Rock y danza conviven y crean en Música Chiva
Fabián y Carolina formaron un dúo que ejecuta con el cuerpo, el sonido y la poesía, un estilo retro y electrónico, pero a su vez roquero y novedoso.
La danza irrumpe en el escenario y ocupa, cada vez con mayor intensidad, un rol protagónico en todas las artes escénicas. La música, eterna compañera, comparte “fifty fifty” las tablas, y el trabajo creativo también es colectivo.
Música Chiva mantiene esa lógica, y según Fabián Aguilera, una de sus dos mitades, se trata de “la búsqueda en lo sonoro, que abarca el trabajo desde la danza y le da forma a la estética artística de la banda”. Él, al mando de su bajo, la voz y algunas programaciones, y su pareja, Carolina Fleitas, que con su cuerpo y la danza, también canta y hace percusión.
Desde 2009 que vienen buscando este sonido electrónico y algo vintage, y se apoyan en la poesía y el cuerpo como eje central para generar climas y escenarios, en un estilo abordado desde lo cinematográfico y con el lenguaje audiovisual para dar soporte a lo musical.
En 2015 sacaron su primer material: se trató de un libro de poesías de Fabián e ilustraciones de Carolina y de su amigo, Martín Motta, que además es baterista de la banda local Movimientos. Junto a ese libro, venía de regalo el disco físico, “La serie improbable”, grabado de forma casera, que sirvió como excusa para dar inicio a los registros en su producción.
“Ese disco muestra que veníamos de palos diferentes, yo venía del new metal, ella bailaba, y el disco nos dio la posibilidad de mechar cosas como el folk, remixes, rock, y así creamos nuestro propio concepto”, detalló Fabián.
Por estos días terminan de pulir su disco “Danza caótika”, un trabajo minucioso que incluye a tres productores que grabarán su corte, cada uno con una impronta particular. Por un lado Javier Herrlein de Buenos Aires, Gabriel Dávila, de San Juan y Gastón Flores, de Neuquén. Los tres productores darán a luz a las tres canciones: “Eléctrica”, “Nube” y “Pluma”. “Esto nos permitió una gran variedad sonora, lo que nos da el mejor marco para que Carolina encuentre su danza”, acotó Fabián.

“Lo que más me atrapa de este disco es la posibilidad de analizar al Alto Valle, el agua, el humor de la gente, es como una visión de águila, de como muta y cuenta como estamos todos”, explica Fabián, sobre su nuevo trabajo que en pocas semanas saldrá a la luz
Él nació en Cinco Saltos, y se radicó en Córdoba para estudiar música. Surcando el final de los años noventa volvió a la región y empezó su producción artística, pero significativamente lejos del estilo electro roquero que despliegan con su la danza.
Ella nació en Santa Cruz, y luego de estudiar en Buenos Aires se instaló en Cipolletti. Por estos días desarrolla “pulso, destrabe y resistencia” (PDR), que son las tres patas que componen una práctica artística y gimnasta que emplea Carolina para trabajar con sus alumnos. Una mezcla entre la danza afro, árabe, contemporánea y clásica, ejecutada para entrenar y crear una rutina que ponga exigencias al cuerpo. Llevan más de 20 años viviendo en el Alto Valle, diez de ellos a bordo de este proyecto.
La danza irrumpe en el escenario y ocupa, cada vez con mayor intensidad, un rol protagónico en todas las artes escénicas. La música, eterna compañera, comparte “fifty fifty” las tablas, y el trabajo creativo también es colectivo.
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