algunos problemas “menores” de salud, como la mala circulación, la presión controlada y un by pass en una pierna, que no le impide bailar.

“Mis hijos me cuidan mucho, pero en cuanto puedo me escapo. El otro día fuimos a una fiesta y en cuanto mi hijo se descuidó me fui a bailar a la pista. Pasa que me sale así”, cuenta como si fueran pequeñas aventuras de una adolescente.

El canto es otra de sus pasiones y asegura ser la primera inscripta en el coro. Participa en los coros “Voces del Valle” y en el coro de Casa de la Cultura “Como pájaros en el aire”.

“Me gusta cantar en italiano, algunas piezas en ingles y en el coro soy mezzo soprano y suelo acompañar en contra alto. Me gusta mucho el coro y nunca falto a los ensayos”, asegura la mujer.


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